Luis Velázquez
02 de abril de 2019
El activista social, Abiram Hernández, de 37 años de edad, abogado y sociólogo, fundador y defensor de Colectivos, fue asesinado el sábado 30 en Xalapa.
Y el presidente municipal, el morenista y académico de la Universidad Veracruzana, Hipólito Rodríguez, dijo:
“Poco a poco”… se combate delincuencia.
Ver para creer.
Ver para creer lo que dice el gobernador sobre la ola de violencia:
“Todo está bien”.
Y lo que ha dicho el secretario de Seguridad Nacional, Alfonso Durazo:
“En Veracruz, todo bajo control”.
El arzobispo de Xalapa, Hipólito Reyes Larios, dijo a sus feligreses en la homilía dominical:
“Únanse”… para combatir la inseguridad.
Casi casi, el mismo discurso del alcalde xalapeño:
“Cuídense unos a los otros”.
El secretario General de Gobierno, Erick Patrocinio Cisneros Burgos, una vez más inculpó al Fiscal de la violencia en Veracruz a propósito del asesinato de Abiram.
En tanto, ONG de derechos humanos del país y del extranjero claman justicia sobre el crimen de Abiram.
Y ONG de la diversidad sexual publicaron desplegado asegurando que ya basta de crímenes de odio.
Y el presbítero de Amatlán de los Reyes, también activista, Julián Verónica, exige justicia pronta, rápida y expedita por Abiram en un Veracruz que hacia el día 120 de la era Cuitláhuac sumaban 562 asesinatos de niños, mujeres, jóvenes, ancianos, hombres y malandros, y de los cuales 67 son feminicidios.
He ahí el retrato del poder y de un Veracruz huracanado y turbulento.
La dimensión de los políticos para mirar la realidad adversa.
A la altura, digamos, de cuando Javier Duarte gobernaba Veracruz y acuñó su frase célebre de que “Aquí, no pasa nada”.
QUE TOQUEN SALSA PARA MOVER EL BOTE…
Los dichos del alcalde de Xalapa, el gobernador y el secretario General de Gobierno y del secretario de Seguridad Nacional y hasta del arzobispo parecen, cierto, ocurrencias, y al mismo tiempo, pitorreos para, digamos, “lavarse las manos” igual que Poncio Pilatos y seguir para adelante sin escuchar el clamor social y que como en el caso de Soledad Atzompa llevó a la población a detener, linchar y quemar vivos a 6 malandros acusados de secuestrar profesores y como el caso del Valle de Uxpanapa donde la guardia comunitaria detuvo y linchó a un hombre que baleara a su esposa por la espalda y quien ayer lunes falleciera en el Hospital Regional de Veracruz.
Veracruz chorrea sangre y la población se desangra (familias migrando, casas en venta, comercios cerrados, virtuales Estados de Sitio y Toques de Queda en muchos pueblos, etcétera), y las elites políticas expresando con sus dichos su madurez emocional, su madurez social y su madurez neurológica.
Ver para creer.
La vida, prendida con alfileres en cada nuevo amanecer y el gobernador gritoneando que “todo está bien”, halagando sin cesar al presidente de la república como si fuera su tarea prioritaria.
Pero, cuidado, en cada gira de AMLO en Veracruz, y en el país, se estará informando con precisión de la temperatura social, igual, igualito que Lázaro Cárdenas del Río cuando fuera presidente y en cada gira siempre auscultaba los problemas locales y la política de cada gobernador y luego asestaba el manotazo, por ejemplo, hasta cambiando a los mandatarios.
Hubo inseguridad con Miguel Ángel Yunes Linares y Javier Duarte.
Pero ellos, primero, ya se fueron. Y segundo, ya fueron juzgados. Y ahora, la pelota huracanada está en la cancha del nuevo gobierno que desde hace cuatro meses tiene a la tierra jarocha sumida en la incertidumbre y la zozobra, incluso, como nunca antes, por ejemplo, con tantos feminicidios y tantos niños asesinados y tantos secuestros.
Pero, bueno, ya lo dijo el góber de MORENA, “todo está bien”.
Y también, el secretario de Seguridad Nacional, “en Veracruz, todo bajo control”.
¡Que sirvan, entonces, igual para todos y toquen salsa para mover el bote!
EL CARGO LES QUEDÓ DEMASIADO GRANDE
Una cosita es el discurso político y otra la realidad avasallante.
Una cosita es alardear que “vendrán tiempos bonitos, muy bonitos”, y otra que cada día estén asesinando a la población civil (tarea de Seguridad Pública) y los crímenes sigan en la impunidad (tarea de la Fiscalía).
Una cosita es pedir, porfis, por favorcito, a AMLO, el presidente, que resuelva, ajá, la inseguridad, y otra que el presidente diga que solo existirá con bienestar y trabajo, vaya forma de tirarse la pelota.
Una cosita es pintarse un mundo color de rosa, y otra, mil años luz de distancia, creer que la población lo cree.
Un día, como en Atzompa y el Valle de Uxpanapa, la población se declarará en insurgencia popular y se hará justicia por mano propia.
Luego, mantendrá la cólera social en su más alto decibel.
Y cuando llegue el día de la primera elección de cargos populares se vengará en las urnas.
Por eso, Yunes Linares y Javier Duarte perdieron la gubernatura con sus candidatos, además del nepotismo.
Sigan, entonces, los políticos, como dice aquel, con su discurso “bonito, muy bonito”, anunciando “tiempos bonitos”.
El cargo les ha quedado demasiado grande.
En cuatro meses está clara la realidad. Simple y llanamente, no pueden.
El desencanto social ya se siente, se olfatea, se percibe, está en la mesa, es plática de todos los días, a excepción, claro, del millón de indígenas y de los dos millones de campesinos y a parte singular de los tres millones de obreros condenados a la pobreza, la miseria y la jodidez de por vida.