Luis Velázquez | El Piñero
16 de agosto de 2021
UNO. Festín deportivo
Unas veces el sábado y otras el domingo, el festín deportivo de los amigos jugando beisbol termina en un festín gastronómico.
Juegan beis con pasión volcánica. Cada uno va acompañado de la esposa y los hijos. Y todos conviven con la misma intensidad donde el único límite es la libertad y la imaginación.
El juego preliminar es entre dos equipos de niños. Luego, viene la competencia entre los adultos.
Todos saben que luego del juego, el festín de una comelitona es la gran pachanga donde todos se carcajean recordando jugadas y pichadas y es la tarde/noche cuando se retiran del campo llanero.
DOS. Cada uno lleva un platillo
Cada jugador con su pareja suele llevar un platillo como ofrenda para todos. Y entre todos, en el campo deportivo, se cooperan para comprar cartones de cerveza y unas botellitas para echar algo fuerte al estómago.
La señora L., por ejemplo, dice con alegría que se ha convertido en una viciosa y durante aquella jornada deportiva se toma hasta doce “chelitas”, y lo más importante, sin perder el control eufórico ni la alegría de convivir.
TRES. Dichosos de estar juntos
Los hombres suelen pasar de la cerveza al licor, pero vaya paradoja de la vida, nunca a nadie se le trepa el alcohol y siempre permanecen serenos y tranquilos, felices y dichosos de estar juntos sin que una borrasca oscurezca la relación amical.
El simple gusto de la convivencia entre los amigos, pues, unidos por el beisbol, sin andar soñando con participar en las grandes ligas ni tampoco en escuelas de beisbol, pues, dicen, el beis se aprende en el juego, el campo deportivo, la práctica, bateando la pelota.
CUATRO. Tribus que se cuidan
Tan felices son los casi cincuenta beisbolistas que entre sus hijos han florecido parejas y hay parejas hasta de niños que ya desde ahora se quieren y juegan a los encantados entre ellos y también a las escondidas.
Es un ritual sagrado y religioso que viene desde “la noche de todos los tiempos” con los abuelos, sin necesidad de que la autoridad los empuje y anime y reanime.
Entre ellos mismos se reciclan y cuidan de que nadie ajeno se entrometa.
CINCO. Debut y despedida
La vida, sin embargo, es misteriosa y sorpresiva. De entre ellos salió el gran beisbolista de Paso de Ovejas, bautizado por los reporteros deportivos como “El rápido de Cantarranas”, su ranchería.
Era tan bueno que pronto logró espacio en el beisbol nacional.
Pero, caray, junto al éxito deportivo llegó la vida frívola con nuevos amiguitos, ajá.
Y “El rápido de Cantarranas” fue debut y despedida, como por ejemplo, suele pasar a muchos artistas.
SEIS. Equipos de mujeres
Los padres fomentan el beisbol entre los hijos y tienen dos equipos y cada ocho días juegan y se divierten con los niños y celebran sus pifias, seguros y conscientes de que todo sirve de aprendizaje, pues ellos mismo así, tal cual, aprendieron.
Tanto entusiasmo hay que las señoras entrenan y practican pues han decidido formar dos equipos de beisbol con puras mujeres, solteras y casadas y divorciadas y viudas, como dicen echándose la carcajada batiente.
Se trata, dicen las señoras, de la cuota de género, porque todos somos iguales. Y si los hombres, sus parejas, se apasionan tanto por el beis y al que consideran lo más importante, ellas ya se cansaron de formar parte del paisaje.
También jugarán.
Y de seguro, el reality-show será mucho más interesante.