Arturo Avendaño | El Piñero
Oaxaca.- Este primero de noviembre, el Centro Histórico de la Ciudad de Oaxaca se encuentra aborrotada de miles de turistas, tanto de otros Estados de la república como extranjeros, que disfrutan las distintas actividades organizadas por el Gobierno de Salomón Jara Cruz, las gran derrama económica se quedan con los empresarios del ramo hotelero y restaurantero, mientras que la celebración de Día de Muertos se ve gentrificada se desplaza a las familias oaxaqueñas para darle prioridad a los extranjeros.
En las diversas actividades, musicales, culturales y artísticas organizadas por el Gobierno de Oaxaca se observan en su mayoría turistas, inclusive los extranjeros ingieren bebidas embriagantes en vía pública, convirtiendo las calles de Oaxaca en una cantina al aire libre, sin que intervenga la autoridad, mientras que los oaxaqueños, inclusive niños, son relegados a intentar ganarse el día a día vendiendo diversos productos, muchas veces amparados por sindicatos y organizaciones sociales, que se disputan los espacios públicos en estas fechas con sus grupos de choque.
La Alameda de León, Zócalo, Avenida Independencia -que fue cerrada a la circulación vehicular para que se volviera peatonal-, el Andador Turístico, las Calles Valdivieso, Armenta y López, García Vigil, Gurrión, 5 de Mayo, entre otras más del Centro Histórico, se encuentran intransitables por turistas y el tráfico, además de que las comparsas afectan la circulación vehicular.
El gobierno del Estado organizó conciertos, exposición de altares de las ocho regiones, comparsas, eventos musicales, exposiciones y un sinfín de actividades, espectáculos pensados y realizados para los turistas, no para los oaxaqueños, los extranjeros que vienen a dejar su dinero y benefician a un grupo minúsculo de empresarios.
Sin duda la celebración de Día de Muertos dejó de ser una tradición oaxaqueña del pueblo para el pueblo, ahora es prostituida por el Gobierno del Estado para atraer a miles de turistas que dejen derrama económica en los restaurantes y hoteles posicionados en el Centro Histórico, es decir el mismo grupo empresarial siempre disfruta las jugosas ganancias y los eventos organizados por el Gobierno del Estado como los fieles difuntos y la Guelaguetza.
Mientras que, los oaxaqueños ven estas fechas como una oportunidad de poder generar un dinero extra, es decir, la fiesta se volvió de extranjeros que se embriagan en vía pública sin que las autoridades policiales les digan algo, mientras que el Pueblo de Oaxaca se disputa mediante la violencia los espacios públicos para poder vender algunos productos, ante la misión del Gobierno del Estado prefieren afiliarse a sindicatos y organizaciones sociales para que los protejan y consigan estos lugares mediante el pago de una cuota.
Los espacios, en su mayoría ocupados tras disputas entre los sindicatos y organizaciones sociales son el Jardín La Bastida; el jardín ubicado a un costado de la Catedral Metropolitana, sobre Avenida Independencia; sobre la Calle Miguel Hidalgo, a un costado de la Alameda; el Andador Turístico y donde puedan colocar puestos ambulantes.
Uno de los puestos ambulantes preferidos de la temporada son los pintacaritas de catrínes y catrinas, se colocaron a un costado de la Catedral, sobre la calle Hidalgo en Alameda de León, el Andador Turístico y el Zócalo. En el Andator turístico se puede observar lleno de vendedores ambulantes de recuerditos y artesanías, venta de sombreros chinos y grupos musicales independientes que salieron a ganarse una moneda. Esta es la primavera o aquella y la cuarta transformación que prometió Salomón Jara cruz en Oaxaca, la que no llega al pueblo, llega a los empresarios poderosos.
Cabe señalar que, había seguridad en el Centro Histórico, sin embargo permitieron la ingesta de bebidas alcohólicas, lo que convirtió esta zona en una cantina al aire libre principalmente para los turistas nacionales y extranjeros.