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Expediente 2019: La princesita

El Piñero

Luis Velázquez

20 de agosto de 2019

Si Marigraz es la princesita del Palacio Legislativo, Leslie Garibo es la princesita del palacio del góber. En todo caso, la princesita de la Contraloría.

Miembro del reducido círculo del poder público, la Contralora, igual como sus antepasados, en ningún momento es Contralora del pueblo de Veracruz para fiscalizar el presupuesto oficial. Es la Contralora del góber y del gabinete legal y ampliado.

Está, pues, para justificar los lícitos y los ilícitos.

Un antecesor de ella, por ejemplo, Ricardo García Guzmán, fue diputado local, presidente municipal de Pánuco y es cacique, antes priista, ahora panista.

Otro antecesor, Mauricio Audirac, brincó de la Contraloría a la secretaría de Finanzas y Planeación y de ahí pasó al penal de Pacho Viejo, ahora en libertad llevando el proceso penal.

Princesita al fin, pudo darse el lujo de salir huyendo por la puerta trasera del Palacio Legislativo, para evitar, entre otras cositas, el enjambre de grabadoras y celulares de los reporteros a propósito del nombramiento de su director de Transparencia, Miguel Ángel Vega, ex Contralor en la SEDESOL de Rosario Robles, condenada a dos meses de cárcel en Santa Marta Acatitla mientras averiguan el presunto desvío millonario.

Princesita al fin, bien puede ordenar a los veladores del Palacio Legislativo bloqueen a los reporteros para ingresar al salón donde presidía un evento.

Princesita al fin, uno de sus escoltas puede gritonear a los reporteros de la fuente ”no tiene tiempo para hablar” con ellos.

En todo caso, si huyó por la puerta trasera del Congreso solo repitió a Felipe Calderón Hinojosa cuando en el año 2006 también salió del Palacio Legislativo federal por la puerta de atrás, por donde, se afirma, salen las trabajadoras domésticas, pero también, los galanes sorprendidos por el Sancho.

¡Aleluya, aleluya, Veracruz tiene una nueva princesita!

UNA PRINCESITA PUEDE MENOSPRECIAR

La princesita es congruente con la política oficial a la prensa.

Su frase celebérrima, “No dejen pasar a los medios”, a la altura del diputado Wenceslao de que “los reporteros preguntan burradas” cuando defendiera con pasión y ardor al secretario de Seguridad Pública interrogado sobre el oleaje de inseguridad.

A tono, claro, con la senadora Gloria Sánchez, hija ilustre de Veracruz, cuando denunciara en el Congreso de la Unión una conspiración mediática en contra de su góber jarocho.

A tono con el secretario de Seguridad Pública de Javier Duarte, Arturo Bermúdez Zurita, de “¡Pinches periodistas!”, aquella vez cuando su comparecencia en el Congreso.

A tono, desde luego, con el secretario de Salud, doctor Roberto Ramos Alor, de que “no tiene tiempo para los medios” porque está ocupado con la crisis humanitaria de salud heredada por sus antecesores.

Más todavía:

El góber, por ejemplo, “tiró su espada en prenda” para defender de “los pinches periodistas” a su secretario de Salud y para defender a su secretario General de Gobierno y de Seguridad Pública.

Ahora, la Contralora menospreció a los reporteros para defender con pasión volcánica a su director de Transparencia, Miguel Ángel Bravo.

Poderoso padrino o madrina tendrá Miguel Ángel Bravo para la defensa a ultranza de la princesita.

¡Vaya privilegio! ¡No cualquiera, eh!

LA PRINCESA BERRINCHUDA

Todo sea por la patria.

Antes, por ejemplo, la Contralora alcanzó “la plenitud del pinche poder” festinando denuncias penales en contra de los yunistas, incluido el mismo ex gobernador, por 5 mil millones de pesos.

Antes, defendió con pasión incendiaria al gobernador cuando el caso de los Eleazares Guerreros, quien ni se apellida García ni tampoco Jiménez.

Antes, anunció (aplausos, aplausos) rigurosa investigación para determinar si hubo tráfico de influencias, conflicto de intereses, en la compra por asignación de las patrullas policiacas, las ambulancias y las medicinas.

Ella, pues, ha cumplido. ¡La patria chica está salvada! ¡MORENA vive! ¡Ganará las elecciones en el año 2021!

Por eso, quizá, sus escoltas la cuidan, no de malandros, tampoco de los carteles, sino de los reporteros incómodos.

Pero si el ciudadano común se zambulle en los últimos 8 meses y medio, ningún campanazo ha asestado la Contralora.

A: si hay denuncias penales contra la yunicidad son de rigor, por oficio, como sucede en las transiciones gubernamentales del mundo.

B: si hay acusaciones de nepotismo, “aquel político que esté libre de pecado… que tire la primera piedra” como dijera el filósofo Enrique Peña Nieto.

C: si hay compras y asignaciones por dedazo, todas, todas absolutamente todas las elites políticas encaramadas en el poder lo han efectuado por los siglos de los siglos.

Por eso, en su actitud y forma de pensar y reaccionar, la princesita frívola se parece a la hija del último zar de los Romanov, caprichosas y berrinchudas, dueñas del sol, la luna y las estrellas.

Nada que ver, por ejemplo, con la princesa Diana de Gales. Su sencillez, su sonrisa, su química y su mirada luminosa.

DE PIFIA EN PIFIA

Ellos, sin embargo, los Morenistas son gobierno sexenal. Ellos mandan. Ellos traen la pelota. 6 años “en la plenitud del pinche poder” de los cuales han pasado (ya tan pronto) 8 meses y medio.

Y aun cuando caminen de pifia en pifia, ellos encarnan la casta divina.

El cuadro teatral se va integrando. La princesita del Congreso, Marigraz. La princesita de la Contraloría, Leslie. El góber, el sabadaba fifí.

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