Luis Velázquez
13 de septiembre de 2019
Nadie en Veracruz detiene ya la furia social. La población ha decidido hacerse justicia por mano propia. El Estado no puede. O no quiere. O lo rebasaron. O lo dejaron pasmado.
Y el ajuste de cuentas va, por ejemplo, desde los vecinos de Soledad Atzompa quienes lincharon y quemaron vivos a 6 malandros hasta el ganadero solitario de Jaltipan que con una escopeta para cazar conejos mató a tres malosos en su rancho en defensa de la familia.
Pero también, oh sorpresas fascinantes que da la vida, cuando como en el caso de La Perla, municipio de la montaña negra de Zongolica, un trío de hombres fueron acusados del secuestro de una chica y quienes fueron “brutalmente golpeados” por una turba, claro, tan irritada como enardecida.
Además, y cuando la policía intentó rescatar a los tres sujetos, la población se encabritó más y quemaron una patrulla.
Luego, apaciguado el huracán social resulta que una mujer, madre de familia, había vendido a su hija a una familia de Coscomatepec, incluso, que hasta la anduvo ofreciendo, y entre las luces y las sombras el jelengue se armó.
El hecho, sin embargo, expresa el grado más alto de resistencia pacífica y revolución silenciosa.
Y más, porque con todo, los vecinos de La Perla amenazaron con prender fuego al trío de presuntos secuestradores, igual, igualito que cuando en Atzompa la población quemó vivos a los plagiarios de maestros.
La población, entonces, sólo necesita una mecha, un reguero de gasolina, un cerillito, para encender a la población electoral.
El vaso jaibolero se ha vuelto un cóctel explosivo en materia social. Es el hartazgo. El desencanto y la desconfianza ciudadana en la autoridad. La irritación por la inseguridad y la impunidad juntas. “La burra no era arista pero la hicieron”.
EL GOBIERNO SE HACE EL CIEGO
El viejo topo de Carlos Marx, su figura icónica para olfatear los problemas sociales, el topo que se asoma a la tierra y olfatea el ambiente y según los vientos sube a la superficie o se hunde de nuevo para esperar el momento propicio, suena y resuena los tambores de guerra.
Sólo el gobierno de Veracruz se hace el ciego. O si lo advierte se hace tonto porque le vale. Más importante el vitoreo del presidente de la república que escuchar a la gente y resolver los pendientes.
Y es que 9 meses después, el tiempo de gestación de un bebé, las señales de la inconformidad social están multiplicadas.
Los casos de Atzompa, Mixtla, el Valle de Uxpanapa, Coatzacoalcos, Minatitlán, Jáltipan, Mariano Abasolo, Veracruz y Xalapa, y ahora La Perla, significan un aviso a tiempo para reagendar la vida pública y dejar de estar cerrando las puertas del palacio de Xalapa a la irascibilidad social.
Se las cerraron, por ejemplo, como parte del diálogo a los 40 presidentes municipales del PRD. Y a los diez alcaldes de la Cuenca del Papaloapan. Y a los ediles de Soteapan. Y a los diputados locales del PAN.
Incluso, con todo y que los baños del palacio servían para que la población desaguara a propósito de una emergencia urinaria han sido vetados, pues para ingresar a la llamada “Casa del pueblo” han de presentar, primero, credencial de elector, y segundo, exponer la razón de la visita.
Y para evitar las molestias, millón de veces cerrar las puertas del palacio.
Los ideólogos de MORENA, aislando al Príncipe. Y el Príncipe, fífi, sabadaba y salsero que es, feliz, muy feliz, ultra contra súper feliz.
Ya veremos, sin embargo, el resultado electoral en el año 2021 cuando sean votados los alcaldes, síndicos y regidores y diputados locales y federales.
VERACRUZ SIGUE JODIÉNDOSE
La población sólo necesita ser escuchada. Pero si le dan un portazo, entonces, ni hablar, “el que se lleva… se aguanta”.
En La Perla, cierto, hubo confusiones. Pero en todos los conflictos sociales las confusiones siempre se han dado. Incluso, el dicho popular lo expresa. “A río revuelto…ganancia de pescadores”.
Y si la madre del poblado “El Lindero” regaló o vendió a la niña constituyó la mecha para encender la efervescencia social.
Y lo indicativo, en ninguna parte existió la prudencia y la mesura, la información a tiempo y bien documentada.
Muchos meses después, nunca se ha conocido si en el caso de Atzompa o el Uxpanapa, Jáltipan o Mariano Escobedo, por ejemplo, hubo detenidos, sospechosos, indicados.
Tampoco, mucho se cree, habrá detenidos por el caso de La Perla.
Pero la hora del buen gobierno continúa sonando en la tierra jarocha y en los niveles municipales y estatal.
Nadie quisiera más conflagraciones sociales en Veracruz, pues de por sí, la vida es un infierno con los carteles y carteles dueños de la vida pública.
En el siglo antepasado, aquí, el paraíso terrenal. En el siglo XXI, el infierno.
Zavalita, el reportero estrella de la novela “Conversaciones en la catedral” de Mario Vargas Llosa se pregunta “¿Cuándo se jodió Perú?”.
La interrogante ideal, hecha a medida, sería por qué varios sexenios después Veracruz sigue jodiéndose.