Luis Velázquez | Escenarios
19 de julio de 2021
UNO. “¡Chamacos, chamacos, no se confíen!
Desde el fondo más arrinconado del corazón y las neuronas, desde el cuello hasta el dedo gordo del pie en su cuerpo diminuto, el secretario de Salud ha lanzado un grito desesperado a los jóvenes de Veracruz ahora con la Tercera Ola del COVID: “¡Chamacos, no se confíen! ¡Ustedes también pueden contagiarse!
¡Están en riesgo! ¡Póngase las pilas! ¡No vayan a los antros, a los malecones, a las playas! ¡No bailen, no bailen!”.
Es el cántico del doctor Roberto Ramos Alor, secretario de Salud, SS, quizá imposibilitado y achicado para lograr el milagro estratégico con que luchar y derrotar al bichito chino.
DOS. La Tercera Ola
“¡Chamacos!”, pues, “no se confíen!
Se los dice el médico que llegó a la SS del sur de Veracruz luego de trabajar muchos meses y años con el gobernador Miguel Angel Yunes Linares como director del Hospital Civil de Coatzacoalcos y ahora es el jefe máximo de la salud pública en el tiempo de MORENA.
Lo dice el médico oficial a quien el COVID sigue derrotando, igual, igualito, que al rock star, Hugo López, el subsecretario.
Lo dice el médico que inició el sexenio guinda y marrón con sorpresiva foto en las redes sociales dando un besito a un chamaco y que el góber fifí de la 4T asegurara se trataba de un montaje.
TRES. No más bailongos, chamacos
¡”Chamacos!” hagan caso. No más bailongos. No más malecones. No más antros. No más fines de semana dando gusto al corazón, las neuronas y el cuerpo. No más playas. No más chupes. No más sexo ocasional.
Claro, chamacos, si López Obrador ya ordenó el regreso a clases presenciales hacia finales del mes de agosto, ni hablar.
¡Han de correr el riesgo y volver al salón de clases! Pero, bueno, y como la orden del chamán se cumplirá, entonces, cuando menos, caray, usen el bozal.
Y exijan la sana distancia en el salón. Y compren su botellita de gel. Y nada de revolturas en el receso entre clase y clase. Y nada de besitos de lengua con la novia porque el COVID, vaya paradoja, se transmite en la saliva.
“¡Chamacos, no se confíen!”, ya lo dijo el secretario de Salud y también el Santo Papa y el jaranero de la iguana trepada en el hombro derecho.
CUATRO. Chamacos, hagan caso…
¡Chamacos, déjense de cuentos! ¡Hagan caso al secretario de Salud! ¡Pueden morir! ¡Tengan miedo a la muerte y no se burlen!
¡Nada, chamacos, de bailongos como en Tlacotalpan con el alcalde!
¡Nada, chamacos, de payasitos desfilando en la calle como en Xico, seguros que “de cualquier forma morirán” como dice la alcaldesa!
¡Nada, chamacos, de pachangones religiosos como en Catemaco ahora con la fiesta patronal!
CINCO. Toque de Queda, ya, ya, ya…
Chamacos, en su libro de cuentos, Cantar de ciegos, el escritor Carlos Fuentes Macías tiene un personaje joven diciendo a su novia:
“Somos jóvenes y tenemos derecho a vivir sin responsabilidades”.
Cierto, cierto, cierto, pero, “chamacos, no se confíen”.
Es el festín de la Santa Muerte. Y, bueno, si quieren morir jóvenes, pero con el acelerador metido hasta el fondo, entonces, den la espalda al grito desesperado del secretario de Salud y a vivir cada día como si fuera el último.
Ni modo, en vez de apretar tuercas y la autoridad decretar un Toque de Queda, casi casi un Estado de Sitio para garantizar la vida, el jefe máximo anuncia que las clases serán presenciales en el próximo ciclo en puerta.