Luis Velázquez
Veracruz.- 07 de marzo de 2019 Hay cosas y hechos y circunstancias trágicas, duras, imborrables en la vida de Veracruz.
Una.
José Benítez, padre de José Benítez de la O., el chico originario de Playa Vicente que con 5 jóvenes, entre ellos, una menor de 16 años, fueron levantados en Tierra Blanca en el mes de enero de 2016, y que resume así el infierno de tres años seguiditos:
“Estoy harto de mentar madres. Han sido mil 158 días del mismo pesar”.
Dos.
Carmen Taibo, madre de Susana, la chica de 16 años:
“No puede permitirse nunca más que la politíca trabaje con el crimen organizado”… y que, bueno, ya se verá porque unos policías emboscaron a unos migrantes de Guatemala en los límites de Isla y Rodríguez Clara en el mes de diciembre de 2018.
Tres.
Bernardo Benítez, padre de Bernardo Benítez:
“En Veracruz, las instituciones son parte del crimen. Y si el gobernador incumple su palabra de hacer justicia… corre el riesgo de convertirse en cómplice”.
Mil 158 días después de aquella tragedia, crisis humanitaria, los tres de padres de familia resumen la adversidad avasallante, pero más, realidad aún manifiesta.
Pedir perdón es insuficiente.
Entre policías y civiles hay veintiún detenidos, pendientes, por ejemplo, de que les dicten sentencia.
Y sean los motivos o pretextos, jamás razones, que sean, la justicia ha tardado demasiado en llegar.
El gobierno de Veracruz ha preferido, además, digamos, como circunstancia fortuita, accidental, fuera de órbita, enfrascarse en una lucha sórdida por la destitución del Fiscal.
Y los graves pendientes sociales desplazados y relegados, quizá archivados.
ASESINOS FÍSICOS E INTELECTUALES
El gobierno de Veracruz expresó el día cuando pidieron perdón a los padres de Playa Vicente que sus hijos sacrificados en el duartazgo eran inocentes.
Claro. La mitad de la población y la otra mitad siempre han estado segura.
Pero en el caso, hubo asesinos físicos, y también, asesinos intelectuales.
Y por ahora, están presos, quizá, los homicidas físicos, aun cuando la mayoría sin que les dicten sentencia.
Y los homicidas intelectuales están libres.
Y ni se diga, los malandros.
Los jóvenes fueron desaparecidos en el mes de enero del año 2016, el último de Javier Duarte.
Pasaron 2016 y 2017 y 2018 y van dos meses y días del año 2019, y la vida oficial se ha vuelto puras promesas de justicia.
Javier Duarte prometió justicia.
Miguel Ángel Yunes Linares prometió justicia.
Cuitláhuac García Jiménez prometió justicia.
Andrés Manuel López Obrador ha prometido justicia.
Enrique Peña Nieto prometió justicia.
Nadie cumplió y ni han cumplido los actuales.
Pedir perdón, simple y llanamente, significa “darse golpes de pecho”.
Antes que un homenaje a las víctimas y un apapacho a los padres y un discurso en contra de los políticos, jefes policiacos y policías aliados con los malandros constituye una ofensa y una humillación a los padres.
PUEBLO ARDIDO
La única forma de aplicar la justicia es la sentencia a los acusados detenidos, todos ellos, se entiende, homicidas físicos.
Y la captura de los asesinos intelectuales.
Y conocer la verdad sobre los motivos para detener, secuestrar, desaparecer, entregar los jóvenes a un cartel y luego asesinarlos, sin que al momento se conozca el paradero, y que de igual manera significa otro gravísimo pendiente.
Sólo así el gobierno de Veracruz y el federal serían dignos del respeto y la voluntad popular.
Y más cuando de norte a sur y de este a oeste Veracruz sigue chorreando sangre, todos los días, todas las noches.
Y lo peor, cuando nadie, absolutamente nadie tiene la vida segura ni comprada.
Y cuando hay un montón de pueblos que viven en virtual Estado de Sitio.
Y cuando algunos pueblos están sublevados.
Y cuando otros han advertido que malandro que detengan… será linchado como ya sucedió en Soledad Atzompa.