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Expediente 2019: Despecuezada en MORENA

El Piñero

 

Luis Velázquez

15 de marzo de 2019

Será incontinencia verbal, tipo, digamos, Donald Trump con sus tuitorreadas.

O gritoneos como el pastorcito oaxaqueño de “ahí viene el lobo”.

O “arrojarse con saña puñados de arena en los ojos” (Octavio Paz).

Afán de notoriedad.

Acaso un hombre atrás de sus fantasmas y obsesiones.

Simple despecuezadero tipo Misantla.

Sabrá el chamán.

Pero el diputado local todavía de MORENA, José Magdaleno Rosales Torres, tiene argumentos suficientes o ha entrado a la procesión demagógica de la izquierda y camino a Damasco igual que San Pablo ha tenido un par de revelaciones.

La primera, descubrir que se parece “a una mujer de la vida galante”, ¡vaya analogía!, quizá como la canción de Agustín Lara de “esperar a ponerse más cara”.

Y la segunda, en un balance, digamos, de los primeros cien días del gobierno de Veracruz pide la renuncia de un cuarteto de secretarios, a saber, el General de Gobierno, de Educación, de Salud y de Seguridad Pública.

Lo dijo así:

“Han incumplido con la tarea encomendada”… por el pueblo que votó por la izquierda, la izquierda encarnada en AMLO, AMLO, el Niño Dios del sacerdote de la Teología de la Liberación, José Alejandro Solalinde Guerra.

Y más, luego de que como gallito de pelea a punto de morir en el palenque renunciara a la bancada de MORENA en la LXV Legislatura y después, igual que Judas arrepentido de haber vendido por treinta moneadas a Jesús, regresó al redil como el hijo pródigo del relato bíblico.

Ahora, a pesar de su contradicción ideológica y en sus principios y valores, el frustrado líder del grupo morenista de “Los Malenos”, levanta la escopeta y como francotirador dispara contra cuatro secretarios del gabinete legal del gobernador.

La vida, quizá, como una tuitorreada tipo Trump. Acaso, una vacilada.

En vez de alcanzar autoridad moral se evidencia, pues aun cuando los secretarios hayan fallado en los primeros cien días ningún argumento de peso expone.

PLEITO DE VERDULERAS

 

En medio de los 50 diputados locales, Magdaleno Torres brincó al carril mediático cuando declarara que el presidente de la Junta de Coordinación Política, Juan Javier Gómez Cazarín, impuesto por el secretario de Educación, era “un pelele del secretario General de Gobierno”, luego del fallido operativo para destituir al Fiscal, el enemigo público número uno del góber.

Entonces, de aquel lado del charco le reviraron con una foto donde aparecía desnudo, mejor dicho, con taparrabos circulando en las redes sociales.

Así, se lanzó a la yugular de sus detractores y presentó denuncia penal en la Fiscalía en contra, más de quien resulte responsable, de fantasmas pues en las redes sociales los contenidos suelen ser anónimos.

Incluso, en contra de los demonios que el diputado José Manuel Pozos Castro (orgulloso de su nepotismo) descubriera en el palacio de gobierno de Xalapa.

Y luego enseguida, mostró el puño y el músculo y anunció su migración de la bancada de MORENA para formar la suya.

Unas horas, un par de días quizá duró su encabritamiento y regresó al redil junto con tres diputados, dos de ellos de MORENA y uno del PT, Érik Aguilar, quien luego descobijara a su homóloga Jessica Ramírez revelando que lo estafó.

Pero más aún, asegurando que hubo muchas, demasiadas presiones para que el cuarteto volviera a casa.

Ahora, iluminado, Magdaleno Torres revienta en contra del cuarteto de secretarios del gabinete legal del primer sexenio de izquierda en Veracruz.

La historia, repitiéndose, unas veces como tragedia y otras como comedia, y en el caso, como tragedia y comedia, digamos, burdo y ramplón berrinche, sin descartar que además de presiones, igual que para bailar la bamba, “se necesitan otras cositas”.

Con todo, MORENA, un hazmerreír. Un pleito de verduleras en el mercado popular.

Y más, si se considera el tendedero del nepotismo trascendido la semana anterior, donde el gobernador y los secretarios de Salud y Trabajo y Previsión Social y de Educación quedaron exhibidos como parte, más que “de los emisarios del pasado” y “los mercenarios de la prensa” según el titular de Salud, por el fuego amigo.

En todo caso, por el ejército invencible de burócratas agazapados en las oficinas públicas, indignados con la doble, triple moral, de predicar la ética y estar convertidos en igual o peores que los priistas y panistas.

SUCIAS CAÑERÍAS DE LA VIDA PÚBLICA

 

Más que un palacio de gobierno, un circo aldeano y provinciano. La carnicería del mercado, el salón de belleza, el viejo molino de nixtamal, donde el chismerío y los tijeretazos dominan como eje rector.

Y en el caso, la política reducida a las sucias cañerías de la administración pública.

Nada fácil sería que atrás de tal desplumadero (despecuezada le llamarían en Misantla de Marigraz), fuego pirotécnico, distractores políticos, venta de espejitos para llamar la atención sobre cosas insulsas, “tirar la piedra y esconder la mano”, igual que Javier Duarte en el mes de diciembre del año 2010, el primero de su sexenio fatídico, los negocios (nepotismo, cuatismo, diversidad sexual en las oficinas, creación de empresas fantasmas, sudar el dinero público en el mundo bursátil, desviar recursos oficiales de un programa a otro, etcétera) pudieran, digamos, estarse dando.

Con todo y la Cartilla Moral y la Cuarta Transformación del País.

Y más por una circunstancia:

Por más y más que el diputado líder de “Los Malenos” pida en el carril mediático la renuncia de los cuatro secretarios, ni modo que el gobernador ceda.

Y más, porque en política podrá hoy un funcionario cometer un error grave, gravísimo, para su renuncia, pero la parafarnelia política indica que la renuncia procede… pero meses después cuando las aguas revolcadas estén apaciguadas.

Por el contrario, está probado que el góber ha defendido en repetidas ocasiones a sus secretarios de Gobierno, Salud, Seguridad Pública y Educación, y ni modo, porque el diputado Maleno se emberrinchó…, los destituya.

Sería un error luego, incluso, del hazmerreír de tumbar al Fiscal, aun cuando, claro, Javier Duarte cambió a 85 funcionarios en menos de 6 años y le valió, porque todo gobernador llega a sentirse su Alteza Serenísima.

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