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Un feminicidio más, mujer decidió suicidarse

El Piñero

  • Un cadáver en el camino

Luis Velázquez

VERACRUZ.- UNO. Un cadáver en el camino

Nadie, ni vecinos ni policías, supo su nombre. Sólo que su cadáver estaba tirado boca arriba sobre un camino de terracería que lleva de Juan Díaz Covarrubias a Cuatotolapan, según venga, claro, se vaya, si de aquí pa´allá o al revés.

Fue el martes santo, 27 de marzo. Un feminicidio más en un Veracruz donde hay dos Alertas de Género y en donde seis de cada 10 habitantes son mujeres.

Ella vestía un modesto pantalón de mezclilla, quizá comprado en el tianguis. Una blusita color negro y unos tenis en color rojo y negro.

Y entre las piernas una gorra color rojo con las iniciales “L. A.”, que bien podrían significar Los Angeles, o el inicio del nombre de la exitosa película de “La la la”…o como el caso de Carmen Mondragón quien cuando se volviera amante del Dr. Atl le cambió el nombre y le puso el de Nahui Ollin.

Por eso, en calidad de desconocido el cadáver fue traslado a medicina forense de San Andrés Tuxtla para engrosar la lista de los candidatos a la fosa común, aun cuando los señores detectives de la Policía Ministerial investigan si pudiera tratarse de una mujer secuestrada en Catemaco ese mismo día en la mañana.

 

DOS. Sara Eunice se suicidó

Se llamaba Sara Eunice. Tenía entre unos 35 a 40 años. Y en el edificio denominado, oh rara y extraña coincidencia, “La Casa Blanca”, en su departamento en el Frac. Casas Geo de Coatepec, fue hallada sin vida.

Incluso, el cuerpo en estado de descomposición.

Porfis, que nadie mal pensado crea o sienta o perciba que se trata de un feminicidio más.

¡No!

Todo indica, dice la policía, que pudo… pudo… pudo tratarse de un suicidio.

A: El cuerpo tenía días sin vida.

B: Los vecinos lo identificaron a partir de los olores fétidos que les llegaron.

C: La policía halló, dice, una botella de alcohol totalmente consumida a un lado del cadáver.

Y por tanto, basados en la botella vacía su olfato y experiencia criminológica les indicó que ella misma se había cortado la vida luego de tomarse una botella de licor.

Ningún rastro de una compañía. Que vivía sola.

En los calores, dicen los expertos, algún tipo de personas tiende a quitarse la vida, aun cuando Judas se ahorcó colgándose de un árbol en el invierno, mucho tiempo después de traicionar a Jesús y comprarse un ranchito con las 30 monedas pagadas por los fariseos.

 

TRES. Veracruz, en la numeralia negra

 

Dos mujeres con destino incierto:

Una, fue asesinada. Y la otra, que se suicidó.

De cualquier forma, Veracruz en la numeralia negra de la muerte.

Si fue ejecutada, malo.

Si se quitó la vida, malo.

Veracruz, en los primeros lugares nacionales de feminicidios y por eso mismo dos Alertas de Género. Una, gracias a Javier Duarte. Y la otra, a la yunicidad.

Veracruz, en los primeros lugares nacionales de suicidios.

“Somos muchos”, diría la ideóloga duartiana, Anilú Ingram, para justificar el número de pobres.

La vida, ni modo, es así:

Con 212 municipios, la tercera entidad federativa más poblada del país luego de la Ciudad de México y el Estado de México, un estado más grande que varias naciones de América Central como Nicaragua, Salvador, Honduras y Guatemala, la naturaleza humana alcanza dimensión estelar.

Y por añadidura, se reproduce el sistema social de pobres y ricos, buenos y malos, inocentes y asesinos, alegres y depresivos, con buena vibra y mal karma.

Hemos, entonces, y de paso, de compadecernos de los políticos que suelen pelearse a muerte para gobernar a los 8 millones de habitantes de Veracruz.

 

CUATRO. Catástrofe jarocha

 

Mal anda la política social para las mujeres.

A: Primer lugar nacional en adolescentes embarazadas.

B: Primer lugar nacional en mujeres enfermas de VIH.

C: Primer lugar nacional en cáncer de mama.

D: Primer lugar nacional en producción y exportación de trabajadoras sexuales que han de subastar su cuerpo para llevar el itacate y la torta a casa.

E: No obstante la cuota de género, el 70, 80 por ciento de los cargos públicos en manos de hombres.

F: Un número incalculable de feminicidios, la mayor parte en la impunidad.

G: Un secretario de Seguridad Pública que se “lava las manos” diciendo que la violencia contra las mujeres se debe al maltrato familiar.

H: Un Fiscal que cuando le reclaman sobre mujeres (y hombres) secuestradas contesta con el cinismo más obsceno: “¿Cuál prisa si los desaparecidos… desaparecidos están?”.

I: Un Fiscal despreciativo con las ONG de familiares de desaparecidos irreverentes cuyo único delito es cuestionar la política oficial.

J: Una profunda, inalterable generosidad azul para otorgar 700 mil despensas alimenticias y apoyos extras a madres solteras y becas a los hijos de madres solteras, pero con la doble, triple estrategia para seducir su voto del primero de julio hacia una tendencia partidista.

K: Una población femenina insatisfecha con su calidad de vida, desde los salarios desiguales con los hombres en las empresas privadas y en las dependencias públicas hasta las razones sociales para ser felices.

Por un lado, las matan y arrojan en despoblado, y por el otro, el corazón descarrilado, prefieren suicidarse.

 

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