Luis Velázquez
Veracruz.- Cuando todos creíamos que después de Javier Duarte, el peor infierno del mundo se había expresado, llegó Miguel Ángel Yunes Linares con sus huestes.
Y cuando pensábamos que luego de Yunes solo el vacío, entró al palacio de Xalapa Cuitláhuac García y su estampida de búfalos, y entonces, ni hablar registramos atónitos y sorprendidos que todavía hay espacio para el asombro.
Por ejemplo, “la plenitud del pinche poder” de los Morenistas fue alcanzada el martes 7 de mayo en la ciudad de Veracruz con el diputado local, Wenceslao González Martínez, quien igual que aquel “tiró su espada en prenda”, gritoneó que “los valientes no asesinan” y para defender al secretario de Seguridad Pública por la pregunta incómoda de los reporteros sobre la ola de violencia, lanzó su frase célebre:
“No pregunten burradas”.
Así, y luego de esperar dos horas afuera de las oficinas de la delegación de la Fiscalía General de la República en la ciudad de Veracruz para una entrevista callejera aprisa y con prisa, los reporteros escucharon sorprendidos la filosofía política, experiencia social y prudencia y mesura del diputado local, le respondieron de la siguiente manera:
“Más respeto, no somos tus empleados”.
Pero, bueno, más allá del revire, una vez más queda consignada la altura de miras, la calidad de estadistas y la estatura política y moral de los Morenistas, a tono, digamos, como cuando el entonces diputado federal, el panista Rafael Acosta Croda aseguró que “los reporteros son unos muertos de hambre”.
Acaso uno y otro bien podrían formar el club de “Los admiradores de los reporteros” con el secretario de Seguridad Pública de Javier Duarte, Arturo Bermúdez Zurita, ex convicto del penal de Pacho Viejo, cuando en una comparecencia en el Congreso miró entrar a los periodistas de la fuente y desde el fondo de su hígado y corazón se le salió la siguiente frase bíblica:
“¡Pinches medios!”.
La frase que, por cierto, sirviera para que la presidenta de la Comisión Estatal de Atención y Protección a Periodistas, Namiko Matzumoto, glorificara a Bermúdez y lo invitara a un desayunito con sus staff en las oficinas centrales de Xalapa.
El último bombardeo fue el lunes 13 en Xalapa cuando el secretario General de Gobierno dividió a los reporteros en el Cartel del Fiscal y el Cartel de Cuitláhuac y amenazó al gremio, aun cuando más tarde en un tuit quiso deslindarse toda vez que el daño estaba hecho.
HISTORIA DE RASPONES
Eso de que los reporteros “preguntan burradas” es viejo, mítico, histórico, legendario.
Quizá tuvo origen cuando los heraldos, pregoneros del recuerdo, andaban de pueblo en pueblo contando historias pasadas y se convirtieron en los primeros periodistas del mundo y cuando llegaban a cada demarcación deseaban saber más cosas y habrían preguntado “burradas”.
Pero, y por ejemplo, Porfirio Díaz Mori solucionó el desaguisado disponiendo que los reporteros “han de maicearse” para tenerlos gusto, en tanto dispuso cargos públicos menores y becas en el extranjero para los intelectuales.
Francisco I. Madero ordenó cerrar la llave a los medios, pero al mismo tiempo se la abrieron Félix Díaz, el Inspector de Policía en la Ciudad de México sobrino de don Porfirio, y Victoriano Huerta, el asesino intelectual de Madero, y su vicepresidente, José María Pino Suárez.
Plutarco Elías Calles, gobernador de Sonora, envió una cartita a Alvarado Obregón, encaramado ya en el gobierno federal, con la siguiente frase, entre otras:
“Ya estamos llegando al poder. Necesitamos un periódico” y lo fundaron.
José López Portillo tomó la siguiente decisión ante la prensa crítica:
“No te pago para que me pegues” y la mayoría de medios se volvieron sumisos.
Patricio Chirinos Calero, con su jefe de prensa, estableció una sola línea para los medios, igual que Porfirio Díaz:
“Pan o palo”.
Miguel Alemán Velasco ordenó a su secretario General de Gobierno, Flavino Ríos Alvarado, filmar a los reporteros con una cámara secreta cuando cobraban su mensualidad, además de entregar una copia de la credencial de elector.
Con Fidel Herrera Beltrán, la regla fue “todos adentro”.
Javier Duarte gastó trece mil millones de pesos en su casi sexenio para los medios a cambio de que le tiraran incienso a su paso.
Miguel Ángel Yunes Linares determinó, igual que AMLO, que “los medios han de vivir de sus medios”.
Jaime Téllez Marié, entonces su secretario de Seguridad Pública, desdeñó a los medios y dijo que “siempre preguntan y escriben lo mismo”.
Y ahora, con Cuitláhuac García, luego de 5 meses y medio con la llave cerrada a la prensa, su diputado local, Wenceslao González Martínez resume la filosofía mediática de MORENA:
“No pregunten burradas”.
Vamos bien, decía Duarte, y “pronto, dice Cuitláhuac, vendrán tiempos bonitos, bonitos entre los bonitos” y que, digamos, en materia de prensa, ya llegaron.
Los reporteros, creen algunos políticos de izquierda, preguntan (y escriben) burradas.
EL BURRO, ANIMAL MÁS INTELIGENTE
Una animalista dice que los burros son los animales más inteligentes y por eso mismo cuando el diputado pluri de MORENA, Wenceslao González (licenciado en Educación, docente frente a grupo, presidente de la Comisión de Seguridad Social y secretario de la Comisión de Transporte y Tránsito y miembro de la Comisión de Vigilancia del Congreso, encargada de fiscalizar el recurso público) defiende con ardor al secretario de Seguridad Pública acusando a los reporteros de preguntar puras burradas, en realidad, reconoce, digamos, la inteligencia de los diaristas.
Quizá.
Pero en el lenguaje popular, convocar el concepto de “burradas” tiene otra connotación, quizá tratando de “pisar los talones” a ya saben quién con aquello de “la prensa fifí y conservadora”.
En todo caso, el señor diputado habría quedado a la altura de “Los siervos de la nación” y los chairos, el famoso ejército de cibernautas dispuestos a ofrendar su vida (como el góber en la lucha contra la inseguridad) para legitimar a su secretario de Seguridad Pública a quien desde la LXV Legislatura toca evaluar y dictaminar en su vida pública.