Luis Velázquez | Malecón del Paseo
01 de mayo de 2021
EMBARCADERO: Todo aprendió del basquetbol Héctor Fuentes Valdés… Aprendió a vivir la vida… Aprendió la disciplina, el trabajo en equipo, la constancia, el respeto y la admiración y la gratitud a los demás… Aprendió la solidaridad humana… Aprendió a que nada valen las aptitudes físicas más arraigadas en el cuerpo, el corazón y las neuronas sin ejercitarse todos los días en la cancha… Pero más aún, en la interrelación con los otros… Primero, los compañeros de equipo, y segundo, los colegas de los otros partidos… Más cuando se participa en un campeonato y en donde, y como establece la ley, siempre hay un ganador, el equipo más capaz que en buena lid encesta mayor número de puntos…
ROMPEOLAS: Fue el básquet el primero y único deporte de su vida… Tiempo aquel cuando en el pueblo se jugaba mucho más que el béisbol… Y tiempo cuando el fútbol ni siquiera se asomaba en el campo llanero… Tiempo cuando un par de equipos, Argos y Zigzag, eran las estrellas del pueblo y que luego miraron hacia el país en periplo deportivo compitiendo con los mejores… Tiempo cuando los niños y los jóvenes del pueblo soñaban que pertenecer a uno de ambos equipos era la máxima conquista de la vida…
ARRECIFES: Héctor Fuentes se pasaba las tardes y las noches en la cancha… A veces, con un compañero o más… En otras ocasiones, solo, entrenando… El básquet era y fue durante muchos años el objetivo superior de la vida… Nada de distracciones de otro tipo… Ni alcohol ni chicas ni trabajadoras sexuales… Ni cigarro ni droga… Y como era natural, ejercitándose con tanta disciplina fue ascendiendo en la cancha… De un jugador más, el número 9 que era en la camiseta, nombrado capitán del equipo… En cada juego empeñaba la vida…
ESCOLLERAS: El escritor Alfonso Reyes escribió que “la disciplina es la madre de la creación”… Más, mucho más, que el talento y la imaginación deslumbrante, como afirmaba, por el contrario, Víctor Hugo… En el deporte, está claro, es la disciplina… La disciplina en el entrenamiento y en la cancha y en la vida… Y es que la vida disipada de un deportista termina hundiéndolo en el fango etílico y prostibulero y con frecuencia en la droga…
PLAZOLETA: El básquet era alentado por el presbítero del pueblo, don David Constantino García… Él mismo jugaba en un equipo llamado Mercurio… Incluso, integró equipos de niños y jóvenes y hasta señores, los señores de la Adoración Nocturna que una vez al mes pasaban en oración al Santísimo una noche… Entonces se vivió el esplendor y el resplandor deportivo en el pueblo, promovido por la iglesia, sin la participación del presidente municipal en turno… El alcalde ni en la compra de balones auxiliaba… Cada equipo hacía rifas para avenirse de recursos y la mitad de la
población y la otra mitad compraba numeritos con entusiasmo cívico porque había una fiebre basquetbolera…
PALMERAS: En tiempo de campeonatos eran las noches febriles… En la cancha parroquial resonaban las porras de los equipos contendientes y se escuchaban en el otro extremo del pueblo… Cada noche jugaban cuatro equipos de 8 a 10 de la noche… Y por lo general, en primavera y el otoño… Y al día siguiente, en las casas únicamente se hablaba del básquet y de los equipos… Y el sacerdote era feliz en la homilía por el deber cumplido… La religión entraba por el deporte, una gran estrategia de aquel sacerdote…