- Con el ejercicio ya camina
Luis Velázquez/ Escenarios
Veracruz.- UNO. Fidel Herrera se rehabilita
Fidel Herrera Beltrán sigue en rehabilitación física. Antes, andaba en silla de ruedas. Ahora, y por fortuna, mejora de forma sustancial. Por ejemplo, un amigo que lo visita dice que ya camina. Casi casi, dejando la silla.
Y lo mejor, lleno de entusiasmo, con el ADN cuenqueño.
Disciplinado como siempre ha sido, reciclado consigo mismo, es el más puntual para su rehabilitación.
Ninguna duda existe de que Fidel es una de las lumbreras más incandescentes, cierto, de la política estatal, en donde otros personajes de la vida pública han caminado como por ejemplo, Antonio López de Santa Anna, Miguel Alemán Valdés, Adolfo Ruiz Cortines y Fernando Gutiérrez Barrios.
Pero más aún, de la nacional, en donde participara en las grandes ligas.
Fue suficiente, por ejemplo, que don Rafael Murillo Vidal y Rafael Arriola Molina lo proyectaran como uno de los jóvenes oradores de Luis Echeverría Álvarez en la campaña presidencial para que al triunfo electoral fuera bien visto por el expresidente y luego enseguida enviado a Londres a un posgrado.
Y a su regreso, su incorporación a la política nacional como diputado federal, donde cuatro veces lo fue, además de la senaduría.
Contemporáneo de un montón de priistas relevantes, Fidel jugó en los mejores foros y desde que iniciara en política estudiantil en la escuela secundaria en Ciudad Alemán y luego en Tuxtepec y después en Xalapa y luego en la UNAM, jamás, hasta el final de su carrera como gobernador de Veracruz, se bajó del caballo.
Su inteligencia y talento está fuera de duda.
Además, su ingenio y chispa.
DOS. Un político con chispa
La chispa de Fidel es así:
Don Julio Scherer García, el Francisco Zarco del siglo XXI que así lo describiera el escritor Carlos Fuentes Macías, aseguraba que entre políticos y periodistas “hay un matrimonio por conveniencia”.
Juan Luis Cebrián, el reportero fundador del periódico “El País”, de España, dice que entre políticos y periodistas hay “una relación de acercamientos y distancia según la circunstancia”.
Fidel acuñó para la historia política de la comunicación social la siguiente frase:
“Un succionador (de los medios) es aquel que lo misma mama arriba que abajo con tal de quedarse con el recurso lácteo”.
Nadie, por ejemplo, como él, ha resumido la historia de los políticos y los medios encumbrados, donde las partes se utilizan de manera recíproca, unos para dar el billete fácil y otros para recibirlo a cambio del incienso al paso del político.
Y desde luego, ocultar la corrupción de los funcionarios públicos.
Y más, porque la vida es así aquí en el país como en el resto de América Latina y quizá de partes del segundo y tercer mundo, considerando que en el primer mundo hay negocios superiores y que, bueno, pueden incluirse en la lista negra.
TRES. “Un poquito de gracias y otras cositas”
Durante más de veinte años, Miguel Ángel Yunes Linares la ha pasado alimentando un resentimiento y un odio en contra de Fidel, sus razones de fondo ellos sabrán aun cuando algunos biógrafos dicen que se debió a varios líos de faldas, públicas entre los políticos de aquellos tiempos.
Y, bueno, nada enfurece tanto…
El caso es que ahora cuando el gobernador Yunes ascendiera al máximo poder político estatal, nadie dudó de que Fidel sería ingresado al penal de Pacho Viejo.
Estamos a un mes y medio de concluir el periodo constitucional del Yunes azul y Fidel está libre, sigue libre.
Hace unas semanas, Yunes intentó otra vez llevarlo a juicio con aquel asunto de las inyecciones de agua aplicadas a los niños con cáncer y que el secretario de Salud, doctor José Narro Robles, exrector de la UNAM, asegura que nunca, jamás, hallaron pruebas.
El caso es que Fidel, igual que muchos cuenqueños, “se le escapó al diablo” y para escaparse al diablo “se necesita (como La bamba) un poquito de gracias y otras cositas”.
CUATRO. La sucesión de Miguel Alemán a Fidel Herrera
Miguel Alemán Velasco gobernaba Veracruz. Se acercaba la sucesión. El mismo Alemán puso en la cancha, parece, a once aspirantes y suspirantes, entre ellos, a Fidel Herrera y Juan Maldonado Pereda, su amigo entrañable.
Fidel salió ungido.
En aquellos días, Alemán invitó a Maldonado a un viaje en el avión oficial de Xalapa a la Ciudad de México.
En el vuelo, de pronto, Maldonado rompió el silencio:
–Me dijiste que todavía faltaba tiempo para el destape. Ya salió Fidel.
–Sí, ya salió Fidel.
–Te pedí una oportunidad y me dijiste que esperara. Que no me moviera. Y Fidel se anduvo moviendo.
–Sí, se anduvo moviendo.
–Salió.
–Sí, salió candidato, y lleva ya mucho camino andado.
–Yo esperé porque me dijiste que esperara.
Ya no hubo respuesta de Miguel Alemán.
Tampoco en el resto del viaje platicaron y en silencio cada quien se zambulló en sus cosas.
Incluso, cuando en la Ciudad de México descendieron de la nave cada uno se fue por su lado.
Nunca más volvieron a hablar.
Varias semanas después, Juan Maldonado confió el segundo capítulo de aquella historia:
–En política nunca llega el más capaz, sino el que más conviene.