Luis Velázquez
19 de agosto de 2019
El 8 de septiembre, elección del CDE del PAN Veracruz. De nuevo treparán al ring electoral partidista, Joaquín Guzmán Avilés y el yunista de todos los tiempos, José de Jesús Mancha. La elección anterior, como se recuerda, fue anulada por los tribunales. Entonces, el tuxpeño tenía los vientos a su favor. El jefe máximo de la dinastía Kennedy gobernaba. Ahora, bienvenido a la realidad.
Por ejemplo, conforme se acercan los días se multiplica la desbandada del cuartel de Mancha, tan manchado, oh paradoja, por el ORFIS, Órgano de Fiscalización Superior, con la denuncia de haberse beneficiada por dedazo, asignación le llaman, con más de mil millones de pesos de obra pública en la yunicidad para sus compañías constructoras.
Además, de la diputación local pluri para su esposita. Y la alcaldía tuxpeña, para su primo. Y la regidurías de Coatepec para su chofer. Y un par de regidurías para un matrimonio amigo en Minatitlán.
Más, claro, lógico, obvio, el subsidio maravilloso conferido por su diputado local, Sergio Hernández, He Man, para su periódico digital.
Y en tales circunstancias, la desbandada de su cuadra.
Por ejemplo, las penúltimas, los diputados locales, Bingen Rementería y Omar Miranda.
Incluso, en el trascendido se afirma que el senador Julen Rementería del Puerto, ex diputado local y federal, ex delegado de la SCT en el Felipismo, ya se arrancó de la frente el fierro yunista y ahora está con todo y por todo con Guzmán Avilés.
Todavía peor:
Semanas anteriores, un día después del sepelio del cardenal emérito, Sergio Obeso Rivera, con la resurrección, se dijo, de Miguel Ángel Yunes Linares, hincado en la Catedral, hubo pachangón en la residencia del primogénito para lanzar de nuevo al tuxpeño, y entre los asistentes hubo gran militancia del PRD, entre otros, el alcalde de Paso de Ovejas.
Pa’hacer bulto, claro.
TODOS CON GUZMÁN AVILÉS
En contraparte, el búnker de Guzmán Avilés cada vez resulta insuficiente para la militancia panista.
El viernes 16, por ejemplo, fue su cumpleaños y el desayuno parecía una fiesta popular.
Más y más panistas siguen llegando, además de quienes están ya, sin el tembladero de corvas cuando el jefe máximo de la dinastía Kennedy de Boca del Río era el Odorico Cienfuegos de Veracruz.
Entre otros, los siguientes:
Bingen y Julen Rementería. Omar Miranda. Alejandro Salas, el más honesto entre los honestos del panismo. Víctor Serralde. Bernardo Margarito Téllez. Fernando Santamaría. Alma Rosa Escobar. Squitín.
Rodrigo y Ricardo García Escalante, ambos diputados local y federal. Pero también, se afirma, su padre, Ricardo García Guzmán, en otro tiempo, “uña y carne” de Yunes, ex alcalde de Pánuco, ex diputado local, ex Contralor, el gran cacique del norte de Veracruz.
Los alcaldes de Coatepec y Totutla, por ejemplo.
Tito Delfín. Germán Yescas. Francisco Gutiérrez de Velasco. Enrique Cambranis. Nora Jessica Lagunes.
Ex alcaldes y ex diputados locales y federales y ex funcionarios públicos municipales y estatales, todos, alrededor de Guzmán Avilés, 3 veces alcalde de Tantoyuca, 3 veces diputado local, las tres ganadas en las urnas, y ex secretario de Desarrollo Agropecuario en el bienio azul.
Pepe Mancha, por el contrario, solo trae a los Yunes. Y los Yunes, creen, le ayudarán “a partir la madre a MORENA” como gritoneó Miguel Ángel Yunes Márquez, el peleador callejero de la nueva casta dominante.
HISTORIA DE AGRAVIOS
La militancia panista fue herida una y otra y otra vez en la yunicidad.
La historia de agravios, sin desagravios en el camino pues la soberbia y el desdén son olímpicos, inició, por ejemplo, cuando la secretaría General de Gobierno fue concesionada a Rogelio Franco Castán, un político autómata, robótico, oscuro y gris, líder de un partido cien por ciento noqueado, en el peor menosprecio ciudadano.
Luego, más cargos públicos fueron conferidos por la yunicidad a otros perredistas, en tanto los meses fueron transcurriendo con la militancia azul apostando a la pinche esperanza que, claro, permite continuar soñando a lo tonto.
Bastaría referir un dato indicativo:
Nadie como Joaquín Guzmán Avilés apoyó tanto tanto tanto a Yunes Linares para su objetivo político, recién llegado al PAN, por ejemplo, desde cuando Felipe Calderón, quizá desde antes.
Nadie se la jugó tanto por Yunes como Guzmán Avilés, incluso, y lo más significativo, cuando las elites panistas lo rechazaban, al grado de originar la renuncia de Gerardo Buganza Salmerón y Juan Bueno Torio.
Y de pronto, Yunes impuso a Rogelio Franco en la SEGOB jarocha cuando, caray, más, muchos más méritos políticos y partidistas tenía, y tiene, Guzmán Avilés.
Peor aún: en el camino, Yunes estranguló a Guzmán Aviles en la secretaría de Desarrollo Agropecuario reduciendo al máximo el presupuesto anual, enviándolo a la guerra y sin fusil en un Veracruz donde los cultivos agropecuarios significan el sostén de la economía local, aun cuando han sido rebasados por las remesas.
Y si “en la plenitud del pinche poder”, el Yunes azul pagó así, con ingratitud, tantos servicios de Guzmán Avilés, peor fue a la militancia.
Y más, cuando el primogénito llegó al PAN encumbrado como diputado local pluri, es decir, por dedazo.
Y cuando, además, en su tiempo legislativo, Miguel Ángel Yunes Márquez, presidente de la Comisión de Vigilancia del Congreso, apoyó en todo a los presidentes municipales… del PRI, quienes entonces eran sus amigos.
Herida, sangrando, desdeñada y menospreciada, la militancia azul está lista para ajustar cuentas el domingo 8 de septiembre.