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Expediente 2019: Comelitona en San Julián

El Piñero

Luis Velázquez

Veracruz.- La tarde del viernes 31 de mayo, el rancho San Julián, en Perote, estuvo lleno de amigos. A quienes faltaron, como decía Fidel Velázquez, el jerarca cetemista del siglo pasado, “les dio gripa”. Fue una comelitona estrenando un hermoso salón social con baños olorosos a nuevos y con un paisaje donde bajo la lluvia comían el pasto unos gansos en fraterna camaradería con unos burros y unas yeguas, sin que nadie peleara, contentos y felices de estar juntos.

Alguien por ahí le llamo “La comida de la amistad” y hasta se llevó la mano al corazón para decir, “los amigos que viven aquí”.

Incluso fue un desfiladero, casi casi pasarela, de mujeres jóvenes y señoras guapas, unas, ferozmente bellas, todas, claro, priistas, sin que nadie refiriera su militancia tricolor.

Eran unos doscientos invitados. Sólo faltaron cuatro que alguien habría pasado lista en silencio, mirando, conocedor de las elites y clases políticas de norte a sur y de este a oeste de Veracruz.

También, claro, la comelitona podría haberse llamado “La comida de los tres Pepes”. Pepe Yunes padre, Pepe Yunes hijo y José Antonio Meade, digamos, el invitado de súper lujo, presente con su barba ultra contra súper conocida luego del 1 de julio del año anterior, saludando de mano en mano y de mesa en mesa, tomándose selfies con todos.

Sorpresas que da la vida: la mayoría de invitados llegaron manejando sus propios automóviles. Nada de camionetazas de lujo. Nadie con choferes. Nadie con guaruras. Nadie con secretarios particulares ni auxiliares. Nadie con barbies ni kens.

Claro, Carlos Brito Gómez y Dionisio Pérez Jácome, mil años luz los contemplan, llegaron con un amigo que manejaba sus unidades móviles.

Pero el resto, cada quien manejando su coche. Incluso, cuando hacia el término de la comida llovía y llovía, todos corrieron a sus automóviles mojándose sobre el jardín gigantesco, bien rasuradito, que hasta andar descalzo se antojaba, envueltos en la neblina de la tarde pardeada que iniciaba, una de tantas en los días y noches que caminan.

“YA PASÓ EL TIEMPO PRUDENTE”

En el transcurso de 2, 3 horas, nadie habló de política. Fue el simple gusto de la amistad.

Es más, Pepe Yunes hijo dijo unas palabras. Gracias, gracias, gracias, repitió a todos por lo que fue y es. Mesurado empezó así:

“Ya pasó el tiempo prudente y hay una larga noche desde entonces”.

Pero es el tiempo, dijo, de dar las gracias. Pero más aún, el tiempo de que Pepe Meade les desea agradecer a todos su confianza.

Luego habló Meade. Y comenzó diciendo: “Aquí, en el rancho San Julián, los amigos de la universidad veníamos a Perote para aprender de la práctica política que se hacía en Veracruz”.

Incluso, lo repitió en varias ocasiones a lo largo del corto y breve discurso. Más, mucho más, lleno de cariño exaltó a su condiscípulo peroteño.

Más todavía: Ni Pepe Yunes ni Pepe Meade pronunciaron el nombre del PRI; fueron discretos. En ningún momento porque negaran, digamos, la cruz de su parroquia. Por el contrario, magnificando el vaso comunicante del cariño y el afecto. La simple y desnuda sencillez de estar juntos.

En el centro de la mesa, don Pepe Yunes. Discreto, afectuoso, afectivo, saludando. Bajo perfil. En todo caso, torero en tarde de luces, la tarde era para los otros dos Pepes, tiempos aquellos cuando todos eran jóvenes (con Luis Videgaray y Aristóteles Núñez, entre otros) y en el rancho San Julián amanecían debatiendo con el profe Guillermo Zúñiga Martínez, encarnado ahora por su hijo Américo, lejos de las candilejas con barba negra crecida, incluso, hablando con el mismo tono de voz del padre y hasta el mismo estilo de saludar.

ALGUNOS DE LOS AMIGOS

Los amigos de Pepe Yunes. Aquellos, por ejemplo, que fueron, digamos, candidatos a diputados locales y federales.

Figuras priistas que han entrado a la historia local: Marcelo Montiel Montiel, Bertha Hernández, Zita Pazzi, Karime Aguilera, Ana Rosa Valdés, Juan Nicolás Callejas Roldán, Adolfo Ramírez, Carlos Vasconcelos y Luis Suárez, entre otros, quien a los 20 años de edad fue secretario auxiliar de Manuel Carbonell de la Hoz, subsecretario de Gobierno de Rafael Murillo Vidal, tiempo del famoso “Carbonelazo”.

Luisa Ángela Soto, la ex diputada local lideresa de los trabajadores de la secretaría de Salud, quien cumplió años el viernes 31 y ocupó una silla al lado de Meade.

Y en el otro extremo, Javier Herrera Borunda, el hijo de Fidel Herrera, acompañado del líder del PVEM, Marcelo Ruiz, y como dijera el politólogo Carlos Ronzón Verónica, si estuvo Javier Herrera significa que “El tío” estuvo aquí.

LA TARDE ENVUELTA DE NEBLINA

Fue una comelitona al mejor estilo histórico, digamos, de don Pepe Yunes. Las comelitonas, incluso, del padre de don Pepe, y que fue amigo de Fernando López Arias, el gobernador de la mitad del siglo pasado.

Y más porque desde entonces, todos y cada uno de los gobernadores, hasta Miguel Ángel Yunes Linares, compartieron “el pan y la sal” en el rancho San Julián.

Un día, en el café y el cognac que apenas y servía para humedecer los labios, don Fernando Gutiérrez Barrios ofreció un cargo público a don Pepe:

–Gracias, Fernando, pero yo soy calero y constructor.

Y cuando Gutiérrez Barrios insistió, don Pepe repitió su frase estelar.

Y la amistad se prolongó…

Es el mismo concepto de la amistad del viernes 31. “Ya pasó el tiempo prudente para ahora dar las gracias a todos” dijo Pepe Yunes Zorrilla.

Llovía en San Julián en la tarde envuelta de neblina. Sólo la parvada de gansos seguía picoteando el pasto en el jardín más grande, campo de golf, jamás imaginado. Las cebras y las llamas estaban desveladas y “se echaban un coyotito”, las nubes negras acostadas sobre los árboles a lo lejos. El mesero dijo que un par de tardes anteriores una tormenta con relámpagos había asustado a los pajaritos escondidos entre las tejas de la casita colonial.

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