- La batalla de Juan Vergel
Luis Velázquez/ Escenarios
Veracruz.- UNO. Un izquierdista ante la historia
Quizá ninguna campaña electoral a un cargo de elección popular ha sido tan folklórica y alegre, tan llena de vida, tan original, como cuando Alfredo Magno Garcimarrero Ocho a buscó la presidencia municipal de Xalapa.
Diputado de 1992 a 1995, Senador de la República a la muerte del ingeniero Heberto Castillo, el gran líder moral del movimiento estudiantil del 68, Alfredo Magno iniciaba su campaña hacia las 5, 6 de la mañana.
Entonces se fincaba en las tortillerías de Xalapa y platicaba con las señoras sobre la Xalapa que soñaba.
Luego, se iba a otra tortillería y a otra más, repitiendo su legítimo sueño.
Entonces, cuando empezaban a circular los autobuses urbanos de pasajeros se trepaba a uno y a otro y a otro, y de igual manera como Sócrates y Platón y Aristóteles en la plaza pública, también predicaba su apostolado social.
Hacia las 9 de la mañana se daba una tregua con sus seguidores y desayunaban en el mercado popular, donde cada quien pagaba su desayuno, y en donde, además, entre taco y taco, seguía la campaña.
Así continuaban hasta las once, doce de la mañana, haciendo campaña en el mercado popular, que cada día era diferente, y hacia el mediodía se iban a una cantina para “la botana” con el amigo, pero que en realidad aprovechaba para seguir con su discurso electoral, pues ni modo de ponerse a libar.
Era la hora “pico” de los autobuses urbanos y otra vez se trepaba con los suyos para seguir haciendo patria cívica en una acción que se prolongaba hasta las 5, 6 de la tarde.
Así un receso en la jornada electoral y se concentraba en su búnker para un balance.
Hacia las 9, 10 de la noche, todos se iban a un centro nocturno, a un antro, a un bar literario, digamos, y entonces, solicitaba permiso al maestro de ceremonias y empezaba su exposición contando chistes, lleno de ingenio.
Y cuando la clientela se destornillaba de risa, se presentaba como el candidato a la presidencia municipal, y el efecto político y social se multiplicaba.
A su lado, como un fiel seguidor estaba don Juan Vergel, quien meses después sería regidor en el Ayuntamiento de Xalapa y mucho tiempo después, presidente del CDE del PRD, de donde lo tumbaron la intriga de Javier Duarte, Érick Lagos, María Georgina Domínguez Colio, Rogelio Franco Castán y “Los Chucos” del CEN.
DOS. Yunes contra Juan Vergel
Fue aquella campaña una enseñanza imborrable para Juan Vergel, porque era una estrategia original, diferente y efectiva.
Y más, con el altísimo sentido del humor, fino y elegante, de Alfredo Magno Garcimarrero, de igual manera como también lo tenía su hermano Benjamín, Q.E.P.D., y quien fue síndico y director de Turismo.
En aquel entonces, Juan Vergel era candidato a Regidor y fue ubicado en el número uno de la lista para así amarrar su espacio edilicio.
Pero como en el palacio de gobierno de Xalapa ejercía el poder pleno Miguel Ángel Yunes Linares estaba irritado con la campaña de Alfredo Magno.
Y como Vergel estaba a su lado lo comenzaron a hostigar.
Incluso, alguna vez hasta la policía lo cercó y lo quiso golpear, pero mientras Vergel estaba atenazado por los gendarmes, comenzó a gritar que el único culpable del acoso era Yunes Linares.
Y gritó y gritó y gritó tanto que alguien le puso a Yunes al teléfono y le reprochó las acusaciones y Vergel más las repitió.
–Arregla tus pendientes con la justicia, le dijo antes de buscar la regiduría. Mañana te espero en la oficina, le ordenó.
Vergel habló con Alfredo Magno y Magno fue muy generoso y lo acompañó y lo que significó un gran peso moral, pues, además, había sido profesor de Yunes en la facultad de Leyes de la Universidad Veracruzana.
TRES. Dos guaruras a su lado
Llegaron al palacio y se anunciaron en la oficina del Secretario General de Gobierno.
Yunes solo recibió a Alfredo Magno y Vergel quedó sentado en la antesala.
Entonces, de pronto, zas, llegaron a la oficina el director de Seguridad Pública, Juan Herrera Marín (entonces, amigo de Yunes) y el director de la Policía Judicial.
Y sin hablar una sola palabra, se sentaron a su lado, en un acto intimidatorio sin precedente.
Horas después, Alfredo Magno salió del privado de Yunes y pidió a Vergel que se retiraran y en el camino le dijo:
–Mañana vas con el Procurador para ver tu asunto.
Y al día siguiente fue.
Y el procurador le mostró un expediente donde, oh sorpresas que da la vida, le dijo que el delito del que le acusaba Yunes estaba prescrito.
El camino estaba allanado para que Vergel desempeñara el primer cargo público en su vida y que era de regidor.
CUATRO. Vergel en el Ayuntamiento de Xalapa
Como presidente del CDE del PRD, Juan Vergel se volvió incómodo para la tribu de Rogelio Franco Castán, secretario General de Gobierno de Yunes Linares.
Y para “Los Chuchos” del CEN del PRD.
Y para el gobernador Javier Duarte y su operador, Érick Lagos Hernández.
Entonces, le desataron, primero, una campaña de prensa hostil, “a tiro por viaje” en las columnas políticas manejada por Gina Domínguez Colio.
Luego, una intriga con el CEN del PRD, donde Rogelio Franco en alianza con Érick Lagos lo acusaron a “Los Chuchos” de estar bloqueando sus negocitos con Duarte.
Y Jesús Ortega lo llamó a cuentas y lo despidió como presidente del CDE del PRD como si fuera el gurú, el tlatoani, el dueño de la franquicia del sol azteca.
Años después aparecería como un seguidor más de Andrés Manuel López Obrador, al lado de su amigo y condiscípulo Manuel Huerta Ladrón de Guevara, coordinador estatal de MORENA en Veracruz y futuro coordinador de las delegaciones federales.
Ahora, está a cargo de la Participación Ciudadana en el Ayuntamiento del alcalde de MORENA, Hipólito Rodríguez.