Luis Velázquez
02 de septiembre de 2019
La llamada por decreto Cuarta Transformación es un simple ajuste de cuentas. Y sirve lo mismo para satanizar a los enemigos y adversarios que encumbrar a los amigos del camino, igual, igualito como en los tiempos priistas y panistas de la nación. Por ejemplo:
Napoleón Gómez Urrutia, el líder minero por herencia de su padre, prófugo de la justicia de Enrique Peña Nieto, viviendo como príncipe en el extranjero, encumbrado como senador de la república vía pluri.
Néstora Salgado, la activista social encarcelada por el Peñismo, senadora pluri de la república.
La profe Elba Esther Gordillo, ex dueña del SNTE, poderosísima dirigente magisterial con Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox y Felipe Calderón, encarcelada en el Peñismo, liberada a la llegada de la República Amorosa.
Rosario Robles Berlanga, secretaria de Desarrollo Urbano y Desarrollo Social en el Peñismo, jefa de Gobierno de la Ciudad de México y lideresa nacional del PRD (los mismos cargos de AMLO en el perredismo), encarcelada, acusada de un presunto desvío millonario por más de 5 mil millones de pesos.
Manuel Bartlett Díaz, el secretario de Gobernación a quien “se le cayó el sistema” para descarrilar a Cuauhtémoc Cárdenas y favorecer a Carlos Salinas como presidente de la república, ex titular de la SEV y gobernador de Puebla en el tiempo priista, director de la Comisión Federal de Electricidad, ahora, purificado.
9 meses después, con todo y el rafagueo histórico de “la mafia en el poder”, ninguna denuncia penal específica y concreta caminando en contra de Enrique Peña Nieto, Felipe Calderón y Vicente Fox Quesada, todo reducido a simples dimes y diretes.
Los carteles, dueños de la vida pública nacional. Cierto, hace 9 meses cuando la llamada Cuarta Transformación entró a Palacio Nacional la delincuencia organizada ya estaba aquí. Pero 9 meses después, aquí siguen. La última tragedia en Coatzacoalcos con la muerte por asfixia de 29 personas en el night club, “El caballo blanco”.
El video del periodista y escritor, Rafael Loret de Mola, padre de Carlos Loret de Mola, destituido del noticiero estelar matutino de Televisa, anunciando su retiro del periodismo ante los tiempos huracanados en su contra en el sexenio morenista.
La 4T… LLAMAN DE CARIÑITO
En el otro lado de la cancha, la medalla anual “Heberto Castillo” la figura legendaria de la izquierda, el maestro de la UNAM perseguido por Gustavo Díaz Ordaz en el movimiento estudiantil del 68 hasta encarcelarlo en el penal de Lecumberri.
Un hijo de Cuauhtémoc Cárdenas, Lázaro, ex gobernador de Michoacán, jefe de asesores del presidente de la república.
La propuesta al Congreso de la Unión para que el subcomandante Marcos, ahora Galeano, del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, antiguo conocido de AMLO, y el empresario Carlos Slim, otro amigo de AMLO, y la periodista Carmen Aristegui, amiga de AMLO, reciban la medalla Belisario Domínguez.
La concesión de una estación radiofónica y televisora a los cristianos evangélicos, la religión profesada por el jefe máximo, el tlatoani, el gurú, el tótem, el chamán.
El privilegio a los evangélicos para distribuir la Cartilla Moral con la que cada mexicano llevará una “Vida Virtuosa” en el país, incluso, con el nombramiento de coordinador general a un hijo líder de los cristianos.
El ajuste de cuentas en contra de la prensa incómoda e indeseable y en donde además del bombardeo diario en las mañaneras, la guerra cibernética en contra de ellos a cargo de los chairos de la Cuarta Transformación.
¡Oh, Cuarta Transformación!, igual de grande o más grande que la guerra de Independencia (Miguel Hidalgo y José María Morelos), la guerra de Benito Juárez (separar el Estado de la iglesia) y la heroica cruzada cívica de Francisco Ignacio Madero contra Porfirio Díaz.
La 4T… le llaman de cariñito.
GRAN FAMILIA REVOLUCIONARIA
El historiador siempre ha escrito que cada elite política en el poder sexenal aterriza con su club de amigos, socios, aliados y cómplices.
Al poder, dice un político priista, se llega con los amigos y si los amigos son capaces… con más razón.
Plutarco Elías Calles, el fundador del partido abuelito del PRI, el PNR, Partido Nacional Revolucionario, llegó con su grupo donde Alvaro Obregón era el jefe máximo.
El primer acto de gobierno del presidente Lázaro Cárdenas fue destituir a los quince gobernadores del país impuestos por Elías Calles.
Carlos Salinas destituyó a diecisiete gobernadores, aun cuando a unos los ascendió con un cargo público federal.
Porfirio Díaz Muñoz Ledo inició en política con Gustavo Díaz Ordaz y sigue ahora con AMLO.
Por eso mismo en el siglo pasado les llamaron “la gran familia revolucionaria”, pues el poder público significó y significa todavía el reparto de las mieles del poder, el dinero fácil, los negocios lícitos e ilícitos, el enriquecimiento inexplicable, los grandes privilegios en un sexenio.
El pago de lealtades a la orden del día, así provengan sus militantes de los partidos políticos enemigos y adversarios.
Un dicho popular dice que cuando un amigo se encumbra en la estratosfera política, en automático a todos les va bien, pues alcanzan impunidad para ordeñar el erario.
La 4T sueña con el ideal. La autoridad política, sostiene, viene de la autoridad moral. Pero en 9 meses, los deslices se han atravesado en el camino con grandes resbalones. El más canijo, la destitución del secretario de Hacienda y Crédito Público, Carlos Urzúa, más de veinte años amigo de AMLO, incluso, cuando fue su titular de Finanzas y Planeación en la jefatura de Gobierno del Distrito Federal.
Dejó de ser útil. Se enfrentó con sus principios y valores a obradoristas. Y lo sacaron de la jugada. Igual, igualito que en el tiempo priista y panista.
La política, decía Juan Maldonado Pereda, 4 veces diputado federal, “es un tragadero de hombres”. Ajuste de cuentas entre afines y desafines. El encumbramiento de los cuates. La homilía desde Palacio Nacional con el predicador.