Luis Velázquez/ Escenarios
13 de agosto de 2019
UNO. Una población fastidiada
El ciudadano común y sencillo está harto del pleito de perros y gatos rabiosos entre el gobernador y el fiscal.
Una vez más, trepados en el ring. Uno y otro, sin ningún pudor. Creyéndose las partes la única noticia de 8 columnas en cada nuevo amanecer. La vida pública y hasta amical gravitando alrededor de ellos. Los iluminados. Los mesías.
El penúltimo agarrón fue, una vez más como antes, por ocultar el Fiscal cien órdenes de aprehensión en contra de presuntos delincuentes.
Y la denuncia, claro, en la Fiscalía General de la República, pues ningún funcionario del gabinete legal y ampliado de MORENA en el gobierno de Veracruz tiene confianza en el Fiscal.
Se han gritoneado de todo y con todo. Un pleito verdulero entre comadres en el salón de belleza, en la tortillería o en el changarro del mercado es poca cosa frente al reality-show del par de enemigos y adversarios.
Antes, mucho antes se pelearon por el asesinato de la alcaldesa de Mixtla de Altamirano, su esposo y el chofer del Ayuntamiento.
Y antes, por la libertad de los duartistas presos en el penal de Pacho Viejo para llevar su proceso penal en arraigo domiciliario.
Y la semana anterior se agarraron del chongo por el caso de la familia de migrantes hondureños secuestrados y desaparecidos en Veracruz.
DOS. A cada rato se sacan la lengua…
Y antes, por las denuncias penales atoradas en la Fiscalía en contra de yunistas.
Y antes, por la (fallida) destitución del Fiscal en la LXV Legislatura.
Y antes, mucho antes, por integrar cada parte su Cartel de Periodistas.
Y antes, mucho antes, por la Cuenta Pública de los años 2017 y 2018 de Yunes Linares.
Y la semana anterior, por la Guerra de los Termos, aquellos impresos con la leyenda “La culpa es del Fiscal” con cargo, dijo el gobierno de Veracruz, al presupuesto oficial, y por tanto, desvío de recursos públicos.
Por todo, pues, viven enfrentados y el ciudadano común y sencillo ya está harto.
Nunca antes en la historia local un par políticos han expresado tanto rencor y odio y deseo de venganza como el góber, el primer gobernador de la izquierda en Veracruz, y el fiscal.
Incluso, el tiroteo político, social y mediático entre ambos ha enfrentado a los amigos.
Y luego de tomar partido cada parte, el rafagueo implacable, pero al mismo tiempo, barato, ramplón, atroz y burdo.
TRES. La gente está empachada
En la ruleta rusa, muchos amigos se han distanciado.
Claro, al ring de la discordia se han encaramado las elites políticas y legislativas y partidistas y periodísticas, en tanto, a los 6 millones de los 8 millones de habitantes de Veracruz en la miseria, la pobreza y la jodidez les vale.
Ellos están ocupados en los pendientes de cada día, el más importante, llevar el itacate y la torta a casa.
Pero por eso mismo, cada vez cuando en el noticiero televisivo o radiofónico hablan del agarrón entre el góber y el fiscal, de inmediato el ciudadano común cambia de canal.
Y si en la portada de un periódico aparece el pleito, entonces, en automático cambio de página.
Y si en las noticias y columnas políticas se ocupan de un agarrón más, entonces, millón de veces zambullirse en las páginas de sociales para ver si publican fotos de caras bonitas.
La población está empachada del reality-show entre el góber y el fiscal y solamente ellos lo ignoran, protagónicos y mesiánicos.
“Da asquito”, como dijo la diputada ex panista, ahora morenista, Míriam Ferráez.