Luis Velázquez
Veracruz.- Dirán que el gobernador es fifí, sabadaba y salsero.
Que solo corta listones de callecitas reencarpetadas como gran obra pública.
Que se la pasa copiando a AMLO, el presidente.
Que ninguna obra pública ha anunciado en el mes y medio del sexenio.
Que se la pasa trepando fotos frívolas en sus redes sociales.
Que luego de Jesucristo, Cuitláhuac García anunciando que “vendrán tiempos mejores”.
Que los cargos públicos en el gobierno de Veracruz quedaron en manos de los morenistas Ricardo Ahued Bardahuil, Ricardo Exsome y Rocío Nahle García.
Que vive obsesionado con la destitución del Fiscal Jorge Wínckler García.
Pero…, con todo ya asestó el primer manotazo, calambre que estremeció a los políticos de viejo y nuevo cuño, incluso, llegó a los caciques.
Y más, a los caciques, cuando ha referido que si los caciques de Veracruz trabajan bien serán respetados, pero si trabajan mal enfrentarán la justicia.
Claro, al mismo tiempo que ordenó la captura del cacique de Chicontepec, en el norte de Veracruz, Manuel Francisco Martínez Martínez, acusado del secuestro a un político de Morena, también posó feliz, contento, realizado, con las caciconas de Acayucan, las hermanitas Regina y Fabiola Vázquez Saut, expriistas y expanistas, quizá pronto de MORENA.
Así, la Cuitlamanía empieza a transitar por los mismos caminos de la yunicidad quien en dos años encarcelara a más de 80 políticos, jefes policiacos y policías (hay 68 polis en el penal de Pacho Viejo).
Cuitláhuac, en cambio, tendrá seis largos y extensos años para cuadriplicar el número de ex servidores públicos de los que Miguel Ángel Yunes Linares guardó tras las rejas.
El primer guillotinazo está dado.
El góber, mostrando el puño y el músculo en una nueva faceta que nadie esperaba, ni siquiera, vaya, los Morenistas.
EL PRIMER CACIQUE PRESO
Claro, y como es lógico, las huestes, digamos, indígenas del cacique de Chicontepec, integrados, dicen, en el Consejo Consultivo para la Integración de Pueblos y Comunidades Indígenas para el Estado de Veracruz, reaccionaron luego enseguida.
A, convocaron a rueda de prensa en Xalapa. B, abonaron “la honestidad valiente” y el respeto a los derechos humanos del cacique y ex diputado local del PVEM, cuando acuñara su frase bíblica de que las morunas sirven para aplanar a las mujeres insurrectas.
C, Juraron y perjuran que Manuel Francisco Martínez “es un hombre honorable y se ha caracterizado por su incansable lucha en defensa de los derechos de los pueblos” (y que, por cierto, caray, qué bonito se oye en el sexenio de la república amorosa).
D, publicaron un desplegado en la prensa de Xalapa como mensajito a la Cuitlamanía.
Y E, de acuerdo con las versiones digitales, repartieron el billete entre los reporteros para cuando menos llenar un tanque de gasolina en el tiempo del huachicoleo.
En contraparte, el cacique fue detenido por secuestrar el 4 de junio del año 2017 al candidato de Morena a la presidencia municipal de Chicontepec, Gonzalo Vicencio Flores.
¡Ah!, pero resulta que Gonzalo Vicencio está casado con la secretaría de Trabajo y Previsión Social de la Cuitlamanía, María Arguelles, y a quien también las hordas del cacique preso secuestraron, vendaron, golpearon y abandonaron en una comunidad de Chicontepec.
Y cacique, porque impuso a un sobrino, Pedro Toribio Martínez, como presidente municipal de Chicontepec.
Y su hijo, Adrián Martínez Estrada, es el alcalde en funciones.
Y por añadidura, igual que los caciques en Veracruz y el país, dueño del poder político, social y económico.
Los pueblos indígenas de la montaña norte, la Sierra Madre Oriental, ajá, están muy enojados con Cuitláhuac y solo esperan que “deje a un lado los presos políticos, marcando una nueva etapa para el Estado y su vida democrática”.
CACIQUES, “PONED BARBAS A REMOJAR”
En la rueda de prensa, los indígenas fans del cacique aseguraron, por el contrario, que “el represor de los indígenas en Chicontepec, quien durante su periodo de presidente municipal desalojó y golpeó a comerciantes e indígenas y en tiempos electorales se caracteriza por el uso de la fuerza en contra de los ciudadanos” es, ni más ni menos, Gonzalo Vicencio, el marido de la secretaria de Trabajo.
Es decir, dos visiones, dos caras, dos rostros, del mismo hecho.
La Cuitlamanía acusa a Manuel Martínez de cacique y un grupo indígena, seguidor del ex diputada local, acusa a Gonzalo Vicencio de cacique y represor.
En medio de las pasiones desorbitadas, el manotazo del gobernador de AMLO.
El hijo del cacique, Adrián Martínez Estrada, alcalde de Chicontepec, apretó el botón nuclear en contra del Fiscal Jorge Wínckler “por violar los derechos” de su padre.
Otros caciques, sin embargo, ha de poner “las barbas a remojar”.
Y más, en un Veracruz tan prolífico en “señores de horca y cuchillo”, a saber, entre otros, los más connotados:
Ricardo García Guzmán, en Pánuco. Joaquín Guzmán Avilés, en Tantoyuca. Pepe Mancha, en Tuxpan, aprendiz de cacique.
Basilio Picazo y Reveriano Pérez, en la sierra de Papantla. Mario Zepahua Valencia y Tomás López Landero, en Zongolica.
Jazmín Copete y Arturo Hérviz, en parte de Los Tuxtlas. Jorge Carvallo y los Pérez Garay, en San Andrés Tuxtla.
Regina y Fabiola Vázquez Saut, en Acayucan. Renato Tronco, en Las Choapas.