Luis Velázquez
18 de mayo de 2019
La historia, decía Federico Engels, siempre se repite. Pero se repite, le reviró Carlos Marx, unas veces como tragedia y otras como comedia.
Y, bueno, habría de anotarse las siguientes viñetas del poder para que el lector lo derivara.
Primera viñeta:
José Vasconcelos, uno de los primeros políticos disidentes que se lanzara de candidato presidencial por la libre en contra de Plutarco Elías Calles, el fundador del PNR, partido abuelito del PRI, renegó de su fe religiosa, católica y apostólica durante toda su vida juvenil y adulta.
Hacia el final de sus días, nacido en 1888, fallecido en 1959, escribió su libro número veinte, intitulado “Lámpara votiva”, donde se arrepentía de sus pecados (el pecado de la soberbia, la cólera y la ira, y de sus excesos sexuales, etcétera) y anunciaba que regresaba a Dios.
Y la elite eclesiástica lo perdonó.
Segunda viñeta:
La cronista y escritora, Elena Poniatowska está cumpliendo 87 años. Ella es fans a morir de AMLO, el presidente de la república. Su santo laico y su héroe civil.
El diez de mayo del año que corre, la escritora acompañó a AMLO en la conferencia de prensa mañanera en Palacio Nacional.
Entonces, ante la infantería reporteril, levantó los brazos al cielo y según parece habló con su señora madre y le dijo, algo así:
–Mamá, tú que estás en el cielo, ojalá estuvieras aquí. Tú, mamá, estarás muy contenta porque aquí en México somos muy felices.
Es la primera vez en tantos años que tenemos un presidente de la república bueno y honesto.
México, mamá, va bien”.
Desde luego, mucho se duda que en el cielo, como se afirma en el ritual católico, estén los muertos. Además, un muerto “polvo es y en polvo se convierte”.
Y, bueno, si la escritora tiene la facultad de hablar con su señora madre, ya fallecida, en la rueda de prensa mañanera, todo es posible en la paz si se considera que tanto Francisco Ignacio Madero como Plutarco Elías Calles creían en los médiums y se comunicaban con ellos en sesiones espiritistas.
Incluso, Benito Juárez, convertido en un espíritu enlazado por Madero en una sesión, le dijo que se lanzara de candidato presidencial porque tumbaría a Porfirio Díaz, al grado de que Juárez fue el coordinador general de su campaña.
EL NIÑO DIOS AMLO…
Tercera viñeta:
Todo es posible en la paz.
Por ejemplo, José Alejandro Solalinde Guerra, el sacerdote de la Teología de la Liberación, fundador del albergue de migrantes “Los hermanos en el camino”, con sede en Ixtepec, Oaxaca, y filial en Acayucan, descubrió, primero, san Pedro camino a Damasco, que AMLO “tiene mucho parecido con Dios.
Luego, en un acto público apareció cargando un Niño Dios con la cara, ni más ni menos, que de AMLO.
Más todavía, a su lado el senador Martí Batres validó la aparición.
Lástima que el abad de la Basílica de Guadalupe, Schulenberg, se acelerara en el siglo pasado y de pronto, ¡zas!, dijera a la prensa que la Virgen de Guadalupe y el indio Juan Diego eran un invento y nunca, jamás, existieron.
Entonces, los jerarcas de la iglesia lo destituyeron y lo confinaron por ahí a un monasterio condenado a nunca regresar al mundo.
LA NUEVA INTÉRPRETE DE MÉXICO
Cuarta viñeta:
Por decreto, las primeras damas, tan aclamadas en los tiempos priistas y panistas de la nación, fueron desaparecidas.
Pero…, en las redes sociales y quizá en la mayor parte de las estaciones radiofónicas, se escuchan los discos donde la esposa de AMLO debuta como intérprete.
Primero, grabando un disco donde alterna con Tania Libertad y Armando Manzanero.
Y luego, donde debuta como solita, cantando, digamos, mejor dicho, susurrando las canciones al mejor estilo de Susana Zavaleta.
Por eso mismo, en la Procuraduría del Medio Ambiente del gobierno de Veracruz, los jefes citaron a los burócratas para que escucharan el disco de la esposa del presidente de la república y todos la aclamaran.
Pronto, claro, los discos serán la gran revelación del año.
¡Pobrecita de Belinda, la Marilyn Monroe de México, que como coach de “La Voz Azteca” pensaba que la venta de sus discos se dispararía!…
EL VIAJE ESOTÉRICO
Quinta viñeta:
La mayor parte de los Morenistas andan por la vida pública como seres iluminados, enviados de Dios, el parteaguas de la política con el antes (priistas y panistas) y el ahora (ellos), los anteriores, pillos y ladrones, y los actuales, ángeles de la pureza.
Nada más emblemático en la nueva era del país con, uno, los llamados “Siervos de la Nación”, luciendo su chaleco con la insignia como toreros en tarde de luces o beisbolista cargado en brazos luego del juego grandioso de estrellas.
Dos, los llamados “chairos”, el ejército de las redes sociales listo para tundir al mismo Luzbel, si es necesario.
Tres, igual que los rojos y los azules, los morenistas en la soberbia total.
La imagen más posicionada es la siguiente:
“Lo que diga mi dedito”.
La frase más indicativa:
“Me canso… ganso”, a tal grado que ya nadie se acuerda que Tin Tán la puso de moda en una película con el mismo nombre.
El grado máximo del idealismo utópico lo resumió, primero, Solalinde, con el Niño Dios con cara de AMLO.
Pero Elena Poniatowska lo destronó cuando en el Palacio Nacional levantó la mirada, más que al cielo, al techo, y habló con su señora madre ya fallecida.
Cualquier viaje esotérico a un planeta de la galaxia es mera coincidencia.
Después de la levitación de la “Poni” como le llaman sus amigos, solo queda prender fuego a sus libros y leer la Biblia en el Apocalipsis.