Luis Velázquez
Veracruz.- La cancha futbolera del Mundial en Rusia ha llegado a la cancha penitenciaria de Veracruz en Pacho Viejo.
En un equipo, Luis Ángel Bravo Contreras. Y en el otro, el gobernador Yunes.
El Fisculín, argumentando que son crueles con él. Yunes reiterando que sólo se trata de un acto de elemental justicia.
El Fisculín, diciendo que nunca, jamás, desapareció cadáveres, ni menos, mucho menos, por órdenes de su amigo y jefe, Javier Duarte. El Yunes azul, empeñado en su decisión.
Bravo Contreras, digamos, un novato al lado del experimentado Miguel Ángel Yunes Linares, quien iniciara su vida pública como agente del Ministerio Público y jefe jurídico de la oficina del gobernador Rafael Hernández Ochoa.
El Fisculín, jugando apenas, apenitas, en las ligas menores. Y el Yunes azul, en las grandes ligas. De Veracruz, al foro nacional. Y muchos años después, del altiplano a la silla embrujada del palacio de gobierno de Xalapa.
Fisculín, un parvulito. Yunes, honrando el proverbio popular de que “más sabe el diablo por diablo que por viejo”.
El Fisculín, queriendo manejar la pelota política con destreza. Yunes, asestando el pelotazo y que en el lenguaje político significa manotazo.
Los dos, jugando a ganar. Pero el Fisculín, ni modo, sabiendo que juega a perder y que ni el jefe Diego Fernández de Cevallos lo salvará.
BRAVO CONTRERAS SUEÑA CON RESUCITAR
Bravo Contreras podría, digamos, sentirse David contra Goliat. México contra Alemania, por ejemplo.
Según el relato bíblico, David noqueó a Goliat con un hondazo, pero en el caso, un hombre como el gobernador Yunes que piensa vivir hasta los 110 años (tiene 65), entonces, apenas, apenitas, está en la primera juventud, y conduce el auto a mil por hora y con el tanque lleno.
Y en el juego estelar del chiquito contra el grandote, Dalila cortó el cabello a Sansón y perdió fuerza, pero de manera esporádica pues apenas le creció el pelo otra vez la fuerza omnímoda.
Yunes, sin embargo, ningún resbalón dará con el Fisculín, pues de lo contrario, significaría su gran vergüenza, política y jurídica.
En la Biblia, David “se casa con la princesa y se hace rey” (Martín Caparrós), pero luego del infortunio yunista, sólo un milagro (¿Hay milagros en la política?) encumbraría al Fisculín. Incluso, difícil que de aquí pa´adelante pueda resucitar. Yunes, sin embargo, está a unos días de que su hijo gane la silla embrujada del palacio. Y como dijera su esposa, “seré madre de dos gobernadores”.
Y si la leyenda dice que “los gigantes tienen pies de barro”, Yunes ha tenido desiertos en su vida, pero ahora, en su resurrección del año 2016 cuando derrotara a su ex primo Héctor Yunes Landa, parece invencible.
Invencible, claro, era Alemania, cuando por ejemplo derrotara con 6 goles a cero a México en un Mundial.
EL MESSI DE LA POLÍTICA
El Fisculín le está poniendo “alma, vida y corazón” a su caso. También Yunes. Pero el azul va por delante. Sigue con la captura de Karime Macías y por lo pronto, advirtió a todos que por ningún concepto debatirá con la PGR luego de que negara la solicitud de extradición de la esposa de Javier Duarte. Y la semana anterior recuperó una mansión y un piso de siete pisos en un edificio en Estados Unidos donde el político preso del Reclusorio Norte de la Ciudad de México planeaba instalar sus oficinas.
Desde luego, el Fisculín apuesta al mayor placer de la vida que significa el dicho bíblico de que “los carniceros de hoy serán las reses del mañana”.
Por lo pronto, en él mismo ya se cumplió la profecía. Antes, fue el carnicero de las madres con hijos desaparecidos. Incluso, el carnicero de las mismas víctimas cuando se pitorreaba diciendo que solo habían encontrado restos de perros muertos en las fosas clandestinas.
Y lo peor.
El golpe penitenciario de Pacho Viejo ha sido más duro en Bravo Contreras a partir de que él se cree y siente el playboy del Golfo de México. Parido por los dioses. El Messi de la política. El Hugo Sánchez jarocho.
Y durante mucho tiempo, trepado en la Fiscalía de 9 años para lo que estaba predestinado creía que su obligación en la historia local era producir todos los días los quince minutos de fama de Wharol, más que para la televisión, para las redes sociales y YouTube.
Ahora, preso en Pacho Viejo, es pasto fresco y suave para los Colectivos y “la jauría reporteril” que antes menospreciaba.
LA VIDA ES UN JUEGO…
Una característica, sin embargo, ha de anotarse.
Enamorado de sí mismo, igual, digamos, que Antonio López de Santa Anna, el Fiscal de Javier Duarte toda su vida pública ha actuado para gustarse él mismo. Y para venderse. Y para creer, estar seguro, cierto, convencido de que es el único capaz de dar patadas mágicas al balón de la política.
Un predestino, vaya. Un iluminado.
Por eso, la prensa lo quiere “porque produce 8 columnas, chismes, escándalos, glamour” (Caparrós).
Antes, en el duartazgo, la mitad de los litigantes de Veracruz y la otra mitad envidió a Luis Ángel Bravo Contreras cuando fue ungido Fiscal de nueve años con el voto de los diputados locales.
Todos soñaban con ser como él. Era el hombre admirado y admirable. Vivir en la gloria, camino a la inmortalidad.
Ahora, justicia poética, todos le tendrán compasión, quizá misericordia. El mejor abogado del Golfo de México reducido a un convicto, en tanto, claro, la justicia hace cuentas.
El Fisculín se jugó su leyenda. Y cuando entregó la Fiscalía sin chistar, sumido y sumido, al gobernador Yunes, cometió el peor error de su vida. Se olvidó de la enseñanza de los doce Césares de Suetonio, del emperador Tiberio descrito por Gregorio Marañón. La primera obligación de un político es conocer a fondo la naturaleza humana, compleja personalidad de sus enemigos y adversarios.
La vida, decía el filósofo popular, José Alfredo Jiménez, es un juego. Unos ganan, otros pierden. Y Bravo Contreras, por ahora, va perdiendo.