Luis Velázquez
Veracruz.- El gobernador electo está nombrando al gabinete legal, poco a poco, pian pianito, espera cardiaca, mientras AMLO, el jefe máximo de la revolución izquierdosa, ya tiene a los suyos desde hace ratito. Incluso, desde la campaña electoral.
Al momento ha designado a dos.
Éric Patrocinio Cisneros Burgos, secretario General de Gobierno, a quien ubican como gente de la senadora electora, secretaria de Energía de AMLO, Rocío Nahle.
Y Eduardo Pérez Astorga, ex presidente de la Canaco de Xalapa, senador suplente del ex priista Ricardo Ahued Bardahuil, con sus “Casa Ahued” florecientes, y uno de cuyos sobrinos (alto, flaco y barbón, muy sonriente en las fotos) ya trabaja con Éric Patrocinio.
Y, bueno, luego de las experiencias amargas de otros sexenios en que los gabinetes han desencantado y resultado, en efecto, una calamidad (el Duartazgo, por ejemplo, con tantos abusos y excesos de poder), solo queda citar la frase célebre que Emiliano Zapata, el Caudillo del Sur, envía a Pancho Villa, el Centauro del Norte, el 16 de diciembre de 1914.
Ellos están listos para entrar a la Ciudad de México, declarados enemigos de Venustiano Carranza, para integrar otro gabinete.
Zapata escribe a Villa:
“Influya Ud. con quien corresponda, para que solo ocupen los puestos públicos aquellos hombres cuya conducta política no provoque la desconfianza de nadie” (“Nosotros los hombres ignorantes que hacemos la guerra, correspondencia entre Villa y Zapata, ediciones CONACULTA).
TRIBUS DE MORENA
Días anteriores, el góber electo dijo que apenas, apenitas integraba el gabinete.
Y horas después, Éric Patrocinio reviró precisando que el gabinete ya estaba integrado, pero que se daría a conocer pian pianito.
En el imaginario político y social, sin embargo, apuestan “veinte y las malas” que en el gabinete incidirán las nuevas tribus políticas de Veracruz con la llegada de MORENA, la izquierda delirante, al palacio principal de gobierno de Xalapa.
Un grupo, el góber electo.
Otro grupo, Rocío Nahle con Éric Patrocinio, su primer rostro visible, y quizá alternando con el senador electo, Ricardo Ahued.
Otro, Manuel Huerta Ladrón de Guevara, coordinador general de MORENA en Veracruz, el gran ideólogo y operador del triunfo electoral del sangriento domingo para la oposición, y coordinador anunciado de las delegaciones federales.
Otro grupo, Amado Cruz Malpica, futuro coordinador de la bancada de MORENA en el Congreso local, aun cuando unas voces lo denuestan diciendo que ya cayó la gracia, quizá, y en caso de ser así, “ajuste de cuentas” de las tribus.
Y otro grupo, el más importante y decisivo, AMLO con los suyos desde el altiplano, y en donde, por ejemplo, incidirán sus tres hijos mayores.
La historia, pues, de cada generación política en el poder sexenal se reproduce “al pie de la letra”.
Uno. Los amigos, familiares y compadres, al poder.
Dos. El reparto del poder entre los grupos, tribus, hordas y clanes, como siempre ha sido y es el ADN del PRI, del PAN y del PRD, por ejemplo, el trío de partidos icónicos, con todo y que el PAN y PRD están hecho añicos y sus dirigentes con fama pública de torcerse, como cuando en el duartazgo se volvieron PRD rojo, rojo Javier Duarte (Rogelio Franco Castán) y PAN rojo, rojo Duarte (Enrique Cambranis, diputado local electo por la vía pluri).
LOS CORRUPTOS SON ASESINADOS
Una vez más la historia sexenal comenzará el primero de diciembre del año que camina.
Y como dice el politólogo Ramón Benítez, cada 6 años el país se inventa y reinventa.
Y la historia nunca perdona. Por ejemplo, luego de 75 gobernadores en Veracruz, el resulta social es fatídico. 6 de los 8 millones de habitantes, en la miseria, la pobreza, la jodidez, el desempleo, el subempleo, los salarios de hambre y mezquinos y un millón de paisanos en Estados Unidos como migrantes sin papeles.
Y en contraparte, cada seis años políticos enriquecidos (la peor fama en la historia local es con Javier Duarte y los duartistas) y “cuya conducta pública”, como escribió Zapata a Villa, sigue provocando la desconfianza de todos.
Y aun cuando Duarte y parte de su gabinete (pues hay excepciones) es el campeón en el ranking de la corrupción política, también los sexenios de Fidel Herrera Beltrán, Miguel Alemán Velasco y Patricio Chirinos Calero, para citar un trío de referencias, quedaron manchados, bajo sospecha, a tal grado que, por ejemplo, Chirinos apretó las tuercas contra el ex alcalde de Veracruz, Efrén López Meza, quien huyera y solo alcanzaran a encarcelar a su director de Obra Pública y al tesorero municipal.
En tanto, Miguel Alemán encarceló hasta a su jefe de prensa en el penal de Pacho Viejo y Dante Delgado Rannauro a su director de Tránsito.
Un montón de políticos beneficiados con los recursos públicos nunca fueron tocados multiplicando la fama pública de la corrupción, y su hermana gemela, la más perversa, la perversa entre las perversas, como es la impunidad.
Un sexenio más iniciará el primero de diciembre. Y con un pasado político tan desastroso, nada inflama la esperanza social.
El 25 de agosto de 1914, Emiliano Zapata escribe a Pancho Villa:
“Lo he considerado un buen patriota que se preocupa por el bienestar del pueblo y siempre combate a las personas que se aprovechan y lucran a la sombra de la Revolución”.
Bastaría referir que un día, el primer círculo del poder de Pancho Villa le contó que su compadre, el general Tomás Urbina, robaba a los muertos sus joyas, incluidos sus dientes de oro y robando había construido una fortuna.
Entonces, Villa ordenó a su amigo entrañable, el general Rodolfo Fierro, que lo matara.
Fierro fue a una cena con Tomás Urbina en su rancho a mediados del año 1915 y luego de cenar le invitó a fumarse un cigarrito en el patio.
Fumaban. Escuchaban el canto de los grillos en la noche. Y cuando iban a la mitad de los cigarros, Rodolfo Fierro sacó la pistola y lo mató por la espalda.
Por corrupto.
Y por abusar de la confianza (y el compadrazgo) de Villa.
Y por amasar fortuna a espaldas de Villa.
El día cuando Rodolfo Fierro murió tragado con su caballo por un pantano, Pancho Villa lloró y lloró, de igual manera cuando lloró con el asesinato de Francisco Ignacio Madero, su héroe y jefe máximo, y José María Pino Suárez.