Luis Velázquez
05 de julio de 2019
Según Arthur M. Schlinger, “La era de Roosevelt”, un pueblo resucita cuando atrás de la generación política en el poder hay “un fondo de ideas, esperanzas y experiencias”.
Pero en el caso de Veracruz, ni hay ideas ni tampoco esperanzas, y menos, mucho menos, experiencias.
Si algún Morenista fanático y devoto, por ejemplo, asegurara que hay ideas, bastaría referir que solo cacarean el ideario obradorista.
Y que también hay esperanzas, 7 meses después el desencanto social.
Y experiencias, habría de anotar que la mayoría del gabinete legal y ampliado del gobierno de Veracruz llegaron al cargo, sin fogueo en el frente de la batalla social ni curtidos en la trinchera ni lecturas políticas, vaya.
Y lo peor, así fueron encumbrados en cargos secretariales para, inexpertos, tomar decisiones.
La historia dice que un político solo puede evaluarse de entre 10 a 25 años después de muerto.
Pero en tan poco y breve tiempo, 7 meses, el gobierno estatal ya descarriló y desplomó a Veracruz.
Y lo peor, Veracruz un desastre social, considerado el granero de votos en el país, en riesgo de perder el año 2021 con las elecciones de presidentes municipales, síndicos y regidores y diputados locales y federales.
También se dice que solo cuando una generación política llega a la cresta siguiente puede mirarse hacia atrás.
Ahora, ya se llegó a la cresta. Asesinatos, feminicidios, infanticidios, secuestros, políticos ejecutados y plagiados, iglesias cerradas, cero obra pública, empresas quebradas, desempleo y subempleo, salarios de hambre, y cada vez más y más vacíos los restaurantes, integran el saldo de MORENA.
Lo peor de todo se daría si hay resignación social. Nada, diría un ciudadano, podemos hacer. Pero por delante todavía quedan 5 años y 5 meses y ni modo de cruzarse de brazos.
“No dejes de luchar” dirían What Whitman y Bob Dylan.
Inadmisible, por ejemplo, la vida prostrada ante los carteles y cartelitos, pero más aún, ante el desdén, la ineficacia y la ineficiencia gubernamental.
DÍAS GRISES Y TRISTES
Todos los días amanecen, a veces lluvioso, por la temporada, pero siempre grises y tristes.
En cada amanecer, hay familias velando el cadáver de un pariente asesinado el día o la noche anterior.
La oscuridad de cada día aumenta y multiplica el miedo, el terror, el horror, la angustia, la impotencia, el desgano, las mentadas de madre, la depresión, los ciudadano silenciados y el desgano, y que integran, todos juntos, la amplia gama de emociones, sensaciones, actitudes y percepciones fermentadas en el corazón social.
Con tantos balazos y sangre chorreando se vive una atmósfera social solo comparable, o peor, a una ciudad “sitiada en el tiempo de guerra” (Ibídem).
En la guerra entre el ejército de Carlos Salinas de Gortari y el EZLN de Marcos en 1994 en Chiapas cuando solo hubo doce muertos, en tanto en 7 meses en Veracruz van mil 27 asesinatos.
Los días grises, el cielo plomizo, las conversaciones cargadas de miedo, los sacerdotes cerrando iglesias, los feligreses en procesión con el Santísimo en las calles, los padres prohibiendo a los hijos salir en las noches y viajar en carretera, el gran legado histórico y social de MORENA.
Y todavía así, el góber de AMLO gritoneando como el pastorcito del cuento oaxaqueño que “yo sí logré mejorar la seguridad en 6 meses”.
Allá, entonces, los pobrecitos ingenuos ciudadanos que todavía le crean…, pues de ellos será, digamos a tono con la política nacional, “el reino de los cielos”.
EL RECHAZO SOCIAL
El primero de junio del año anterior, Veracruz, y gracias, claro, a AMLO, se encumbró su góber jarocho. De una colonia popular de Xalapa donde vivía… lo trascendió a la silla embrujada del palacio y al estrellato nacional.
Pero aquella población electoral lo comenzó a evidenciar en los primeros meses y 7 meses después el rechazo.
Peor aún, se pitorrea de sus dichos y acciones, al grado que, por ejemplo, muchos políticos de MORENA se persignan en cada nuevo amanecer para que en nombre de los evangélicos y los cristianos el góber, siguiendo el Eclesiastés, se amarre la lengua para evitar decir “burradas” como en su momento asegurara el diputado Wenceslao Gutiérrez Martínez de los reporteros.
Cuidado, sin embargo, en el primer círculo del poder (Eleazar Guerrero, Leslie Garibo, Tania Carola, Rosalinda Galindo y Dorheny García Cayetano) para estar pendientes, porque la historia enseña que un cargo pública se deja, primero, por enfermedad, y segundo, cuando se fallece, y tercero, cuando hay una muerte política, y cuarto, por un despido, cese fulminante del jefe de jefes del altiplano a partir del eje rector de que su presencia se ha vuelto dañina.
El reino de Cuitlalandia parece transitar por ese camino lleno de espinas y cardos, pues antes del primer mes del semestre las rosas y los nardos quedaron agotados.
Vive y padece Veracruz silencio embarazoso.
Ante la incertidumbre y zozobra, la población ignora el paso siguiente.
¿Callar, luchar, resignarse, esconderse en casa, migrar a otras entidades federativas o al extranjero, desbordarse en las redes sociales, hacer cadenas de oración, formar parte de guardias comunitarias, detener, linchar y quemar vivos a los malandros, rezar el padre nuestro como dice el arzobispo, conspirar en el café con un lecherito y una canillita recién horneada y quemadita, mentar madres?
Los días son grises y el cielo sigue plomizo. Y plomado bajo el lema universal de “pan o palo” y “plata o plomo”.