Luis Velázquez/ Escenarios
Veracruz.- UNO. Historia de una caída
La estrella de He Man Sergio Hernández Hernández, coordinador de la bancada panista en la LXIV Legislatura, un diputado más en la LXV Legislatura, parece apagarse.
Jefe máximo del PAN yunista en el Congreso anterior, dueño del poder político y del dinero público, se dio lujos de junior.
Pachangón en el día de su cumpleaños como si fuera el Emperador de Etiopía, Helia Helassie.
Casas de gestión social, ajá, como si fuera secretario de Estado.
Favores a su tlatoani y gurú, Pepe Mancha, por todos lados, incluso, hasta un subsidio generoso para el portal digital que puso a nombre de su señora madre.
Acusado por la ex diputada local, Cinthya Lobato Calderón, su compañera panista, de utilizar el presupuesto para borrachas y orgías.
Defensor a ultranza del Pepe Mancha manchado creyó que su palabra bastaba para purificar al ex presidente del CDE del PAN soñando con la reelección.
Tendido a los pies del gobernador Yunes.
Cohechó a los diputados dándoles una tajada del presupuesto para los medios a cada uno para que así repartieran el billete fácil entre sus tres medios afines.
Ideólogo que se creyó tipo Manuel Gómez Morín, el fundador del PAN, tiempo cuando el político y filósofo José Vasconcelos los llamaba “místicos del poder”.
Más todo lo que se ignora.
Soñaron con la gubernatura de los años 2018 a 2024 y perdieron en las urnas.
También perdieron la mayoría panista en el Congreso y en manos de la izquierda de Morena.
Ahora, de coordinador de la bancada panista y jefe máximo de la Junta de Coordinación Política, a un diputado más.
Estrella que se apaga.
Acostumbrado a hacer política con dinero público ahora necesitará mendigar.
La vida, ya se sabe, da muchas vueltas, más si se recuerda la enseñanza bíblica del tiempo de las vacas gordas y las vacas flacas, más allá de aquello de que en política se gana o se pierde, porque así, ajá, es la democracia.
DOS. Remar contracorriente
Fue un diputado poderoso. Y aun cuando fue reelecto, ya nunca será igual. Ahora, remará contracorriente. Y con un gobernador de la izquierda, Cuitláhuac García Jiménez.
Ejerció su mando en el Congreso y tuvo una fuerza política y económica descomunal.
Carlos “Chico” Fuentes, ex diputado panista, lo aclamaba.
Perdido su capital político usufructuado en la anterior Legislatura ahora también perderá, digamos, su libertad, porque los Morenos impondrán su ley, de igual manera como él mismo la impuso durante el par de años anteriores.
Llegó a la política de manos de su padre putativo, Pepe Mancha. Hoy, seguirá a su lado, si es que el tuxpeño gana la presidencia del CDE del PAN y Joaquín Guzmán Avilés, “El chapito”, se resignara a una derrota teniendo a la mayoría de las elites y la militancia azul.
Incluso, ya sin Pepe Mancha (el Pepe Mancha ingrato que rompió su amistad y compadrazgo con su hacedor, Víctor Serralde), se verá si mantiene su proyecto político, considerando, como decía Juan Maldonado Pereda, que “en política no hay hombre sin hombre”.
Jugó con la ilusión de perpetuarse en el poder y su primera faena en el Congreso iniciado ayer será defender con todo al Fiscal Jorge Wínckler a quien con los Morenos le espera un juicio político, pues ni modo lo deje al garete.
Un gran revés que digerirá, esté de acuerdo o en desacuerdo, pues nunca en su paso legislativo se expresó a favor de los diecisiete Colectivos integrados con madres con hijos desaparecidos.
Y si el Congreso a su cargo otorgó la medalla “Adolfo Ruiz Cortines” a los Solecitos se debió a una orden del gobernador Yunes.
TRES. La generación perdida
Nunca pudo con Cinthya Lobato Calderón por más y más que ella lo acusó de francachelas sexuales con dinero del presupuesto.
Y aun cuando el gobernador quiso mediar y los habría sentado, de cualquier forma, la guerrera Cinthya conservó su distancia porque el chamaco He Man Sergio Hernández daba gusto a su placer, igual, digamos, que cuando Antonio López de Santa Anna dejaba la gubernatura para irse de farra con una mulata apostando a los gallos de pueblo en pueblo.
Es más, ya se verá si la LXV Legislatura decide revisar las cuentas de sus antecesores, y entonces, por más y más que pudieron ocultar con química contable sus cosas, alguien descubrirá el hilo de la madeja.
Y más, si se considera la lucha sin cuartel contra la corrupción de AMLO, el presidente electo, pues como dice el sacerdote José Alejandro Solalinde Guerra, el tabasqueño “tiene mucho parecido a Dios”.
Nadie sabe, así es el tamaño de la desproporción, el beneficio social que los diputados azules con He Man causaron y dejaron en el millón de indígenas y los dos millones de campesinos y los tres millones de obreros.
Ellos, en contraparte, disfrutaron la vida. Fueron las elites del poder. La gente bonita, VIP, encumbrada en las alturas de la administración pública.
Pero sin trascender. Perdidos en la vaguedad burocrática. Un Congreso más, sin estela social.
Lástima que fueron el partido que lanzó al PRI del palacio de gobierno de Xalapa luego de 89 años de hegemonía tricolor.
Su triunfo en las urnas en el año 2016 solo quedó en pura alternancia partidista, nada de transición a la vida democrática.
La generación perdida del PAN en Veracruz y el Golfo de México.