Luis Velázquez
11 de julio de 2019
En “El padrino”, Mario Puzzo deja claro que malandro que traicione y declare en contra del jefe es asesinado.
En las cárceles del continente es famosa la historieta: a violador que entra a un reclusorio se le aplica la ley de Talión, “ojo por ojo, diente por diente, manos por manos, lengua por lengua”.
Los malandros suelen tirar cadáveres con una narcomanta donde advierten que el tipo fue asesinado por traidor, desleal y boca/floja.
En la ley de la selva, “el que a hierro mata… a hierro muere”.
El peor pecado en la delincuencia organizada y común es un soplón.
Yo, solían decir los políticos priistas en el siglo pasado (quizá todavía ahora), nunca perdono a los traidores.
“Lo que has de hacer… hazlo de una vez”, dijo Jesús a Judas, y de quien, por cierto, siempre dudara.
Ningún ser humano es despreciado tanto por su manada como el traidor.
Y más, cuando se vuelve un soplón, entre otras cositas, para ver si puede salvarse a sí mismo.
En el relato histórico, por ejemplo, las guerras de Independencia y Reforma y la Revolución, los traidores eran colgados de un árbol a la orilla del camino para que la mitad del mundo y la otra mitad conocieran la deslealtad.
Nadie encorajina tanto en un grupo de amigos como el boca-floja.
Así, el lunes 8 de julio, Javier Duarte sorprendió, digamos, a las elites políticas con su cartita a unos medios diciendo que está dispuesto a testificar en contra de Enrique Peña Nieto, el presidente de la república de quien, acaso, quizá, se habría vuelto socio y aliado, cómplice y vasallo, en aquel sexenio.
El mismito Peña Nieto que lo elevó a la categoría universal de la nueva generación de políticos en el país igual que Roberto Borge Angulo, el ex gobernador de Quintana Roo, preso, y de César Duarte, el ex de Chihuahua, prófugo de la justicia.
El mismito Peña Nieto que durante varios años del sexenio lo protegiera, se entendería, porque ambos se beneficiaban con los negocios lícitos e ilícitos, y un día, ni modo, cuando los abusos y excesos del poder fueron intolerables, escandalosos, el ex presidente de la república lo dejó a la deriva.
Y lo satanizó como el político más corrupto en la historia nacional según cacareara el entonces presidente del CEN del PRI, Enrique Ochoa Reza.
Y la Procuraduría General de la República del Peñismo se le fue encima.
Y rastreó su frenética huida en Guatemala… hasta su aprehensión.
Ha de preguntarse, entonces, si el nuevo reality show duartiano tiene razón de ser. Si es válido ante la Fiscalía General de la República, FGR. Si procede. Si aplica. Si hay razón moral, penal, jurídica, en Duarte para.
DESPEÑAR A PEÑA NIETO
La cartita de Duarte a la FGR, Alejandro Gertz Manero, se concita cuando la ex Procuraduría General de Justicia de la República, PGR, tiene citado al poderoso ex tesorero de SEFIPLAN, Antonio Tarek Abdala, y a cuatro funcionarios más de la secretaría de Finanzas y Planeación.
Y cuando la Contralora Leslie Garibo interpuso denuncias penales en la FGR por cinco mil millones de pesos cometidos en la yunicidad.
Y cuando los secretarios de Educación y Salud tienen denuncias en la FGR contra los yunistas por el presunto desvío de recursos federales.
Y cuando Duarte sigue pataleando, primero, para alcanzar la libertad, y segundo, para purificar su nombre.
Más aún, para detener la orden de aprehensión en contra de su esposa, o mejor dicho, lavar su nombre, con todo y estar protegida, dice, por el gobierno británico.
Con todo, está la búsqueda frenética del ex gobernador preso en el Reclusorio Norte para despeñar a Enrique Peña Nieto y “sacar sus trapitos (o trapotes) al tendedero público.
Desde luego, ninguna duda hay de que Duarte sabe mucho, muchísimo, de los negocios de entonces con Peña Nieto y/o con el funcionario federal asignado para consumar los ilícitos.
Además, se parte de una premisa universal: nunca Duarte pudo llegar tan lejos en el manejo bajo sospecha de los fondos federales sin la luz verde del altiplano, porque el mayor desvío de recursos fue federal.
Incluso, en el mes de marzo del año 2013, la Auditoría Superior de la Federación, ASF, (Juan Manuel Patrón) interpuso la primera denuncia penal en contra de Duarte en la PGR y por órdenes superiores fue congelada.
Y por encima de la ASF solo están la secretaría de Hacienda y Crédito Público y la presidencia de la república.
¿Se vale, entonces, el griterío de Duarte amenazando a Peña Nieto con denunciarlo cuando Duarte está preso y Peña Nieto, aliados y conexos, están libres, incluso, Peña Nieto, dice el columnista Raymundo Riva Palacio, exiliado en España?
SUCIAS CAÑERÍAS DE LA POLÍTICA
De por medio, queda claro el estercolero. El cochinero. Las sucias cañerías del poder político. El enriquecimiento ilícito. El desvío de recursos. Los negocios a la sombra del poder. La creación de empresas fantasmas para aumentar la fortuna personal y familiar.
Lo dijo Flavino Ríos Alvarado, el góber de 48 días:
“Duarte era mi amigo, pero a todos nos engañó”.
Ya se verá, sin embargo, si Duarte respirando porque Peña Nieto lo abandonó, la Fiscalía General de la República considera su oferta, antes, mucho antes, de que el ex góber sufriera un mortal ataque de caspa en el Reclusorio Norte.
Desde luego Duarte habla de denunciar tropelías de funcionarios peñistas, consciente, sin embargo, que rafaguear a todos ellos significa tirar a la luna, es decir, ir contra Peña Nieto.
Según el trascendido, AMLO, el presidente, tiene en la mira a Felipe Calderón Hinojosa (al que más odia dice Raymundo Riva Palacio, Eje Central) y Vicente Fox, además, se afirma, de a Miguel Ángel Yunes Linares.
Nunca en 7 meses y medio ha puesto a Peña Nieto en la picota. Duarte quiere o desearía enlodar a Enrique Peña, pues los negocios de las grandes ligas solo se mueven con el visto bueno del presidente de la república.
Discordia en Veracruz; de nuevo la lucha por el poder