Luis Velázquez
Veracruz.- Otra vez el horror en Veracruz. Una menor, de 16 años de edad, quien dejó la escuela para trabajar en un puesto de memelas en Orizaba mientras su madre vendía gelatinas, fue asesinada. Según la versión oficial, que por un ex policía. Según la percepción ciudadana, policía en funciones.
Sólo falta que la secretaría de Seguridad Pública se apresure a decir que la culpa es de los gobernadores anteriores que así moldearon a los cuerpos policiacos.
Se llamaba Ana Karen. Ana Karen Castro Aguilar. Era hija única. Asesinada la madrugada del lunes 14 de enero. Vivía con su madre, Soledad Aguilar Sánchez, en la unidad habitacional Quetzalcóatl, en la colonia El Espinal.
Una mujer más asesinada en la Cuitlamanía. Van veintisiete. Entre ellas, la chica de 12 años de edad acribillada en Santa Ana Atzacan. La chica de 23 años de edad, secuestrada en su pueblo, Naranjos, en el norte de Veracruz, y tirado su cadáver en Tantoco, luego de que su madre se declara incapaz de juntar el dinero del rescate.
La mamá de Ana Karen necesitó solicitar el apoyo vecinal para sepultar a la hija.
Mundo sórdido y siniestro seguimos viviendo en el paraíso terrenal (infierno hoy) que fuera Veracruz y tanto deslumbrara a Alejandro de Humboldt en el siglo 18 y a Agustín Lara en el siglo 20 y del que tanto se enorgullece AMLO, el presidente, porque es hijo de un padre nacido en la tierra jarocha.
El policía o expolicía que asesinó a Ana Karen dejó su cadáver encobijado en una cuartería de la colonia popular.
Según el reporte oficial, chica de 16 años, el policía, al parecer, la asfixió.
Y luego, la envolvió en un sarape.
Y la ató con hilo, junto al zaguán de la cuartería.
Y ahí la dejó, abandonada.
Es decir, alevosía, ventaja y premeditación.
Y ni que va comparar la fuerza de un hombre y de un hombre policía o expolicía como dicen, con la fuerza de una menor de edad.
Y cuando el expolicía o policía municipal de Orizaba, Rufino “N”, de 27 años de edad, fue detenido, primero, rechazó el asesinato, y después, dijo que estuvieron tomando bebidas alcohólicas.
Y él, claro, estaba tan borracho que el delito lo cometió con mucho, demasiado, excesivo cálculo mental, con las neuronas frías por delante, todo un experto sórdido y siniestro del mal.
Le apodaban “El chiquilín”, ¡vaya sobrenombre tan paradójico!
UN POLICÍA, EL ASESINO
Ana Karen concluyó estudios de secundaria general en la escuela Quetzalcóatl.
Pero hija de madre sin recursos que todos los días apostaba a la venta de gelatinas para llevar el itacate y la torta a casa, sin la figura paterna en la casa, luego de su fracaso buscando empleo terminó vendiendo picaditas en un local.
En la mañana, en el puesto de memelas. Y en la tarde, los quehaceres del hogar. Una niña trabajadora.
La perversidad manifiesta del ex policía o policía municipal.
El poli, claro, niega la autoría del crimen.
Pero Ana Karen se ha agregado a la lista de feminicidios en la Cuitlamanía, y lo peor, cuando por vez primera aparece en el carril social que la posible autoría se debe a un policía.
Fueron policías municipales quienes emboscaron a los migrantes de Guatemala en los límites de Isla y Rodríguez Clara con una mujer asesinada dijo el secretario General de Gobierno, Éric Patrocinio Cisneros Burgos, cuando apenas habían transcurrido unas horas del crimen.
Fueron las bandas de polleros los asesinos de la mujer migrante de Guatemala reviró el presidente municipal de Isla al secretario de Gobierno, rechazando la autoría policiaca.
Más de un mes y medio después, el crimen y la emboscada en el silencio, en un viaje esotérico por la burocracia estatal, y lo peor, ya nadie se acuerda.
Ahora, y con el feminicidio número 27 en el primer sexenio de la izquierda en Veracruz, un policía, ex policía dicen, convertido en presunto homicida.
15 RAZONES DE TANTO FEMINICIDIO
La ruleta rusa contra las mujeres sigue cayendo sobre ellas con la guillotina bien afilada.
Y entre las hipótesis sobre tantos feminicidios podrían, digamos, anotarse las siguientes:
Una. Violencia intrafamiliar, como siempre han cacareado los políticos “para lavarse las manos”.
Dos. Los celos de la pareja, y por añadidura, los amantes pasionales.
Tres. Los narcos y la violencia fuera de control.
Cuatro. El ajuste de cuentas de narcos contra mujeres insumisas.
Cinco. Las vendetas. Desde esposos ardidos y esposas encabritadas hasta diferencias entre narco/parejas.
Seis. El odio de los misóginos.
Siete. La trata de blancas en donde las mujeres sometidas se estarían rebelando.
Ocho. La prostitución, con mujeres hartas de la explotación sexual.
Nueve. Las pasiones vecinales.
Diez. Los policías vengativos.
Once. Los políticos rencorosos.
Doce. La impunidad. Ante la incapacidad de la secretaría de Seguridad Pública para garantizar la tranquilidad en la vida y los bienes, la Fiscalía, rebasada por el principio de Peter.
Trece. El terror en la población con el asesinato de niñas, además de que de paso los malandros muestran el puño y el músculo a la secretaría de Seguridad Pública y la Fiscalía.
Catorce. Una sociedad desintegrada y en descomposición familiar, social y sicológica.
Quince. El abandono social del Estado como parte de una política fallida y cuyos orígenes han de radicarse en la secretaría de Desarrollo Social y el DIF.