- A Teresa lo único que le queda de su hija es su nieto y quiere encontrarla “viva o muerta”
- Anahí y su novio desaparecieron en 2009; su caso refleja la ineptitud de las autoridades
- Federación y autoridades estatales engañaron a decenas de familiares al recabar ADN
Yerania Rolón
blog.expediente.mx para El Piñero de la Cuenca
Veracruz.-Inquieto como cualquier niño de su edad, Jared Alexis interrumpía a la señora Teresa Muñoz Méndez jalándole la blusa para que le prestara atención.
En su más reciente visita a las instalaciones de la Fiscalía General del Estado, el pequeño de apenas 8 años de edad trata a la mujer como su madre, pero no lo es. Teresa es su abuela.
Anahí Muñoz Pareja, hija de Teresa y madre biológica de Jared, desapareció en noviembre de 2009 junto con su pareja en ese momento, Ausencio Soler Velázquez, dejándole a su mamá un bebé de apenas unos meses de nacido.
Desde entonces nadie ha sabido de su paradero y la Fiscalía ha jugado con el caso engañándolos con supuestas investigaciones que en realidad nunca realizaron, afirma Teresa al atender a su nieto.
Ante las afirmaciones de que durante años la FGE no procesó las muestras y nunca hizo perfiles de ADN o confrontas de cientos de casos, pese a que sí los recabó, decenas de familiares de desaparecidos se sintieron burlados, pero aun así acudieron a un nuevo muestreo realizado en esta ocasión por la empresa ADN México.
En diversas ocasiones la señora Teresa dio su perfil genético a instancias como la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO) y a la FGE, sin embargo nunca se le entregó ningún resultado. Pese al timo, la confianza de encontrar a su hija continúa.
“Me tomaron muestras, pero como dicen que todas se perdieron y que fue un fraude; pues vengo de nuevo, no pierdo la esperanza”.
Anahí Muñoz salió a de paseo el 22 de noviembre de 2009 junto con su pareja Ausencio Soler Velázquez en Playa Vicente, dejando a su pequeño hijo de seis meses a cargo de su abuela.
Las horas pasaron y Teresa Muñoz acudió desesperada a presentar la denuncia por la desaparición de su hija ante las autoridades del municipio. Confiesa que se vio sorprendida ante la actitud de la familia de Ausencio, pues prefirieron no hacer nada.
Playa Vicente es un pueblo pequeño, donde los vecinos se conocen, pero la señora lamenta que no haya testigos que puedan aportar alguna versión de cómo ocurrieron los hechos de la desaparición de su hija y su yerno.
Muñoz Méndez se arrepiente de no haber acudido de inmediato a la FGE, pero confiesa que nunca tuvo asesoría ni un abogado que le explicara el procedimiento a seguir.
Acompañada de su nieto de Jared lamenta que el caso de su hija ya lo había archivado la FGE, pero en 2015 tuvieron que reabrirlo, luego de que se revelaron las inconsistencias en el seguimiento al caso por parte de las autoridades estatales.
Esta vez siguieron el historial de las tarjetas bancarias de Anahí, pero le confirmaron que desde 2009, cuando desapareció, no hubo más movimientos.
Ella contiene el llanto al contar su historia, mientras que el niño, al verla, le recarga su pequeña mano en el hombro, en forma de consuelo.
La única figura materna que ha conocido Jared es la de su abuela Teresa, quien lo ha cuidado todo el tiempo. Lo lleva a la escuela y él la acompaña en la búsqueda de Anahí, su madre de la que no tiene recuerdos.
“Él sabe lo que pasó, le he platicado las cosas porque no quiero que lo lastimen. Para él yo soy su mamá, pero le muestro fotos y le explico que su mamá puede regresar”.
Teresa no se rinde. Todos los días, además de velar por el pequeño, cuida a madre de 92 años que está enferma y además se da el tiempo de asistir a una nueva toma de ADN con la esperanza de que pueda encontrar a su hija.
“Cuando nació su hijo ella me dijo que no quería perderse nada de su crecimiento, por eso estoy segura que no se fue por su voluntad. No me importa cómo, viva o muerta yo solo quiero encontrarla” relata tomando la mano de su nieto.