Editorial | Piñadero
Tuxtepec, Oaxaca. – La vida pública del presidente Irineo comienza a exhibir una íntima operatividad política desde su gobierno al colocar a sus hermanas, Amalia y Griselda Molina, como cuasi servidoras públicas para utilizar recursos y programas de asistencia social.
Lo evidente ha saltado a la vista de todos: sus hermanas solicitando credenciales de elector a cambio de despensas que, al final, son recursos públicos con fines posiblemente electorales.
Pero ¿Por qué dejar a sus hermanas usar recursos municipales? ¿Qué servicios brindan al Ayuntamiento? ¿Cuánto cobran? ¿Por qué no en lugar de dar responsabilidades a sus hermanas se los da a servidores públicos con cargos oficiales? En fin, pocos saben. Y el presidente tendrá sus razones.
Si esto no es nepotismo ¿Qué es? Las dos fueron fotografiadas ejerciendo el poder público en el “Día del Taxista”. Las dos recolectaban credenciales y anotaban los nombres de los taxistas beneficiados. Y las dos entregaban despensas. Hay suficiente evidencia como para que el edil lo niegue.
Afirman los envidiosos que ambas tienen una encomienda: operar política y financieramente a favor de su hermano, pues no hay nadie más confiable que la familia. No hay más funcionarios en los que Irineo deposite su absoluta confianza para caminar, dicen, relajado, confiado, sin el nerviosismo que genera una posible traición. Entonces, es lógico, pero no deja de apestar a ese nepotismo que MORENA dice combatir.
Imagínese que esto mismo sucediera si los hermanos del presidente Obrador operaran plácidamente los programas sociales. Y se tomaran fotos y las treparan a las redes sociales. Entonces el escándalo sería monumental, de alto riesgo político, pero como aquí en Tuxtepec –según la lógica de Irineo– todo se puede, pues hay rienda suelta, libertad para hacer lo que sea. Total, MORENA perdona y purifica. Aún así, Irineo y sus hermanas están dispuestos a correr riesgos, pues saben, están conscientes, seguros, que el trienio da para eso y para más.
Se entiende, un político en el poder necesita de un aliado y un cómplice de la absoluta confianza para cometer tropelías, y por tanto, nada mejor que un familiar.