- Cafés, centro del mundo
- Las 75 doncellas del Corán
Malecón del Paseo
Luis Velázquez
Veracruz.- EMBARCADERO: Haya sido por los motivos que sean (lo decía Felipe Calderón Hinojosa), el asesinato de la Fiscal de Pánuco multiplica la sicosis, versión filosófica del obispo de Córdoba, Eduardo Patiño Leal, en que está la población de Veracruz…
Y más, porque el día anterior, en el bulevar de Pánico asesinaron a uno de sus sobrinos, y en la versión local la quieren involucrar en una venganza…
La sicosis de la que habla el obispo en la región centro quedó manifiesta el 26 de noviembre cuando en las colonias San José y Emilio Carranza se registró un tiroteo en la vía pública y todos (peatones y automovilistas) a correr desesperados para salvar la vida, en tanto los comercios bajaban cortinas…
Es la hora, dijo el ministro de Dios, de que los vecinos se organicen para, digamos, “recuperar los espacios perdidos”…
Y, bueno, el crimen de la Fiscal, que ha estremecido el corazón gubernamental, sea por lo que sea, son palabras mayores…
Con todo, y a propósito del homicidio del par de alcaldes (uno electo y otro en funciones), el Fiscal de las paellas, Jorge Wínckler, ya estableció su filosofía política y criminalística: “Durante 12 años (de Fidel Herrera a Javier Duarte) se dejó crecer y asentar a la delincuencia organizada”…
Doce meses después las palabras en el discurso oficial ninguna trascendencia significan cuando, el colmo de los colmos, hasta publican un desplegado azul alertando sobre la peligrosa banda de “Las láminas, las despensas y las cobijas”, donde, oh maravillas de la vida, participan burócratas estatales aliados con ex funcionarios duartistas…
Para Ripley, si se considera que con Javier Duarte predominó “La banda de los frutsis”…
Manuel Payno publicó una novela denominada “Los bandidos de Río Frío”, donde el protagonista es un teniente escolta de Antonio López de Santa Anna que guardaba las armas, instrumento de sus fechorías, en una bodega de Palacio Nacional, y que empezó asolando Veracruz y luego transmutara al resto del país…
ROMPEOLAS: El homicida intelectual de Francisco I. Madero y José María Pino Suárez la noche del 22 de febrero de 1913 fue el general Victoriano Huerta y los asesinos físicos fue un pelotón comandado por el mayor Francisco Cárdenas…
En premio, Victoriano Huerta le regaló un automóvil amarillo descapotado donde solía pasar en Chapultepec…
Con todo, Francisco Cárdenas confesó años después que en realidad la orden del magnicidio le fue dada por el general Aureliano Blanquet, quien en todo caso era Ministro de Guerra con Huerta… Meses después, Huerta y Blanquet se pelearon y “El presidente chacal” lo ordenó matar y su cabeza fue exhibida en el puerto de Veracruz…
La maldición para el asesino de Madero llegó siete años después, 1920, cuando el mayor Francisco Cárdenas, aprehendido para un juicio militar, se pegó un tiro en la sien para evitar la vergüenza de la desgracia, en tanto Victoriano Huerta murió de cirrosis pues todos
los días tomaba una botella de whisky, es decir, treinta al mes, pues se daba un día sabático, según cuenta José Emilio Pacheco en su columna “Inventario” publicadas por la editorial Era en tres tomos…
ASTILLEROS: Tirios y troyanos llaman a Renato Alarcón el presidente imaginario del CDE del PRI, aun cuando con su negligencia mística sigue decapitando al tricolor con tres derrotas consecutivas y la deserción más espantosa en la historia local del tricolor…
Por eso, el líder de la Corriente Crítica Democratizadora, Ricardo Olivares Pineda, y el asesor del senador Héctor Yunes Landa, Edmundo Martínez Zaleta exigen su renuncia…
Hay políticos priistas en Veracruz que tienen la misma edad de Fidel Velázquez, el Matusalem de la CTM que fue en el siglo pasado, y han acuñado un nuevo término conocido como “la gerontocracia priista”…
Entre ellos, Manuel Ramos Gurrión, Carlos Brito Gómez y Marcos López Mora, quienes fácil le llegan a los 385 años…
Bien haría el tricolor en un homenaje a los tres ahora cuando sean conmemorados los 500 años de la fundación de Veracruz por el sifilítico Hernán Cortes cuando desembarcara en las playas de Chalchihuecan… Por lo pronto, basta referir que ya viejito, Mahoma tenía doce mujeres, y a todas les daba “veinte y las malas”…
¡Ah!, pero el Corán premia con 75 doncellas, todas vírgenes, a los kamikazes que se colocan bombas en el cuerpo y estallan en un espacio popular…
Con todo, nada se compara a la felicidad suprema de la chilena Gabriela Mistral (vivió en la hacienda “El Lencero”, propiedad del gallero Antonio López de Santa Anna en Xalapa) con su frase inmortal: nada causa tanta alegría como “el absoluto placer de contemplar la belleza de un árbol”…
ARRECIFES: Los escritores suelen tener raros y extraños hábitos: mientras el grueso de la población va a los restaurantes y cafés, digamos, a la convivencia familiar y amical, ellos van a escribir…
Rubén Darío, por ejemplo, escribió sus mejores poemas y crónicas en cafés, restaurantes y bares…
Julio Cortázar se encerraba en el rincón de un café en París a escribir en libretas escolares con lápiz, sin levantar la mano, sin mirar a los lados y muchas veces sin tomarse el cafecito lechero, que tanto le gustaba…
Ramón López Velarde escribió “Suave Patria”, de un tirón en un café…
Renato Leduc llegaba en las noches al café de “La Parroquia”, cuando estaba en la avenida Independencia, sacaba su máquina portátil de escribir y tecleaba hasta la hora del cierre con un café negro que le gustaba tanto…
Ernest Hemingway pedía una botella de whisky en su bar preferido en París y escribía como un poseso los apuntes para sus novelas…
Albert Camus se encerraba en un café, pero a leer el libro en turno y el periódico del día, sin levantar la vista absolutamente para nada así se sentaran a su lado barbies parisinas… Carlos Fuentes Macías, Luis Guillermo Piazza, Fernando Benítez, José Luis Cuevas y Carlos Monsiváis hicieron famoso un café en la Zona Rosa de la Ciudad de México en el siglo pasado, porque en vez de escribir, grillaban sobre el mundillo literario, además de que solían seducir a las mujeres de al lado…
Pero en el café “Tacuba”, del Distrito Federal, fue asesinado Manlio Fabio Altamirano cuando era gobernador electo de Veracruz por los sicarios de “La mano negra”, con centro de operaciones en Alto Lucero, la tierra de Paquita la del barrio, y cuyo jefe máximo era Manuel Parra, el antecedente de “La Sonora Matancera” de Agustín Acosta Lagunes y los carteles y cartelitos que flagelan Veracruz…