➡Llega Salomón Jara a Jalapa de Díaz por tercera ocasión en menos de seis meses
Editorial | PIÑADERO
Tuxtepec, Oaxaca.- Más allá de una relación amical y respetuosa, las constantes visitas de Salomón Jara a Fernanda Barbosa viuda de García solo podrían significar una cosa:
su amor, amor por Jalapa de Díaz.
Para nadie es un secreto que entre el gobernador Salomón Jara y Fernanda Barbosa existe un vínculo muy fuerte que, lejos de la cordialidad política, demuestra la consolidación de una gran relación que nació gracias a Arturo García, el extinto presidente cuyo crimen hoy, en tiempos de Primavera Oaxaqueña, sigue impune.
Esta es la tercera ocasión –en menos de seis meses– que Salomón Jara pisa tierra mazateca. Y lo hará, muy seguramente, para anunciar la conclusión del anhelado hospital que lleva más de 15 años abandonado y por el cual Arturo García luchó hasta el día de su condenable muerte.
De no ser así, no se entendería la enésima visita del gobernante, pues en la actualidad, el hospital es la demanda social más insistente y más importante, pues muchas vidas siguen corriendo peligro a causa del desinterés, por no contar con ese hospital que, en campaña, el presidente Obrador prometió echarlo a andar en su primer año de gobierno. Y no cumplió.
En este encuentro, también, se espera que el gobernador anuncie justicia para Arturo García. Y hacerle saber a su familia que, desde su trinchera gubernamental, hay presión para que la Fiscalía General del Estado (FGE) ofrezca avances significativos para que su crimen no quede en la impunidad.
Estos anuncios, en caso de darse, serían un manotazo de justicia, tanto para la población indígena que urge de atención médica de calidad como para un pueblo que pide que la Ley se aplique contra quienes cegaron la vida de un líder social en crecimiento, una promesa política que no alcanzó a desarrollarse a plenitud.
Se espera, pues, que la relación de Fernanda y Salomón se afiance y derive en resultados exitosos para Jalapa de Díaz pues, quienes conocen de la política cuenqueña, saben que una amistad como la que exhiben no la tiene cualquiera. Y que, si no es bien aprovechada, podría tocar los terrenos de la decepción en un pueblo que está ávido de progreso.
Fernanda, entonces, tiene hoy la envidiable oportunidad de ser una de las presidentas consentidas cuya proyección política, vaticinan algunos, podría crecer a pasos agigantados. Incluso, ya hay quienes la observan en una curul federal, alguna secretaría o de lado, muy cerca, del gobernador.