Ciudad de México (EFE).- Una crisis climática de dimensiones catastróficas, un “cisne verde”, se avecina y la humanidad ha demostrado con la actual pandemia que no está preparada para afrontarla, consideraron este jueves expertos en entrevista con EFE.
El “cisne verde”, término recientemente acuñado por el Banco de Pagos Internacionales (BPI) para referirse a eventos producto de la crisis climática de graves consecuencias, cobra especial relevancia este 26 de marzo, cuando se conmemora el Día Mundial del Clima.
La pandemia de la COVID-19 es un aviso de lo que el “cisne verde” puede implicar a los sistemas mundiales, declaró a EFE Pablo Ramírez, experto en clima y energía de Greenpeace.
Esta nueva expresión proviene del “cisne negro”, usada desde 2008 en episodios no pronosticados que han impactado gravemente la economía mundial. “Y el coronavirus tiene plumas de ‘cisne negro'”, explicó Ramírez.
“Nuestros sistemas económicos, la economía global, es muy frágil ante las crisis, lo estamos viendo ahora mismo”, señaló al hablar de esta pandemia que ha dejado más de 410.000 casos y 18.000 muertos a nivel mundial.
CATÁSTROFES DE ORIGEN NATURAL
Según afirmó a EFE Andrés Ángel, asesor científico de la Asociación Interamericana para la Defensa del Ambiente (AIDA), el origen de la pandemia tiene que ver con el tráfico de especies y el uso indiscriminado de fauna silvestre.
La destrucción de los hábitats que desplazan especies, como el
murciélago y el pangolín, y las ponen en contacto con los humanos
aumenta la posibilidad de transmisión de enfermedades propias de los
animales salvajes, como se investiga en el caso del SARS-CoV-2, dijo.
Destacó además que “el calentamiento global está derritiendo Groenlandia a una velocidad increíble, casi 6 veces la de la Antártida”,
donde habitan varios tipos de microorganismos enterrados bajo unos 3
kilómetros de hielo que no han salido de ahí desde hace millones de
años.
Cuando estos se liberen “no tenemos la menor idea de qué es lo que va a pasar, porque son microorganismos muy antiguos con los que nunca hemos convivido”, advirtió.
Aunque no se ha comprobado que la pandemia de la COVID-19 tenga una relación directa con la crisis climática, es una muestra de que las estructuras a nivel mundial no están preparadas para eventos de tipo “cisne verde”, subrayó Ramírez.
GRAVES EFECTOS DE UN “CISNE VERDE”
Estos episodios son impredecibles y transformarían irreversiblemente el
planeta por el aumento en la concentración de gases de efecto
invernadero en la atmósfera, señala un reporte del BPI publicado en
febrero.
Desastres naturales cada vez más frecuentes y de mayor
magnitud, escasez de recursos hídricos, pérdidas de cosecha y
enfermedades relacionadas con el cambio climático, como el dengue,
también representan un riesgo permanente para la humanidad, indicó
Ramírez.
“Son modificaciones y son alteraciones en los ecosistemas que no son reversibles, entonces, no hablamos de una crisis contingente (como el coronavirus), es una crisis que va a durar muchísimo tiempo”, afirmó.
Consideró que la única forma de frenar esta crisis es mediante el cumplimiento de las metas climáticas y el Acuerdo de París.
Pero “los científicos nos alertan que la meta que tenemos que tener en
mente como planeta es de 1,5 grados de aumento con respecto a la
temperatura preindustrial, es decir, de finales de 1800”, detalló.
Sin embargo, continuó, “la trayectoria nos indica que vamos a estar 4,5 grados arriba a finales del siglo”.
De cumplir este pronóstico, se avecinaría un colapso socioecológico donde los eventos tipo “cisne verde” van a dejar de ser raros y se van a volver periódicos, agregó Ángel.
“Todos los días vamos a tener un problema de dimensiones catastróficas.
Cuando usemos en un solo año lo que el planeta puede regenerar en dos o
en tres vamos a ver esos impactos”, advirtió.
DEUDA ECOLÓGICA
El “día de la deuda ecológica” es un indicador que
determina el momento del año en que la humanidad consumió los recursos
que el planeta puede regenerar en 365 días.
En 2019, el llamado “día de la deuda ecológica” tuvo lugar el 29 de julio.
A pesar de que la pandemia ha traído efectos como disminución de
emisiones en las ciudades y especies que han regresado a sus hábitats,
para la mayoría de organizaciones ambientales la crisis climática sigue
siendo una preocupación capital.
“Algo cambió afuera y nosotros nos vemos obligados a tener cambios en
nuestro estilo de vida por el momento. Pero nada ha cambiado en nuestra
forma de pensar”, lamentó Ángel. EFE