Luis Velázquez
Veracruz.- Miguel Ángel Yunes Linares, el gobernador que se va, y Cuitláhuac García Jiménez, el góber que llegará, están en el filo de la navaja.
Ninguno bajará la guardia. Los dos mantendrán “la máxima presión”. (Jan Martínez Ahrens)
Cuitláhuac, por ejemplo, obsesionado en reproducir con el Yunes azul la misma operación penitenciaria que aplicó a Javier Duarte, quien desde hace dos años y meses ha vivido en el sótano del infierno.
Y Yunes, por el contrario, famoso en la cancha política nacional porque es un fajador de cantina, un peleador callejero, un hombre trepado al ring las 24 horas del día, demostrando que nadie le quitará la felicidad de haber sido jefe del Poder Ejecutivo Estatal, y por añadidura, la felicidad para su retiro de la silla embrujada del palacio.
Una gran partida de póker entre dos fuerzas políticas, las dos, apretando el botón nuclear.
Ene número de veces Cuitláhuac y los suyos, sobre todo su guerrero, el político que será el dos de palacio desde la izquierda, Éric Patrocinio Cisneros Burgos, se la han cantado a Yunes.
Primero, con el juicio político al Fiscal Jorge Wínckler.
Y si cae Wínckler, caerán el Fiscal Anticorrupción y el Fiscal de los Desaparecidos, Marcos Even Torres Zamudio y Eduardo Coronel junior, los tres, “con la soga al cuello”.
Segundo, porque han anunciado que revisarán con lupa cada secretaría del gabinete legal y que, en todo caso, resulta lógico y normal en cualquier transición política.
Tercero, la revisión una vez más de las Cuentas Públicas con todo y que la LXIV Legislatura las aprobó.
Cuarto, la revisión de las plazas burocráticas y magisteriales otorgadas en la secretaría de Educación y con lo que han movido el piso al secretario Enrique Pérez Rodríguez.
Y quinto, el anuncio cacareado de que revisarán la obra pública otorgada desde varias secretarías al ex presidente del CDE del PAN, Pepe Mancha, y quien por cierto busca la reelección.
El búnker meteorológico de Cuitláhuac ha anunciado vientos huracanados para el Yunes azul.
VIVIR EN LOS EXTREMOS
Dos políticos, frente a frente. Cada uno con una personalidad acusada. Y cada uno, digamos, en los extremos.
Yunes, político de la derecha. Cuitláhuac, político de la izquierda.
Y aun cuando la ley universal en materia del amor (y más en el tiempo de la república amorosa) dice que “los polos opuestos se atraen”, en el caso, significa la excepción.
Lo peor, ambos “tienen tanto que perder como ganar”.
Claro, y dado el tiempo de AMLO, presidente de la república que será en siete días, Cuitláhuac irá de gane y Yunes en la cuerda floja.
Pero Yunes, como reza el dicho bíblico, “es un hueso duro de roer”.
Y a estas alturas, además del cerebro maquiavélico del secretario de Finanzas y Planeación, Guillermo Moreno, sus químicos contables habrían arreglado y arreglado bien y con habilidad las cuentas para que con todo sean desempolvadas por la gente de Cuitláhuac ninguna presión los impacte ni alborote.
Claro, el equipo de Cuitláhuac también estará bajo presiones.
Por ejemplo:
Los 29 diputados locales de MORENA, PT y PES tienen una gran encomienda. Terrible desafío. El juicio político a Jorge Wínckler para tumbarlo como Fiscal.
Los 29 legisladores y Cuitláhuac y Éric Patrocinio estarán seguros, conscientes, de que el proceso para su caída pasará luego de la LXV Legislatura al Tribunal Superior de Justicia, que de acuerdo con la ley es el juez y dictamina y pronuncia las últimas palabras.
Y ahí, claro, se les puede atorar.
Y si se les atora, entonces, Jorge Wínckler seguiría en el cargo.
Y cada mes que Wínckler siga en la Fiscalía con Cuitláhuac gobernador, jefe del Poder Ejecutivo Estatal, jefe de las finanzas, jefe de las corporaciones policiacas, jefe de la mayoría en el Poder Legislativo, jefe nato de su partido en Veracruz, jefe de parte de los medios, entonces, será un día en contra, pues el operativo para descarrilar al Fiscal habría fallado.
Con todo y AMLO presidente.
Y más, porque la lideresa nacional de MORENA, también entró al rafagueo contra Jorge Wínckler.
Y si la operación Wínckler falla, entonces, será una mala señal.
Y más, cuando desde el lado de Cuitláhuac y los suyos han cacareado ene número de veces el derrumbe de la era winckleriana y sus petulancias en la procuración de justicia donde, y por cierto, reina la impunidad.
GANAR O PERDER
La historia, decía Octavio Paz, “es una caja de sorpresas”.
Por ejemplo, así un político sea el gobernador, aquellos tiempos de que era el tlatoani, el jefe máximo, el gurú, el tótem, son historia.
Javier Duarte nunca se salió con la suya y el Yunes azul lo encarceló de igual modo que a más de treinta duartistas.
Ahora, Cuitláhuac tendría “el chirrión en la mano”, pero hay otras instancias que pueden frustrar su objetivo.
Nadie pensaría que la confrontación que ya está y arreciará a partir del primero de diciembre lleve a Veracruz a la guerra política definida por Juan Maldonado Pereda, Q.E.P.D., como “un tragadero de hombres”.
Y más, porque el Yunes azul es un político letal y Cuitláhuac está aprendiendo, aun cuando “trepado en las valencianas de AMLO” pues para todo dice que Andrés Manuel López Obrador salvará a Veracruz.
“Las diferencias entre ambos son muchas y la velocidad (de los días y las noches) es alta”, y cuando menos, en vez de una guerra habrá, claro, “un choque de trenes” para que con todo y la república amorosa y la nueva Constitución Moral la tierra jarocha sea un surco floreciente de discordia.
Cada día transcurrido multiplica la tensión, sin ninguna señal de distensión.
Uno y otro se mantienen firmes. Sin ceder. Sin tregua. Sin posibilidad de un diálogo.
Menos, mucho menos, tipo AMLO con “la amnistía política” a cinco ex presidentes de la república (Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto).
De parte y parte las partes siguen echando más leña y gasolina a la lumbre. Y ante la realidad crujiente “sólo cabe ganar o perder”.