Luis Velázquez/Parte Dos
Veracruz.- Celia del Palacio Montiel es puntillosa. La palabra de la investigadora y académica de la UV es de fuego. Sin rodeos. Jab al hígado del boxeador a punto de noquearse. Novelista exitosa, en el libro “Veracruz en su laberinto” descobija la realidad cruda. Por ejemplo, dice:
“La mayor parte del periodismo en México sigue funcionando con las bases del acercamiento al poder”.
Y aun cuando la mitad del mundo y la otra mitad lo saben, las buenas conciencias, las conciencias VIP, los decentitos, nunca lo dicen. “Si escupes para arriba te cae encima”, suele decir el viejito del pueblo.
Dueña de una mente privilegiada, culta, mujer que seduce a través de la palabra escrita en sus novelas, también crítica la realidad real como le llaman los teóricos:
“La prensa, escribe, nunca ha sido un verdadero contrapeso del poder y su extrema cercanía con el mismo ha creado una relación de dependencias y de falta de respeto del poder a los medios”.
Incluso, anota, el poder “considera empleados a los medios”.
Duras sus palabras, más dura, canija, cruel, decepcionante la realidad.
Por ejemplo, ha de preguntarse, como decía Enrique Peña Nieto de la corrupción, si habrá entre los medios y los políticos algunos que tiren la primera piedra, considerando que entre los medios y los políticos hay un matrimonio por conveniencia como decía don Julio Scherer García.
Sin puntos de quiebra, desgranando la mazorca de la dañina relación entre los políticos y los medios, escribe la profe en el libro colectivo coordinado por el académico, investigador y escritor, Alberto Olvera:
“Hay gobernadores todopoderosos que manejan enormes cantidades de recursos y ostentan un poder omnímodo que hay que conseguir (y conservar) a toda costa. (Y) entre los recursos utilizados están la compra de medios y el clientelismo descarado para legitimarse”.
La palabra de Celia del Palacio como el espejo donde los campesinos de Pancho Villa se miraron en la hacienda asaltada y quedaron sorprendidos de verse por vez primera y, asombrados, conocerse y reconocerse.
Los medios de Veracruz y del país mirándose en el espejo de la maestra quedan al desnudo.
COMPADRAZGO EN LOS MEDIOS
La maestra siempre mira para adelante. Se sustenta en teorías de comunicación política. Y en la reflexión filosófica. Y en la realidad apabullante. Y lee la prensa diaria con microscopio y subraya y corta y recorta y archiva. Y luego, mastica los hechos para lograr una página bien pensada.
Hay, escribe, una “dependencia de convenios comerciales entre medios y gobiernos, los cuales se establecen hasta ahora en total opacidad y con base no en criterios objetivos de circulación o de influencia del medio, sino con base en el compadrazgo y en valores entendidos”.
Valores entendidos, por ejemplo, que en el último año del sexenio, Enrique Peña Nieto destinara trece mil millones de pesos para la prensa y Andrés Manuel López Obrador lo achicara, por lo pronto, a 3 mil 500 millones de pesos.
Valores entendidos, por ejemplo, que Javier Duarte destinara, dice Celia del Palacio, 8 mil 548 millones de pesos en el sexenio (el vocero yunista, Elías Assad Danini dijo que eran trece mil millones) y nada se conozca al momento del tijeratazo, si lo asestó, de Cuitláhuac García.
Por eso, dice la ensayista de “Veracruz en su laberinto”, “la total secrecía en las asignaciones de recursos a medios”.
Y, claro, la secrecía se deriva de la oscura, sórdida y siniestra alianza y complicidad de los dueños de los medios con el gobernador en turno, sean, digamos, del PRI, del PAN y/o de MORENA, quizá, acaso, digamos.
Y más, cuando en estas horas se lee con microscopio la prensa escrita y digital y se escucha la prensa hablada y una parte sustancial tira incienso al paso de Cuitláhuac García y parte de los suyos en el gabinete legal.
CLIENTELISMO POLÍTICO
En la página 313, la escritora describe la opacidad “en los convenios publicitarios. La corrupción sistemática del poder a los dueños de los medios. De los apoyos económicos a cambio de información a modo. De subvenciones económicas en efectivo o en especie a cambio de informar de las actividades de las autoridades de manera favorable”.
Y de pronto, aprieta el botón nuclear y dice:
“En los últimos dos sexenios encontraron en Veracruz un campo fertilizado por la opacidad en el uso de los recursos gubernamentales. El clientelismo político fue así usado de manera irrestricta con los periodistas”.
UTOPÍA PERIODÍSTICA
En el capítulo “Con la muerte rondando. Periodismo y violencia en el Veracruz de Javier Duarte”, el periodismo en Veracruz queda derrotado. Mejor dicho, los ideales y los sueños sociales.
La libertad, la independencia, la autonomía, el periodismo como contrapeso del poder, el ejercicio del artículo sexto de la Constitución Política, la publicación de la verdad, los reporteros al servicio social de la población, escribir lo que se ve como dice el Eclesiastés, el legítimo derecho a escribir lo que ve el que vive, dar voz a los desposeídos y precaristas, a los contestatarios y sublevados, constituye una utopía.
Mejor dicho, una vacilada, “una tomadura de pelo”.
Y lo más indicativo, la maestra describe la realidad de hoy tanto en Veracruz como en el país.
Mira los hechos desde la azotea en vez de la planta baja. Desde la copa del árbol en lugar del tronco.
En sus palabras, el periodismo como un negocio atroz y cruel donde el único objetivo es ganar billete y en nombre de la libertad enriquecerse los magnates.
Los fenicios de la palabra escrita.
Los fariseos de la historia diaria.
Los mercenarios de la verdad que maquillan a gusto y conveniencia del gobernador y del presidente municipal en turno.
Los medios, al servicio del Príncipe Político.
“A sus órdenes, señor, usted manda”…, ponga el billete y nosotros, los medios, tiramos el incienso en medio del fuego pirotécnico y la pasarela estrafalaria de la palabra.