- Gina está perdida
Barandal
Luis Velázquez
Veracruz.- ESCALERAS: Ahora, caray, “los pájaros le tiran a las escopetas”. La vocera de Javier Duarte, María Georgina Domínguez, quiere sentar “en el banquillo” al jefe de prensa de la yunicidad, Elías Assad Danini. La defensa de Gina ha convocado a Assad para demostrar, ajá, inconsistencias. Igual que todos, Gina se declara ángel de la pureza. Igual que todos se dice víctima de feroz persecución política. Igual que su jefe y los demás, siente que se trata de “una cacería de brujas”.
Pero ella, como se sabe, está acusada de “abuso de autoridad, incumplimiento del deber legal y coalición”.
En un sexenio donde compartió vocería con Alberto Silva Ramos y Juan Octavio Pavón, el gasto de ocho mil millones de pesos.
Y también la creación de empresas fantasmas.
Y el pago a medios inexistentes.
Y el gasto mediático sin control alguno, la Gina está sujeta a proceso penal en Pacho Viejo y días anteriores, y el juez le negó el amparo para, digamos, enfrentar el juicio en libertad.
Ya antes, Mauricio Audirac Murillo, ex Contralor y ex titular de Finanzas y Planeación, también argumentó males musculares para llevar el juicio desde su casa, igual que Flavino Ríos Alvarado.
Incluso, desde el hospital particular, igual que Flavino Ríos y César del Ángel, el legendario dirigente de los 400 Pueblos.
Pero, bueno, y si Gina ha convocado en el carril jurídico a Elías Assad a través de su abogado, el vocero azul también respondería con su abogado.
Además, tiene de su lado a la secretaría de Finanzas y Planeación y a la Contraloría y a la Fiscalía que en el asunto, y como es lógico y normal, irían juntos.
Fue el caso, por ejemplo, de Gina Domínguez cuando se fue con todo en contra del magistrado Edel Álvarez Peña por la libertad a “El Silva”, el presunto asesino de la corresponsal de Proceso, Regina Martínez, teniendo de su lado al Fiscal Luis Ángel Bravo Contreras.
Lo dice el proverbio bíblico, “los carniceros de hoy… serán las reses del mañana”.
Pero en un Veracruz con tanto saqueo y tantas empresas fantasmas, denunciadas, incluso, por la Auditoría Superior de la Federación, Gina y Alberto Silva constituyen apenas, apenitas, la punta del iceberg.
Y de que se ensuciaron las manos, todo parece indicarlo.
PASAMANOS: El tiempo va caminando. Y, bueno, el proverbio dice que “el jefe manda” y ni modo que el góber azul deje solo a su vocero.
Así, y de acuerdo con la solicitud de la jueza Verónica Portillo Suazo, tanto SEFIPLAN como la Contraloría aportarán el padrón de proveedores a quienes Gina contrató para verificar que son, en efecto, empresas fantasmas.
Es el caso, entre otros, de que la señora en el tiempo cuando le llamaban “La vice-gobernadora”, que así operaba, y apodaban la “Juana de Arco del siglo XXI”, habría expedido 35 órdenes de pago de contratos de publicidad a empresas inexistentes.
Y aun cuando ella misma ha inculpado al diputado federal, Alberto Silva, vocero de Duarte en un par de ocasiones, las partes habrán de demostrar, en todo caso, su inocencia, si es que, claro, lo son.
Más aún: tanto Gina como Silva Ramos “se han lavado las manos” de que nunca el ORFIS, Órgano de Fiscalización Superior, les puso el semáforo rojo porque llevaron una administración impecable, cuando, caray, el mundillo político sabe que el ORFIS suele bailar el son marcado por el gobernador en turno.
Además, y según ha trascendido en el carril político, la Fiscalía cuenta con un par de testigos que señalan a Gina de ordenar el pago y la contratación de medios existentes.
Elías Assad va, entonces, por delante, y el citatorio de la jueza, normal en tiempos del Nuevo Sistema Penal, quedaría achicado a la picaresca y la anécdota.
CASCAJO: En el ejercicio del poder público, pocos, excepcionales políticos mantienen el equilibrio neurológico, sicológico, siquiátrico, moral, ético y social.
Y más, cuando el poder es absoluto, pues, decía aquel, suele corromper de manera absoluta.
Los días de Gina, y también de Alberto Silva, significaron una pesadilla para la libertad. Tanto hacia el interior del gabinete como en la calle con los medios.
Claro, ambos tuvieron apologistas, pero al mismo tiempo, se fueron con todo en contra de los reporteros incómodos.
Así, a la vocería, la Contraloría y la Fiscalía azul, y también a la secretaría General de Gobierno, cabeza de la comunicación social, faltaría documentar la noche más larga, extensa y tétrica del duartazgo en la relación con los medios, pues, además, quedó visible el nivel social de Gina, por ejemplo, de cuando era reportera a cuando fue funcionaria pública y que antes lo había sido en Quintana Roo con el góber ‘chueco’, Mario Villanueva, preso por sus ligas con los barones de la droga.
Las arcas fueron saqueadas en el sexenio anterior, y en el ramalazo y el descrédito también incidió la vocería, pues, y entre otras cositas, hasta medios fueron financiados con cargo al erario.
Si la yunicidad rascara más, incluso, hasta debajo de las piedras, el estilo personal de gobernar y ejercer el poder duartiano con los medios le daría un fatal paro cardiaco, como aquella ocasión cuando en el sexenio anterior la casa de Gina fue saqueada, nomás para darle una leccioncita, siempre se afirmó, desde adentro del poder sexenal.
Elías Assad lleva todas las de ganar, pues si antes, con las pruebas aportadas en la denuncia penal en la Fiscalía en contra de Gina fue suficiente para su detención, con mayor razón ahora.
Gina enloqueció con el poder y pensó que le duraría toda la vida y ni modo, está pagando las consecuencias.
Un litigante dice que la cárcel siempre marca, así sea un día, un mes, un año, varios años.
Gina debiera conocer la vergüenza, pues luego de ser una fervorosa devota de Javier Duarte (con todo y abusos de autoridad en contra, digamos, de los escribidores incómodos) muestra su rostro insólito de inocencia.
De victimaria a víctima, ajá, sorpresas que da la vida.