* Horacio Franco es el mexicano más oaxaqueño. Ama a Oaxaca. Grabó Sones de Tierra y Nube con la Banda Filarmónica Mixe del CECAM, de Santa María Tlahuitoltepec, durante el año 2005.
* Horacio cayó del cielo de los conciertos en Nueva York, -a finales de febrero y principios de marzo, durante los cuales tocó las estrellas con las manos-, al infierno, al contagiarse del COVID-19.
DETRÁS DE LA NOTICIA/Alfredo Martínez de Aguilar
Horacio Daniel Franco Meza es un mexicano genialmente universal. A sus 56 años de edad -nació el 11 de octubre de 1963-, los melómanos más exigentes del mundo han caído rendidos a sus pies.
Ha conquistado el mundo con un promedio de 150 conciertos al año. En los cinco continentes, las mejores salas de concierto y teatros le han abierto sus puertas a nivel nacional e internacional.
A diferencia de otros artistas, hizo realidad el milagro de ser profeta en su tierra. Ello, a pesar de la mezquindad profesional de la que ha sido objeto a lo largo de 42 años de trayectoria cultural.
Estudió flauta y violín, en el Conservatorio Nacional de Música. Continuó en el Conservatorio de Holanda con Marijke Miessen y Walter van Hauwe. Obtuvo el grado de solista Sum Cum Laude.
Entre 1993-1998 fue fundador, director e intérprete de la Capella Cervantina, que se convertiría en la Capella Barroca de México. Fundó también en esos años la Orquesta Barroca Capella Puebla.
Diversos autores han escrito música para que Franco la interprete y ha sido invitado a conducir decenas de orquestas como director en diversos estados de la República y en diferentes países.
El profesor y director de orquesta domina la música barroca clásica, popular y tradicional. Es considerado por los críticos musicales el más destacado intérprete global de la flauta de pico.
Horacio Franco es el mexicano más oaxaqueño. Ama a Oaxaca. Grabó Sones de Tierra y Nube con la Banda Filarmónica Mixe del CECAM, de Santa María Tlahuitoltepec, durante el año 2005.
A siete años de su presentación en la Sala de Conciertos de Wuhan, Provincia de Hubei, China, el jueves 14 de marzo de 2013, hoy Horacio vive una pesadilla infernal, según sus propias palabras.
Durante el Programa de Promoción Cultural 2013 de la Embajada de México en China, el flautista y el clavecinista Santiago Álvarez realizaron tres exitosas presentaciones en Beijing y Wuhan.
Los artistas mexicanos presentaron, por primera vez, el recital en la sala de conciertos de la ciudad de Wuhan, ubicada en el centro de China, con una población de más 7 de millones de habitantes.
Horacio cayó del cielo de los conciertos en Nueva York, a finales de febrero y principios de marzo, durante los cuales tocó las estrellas con las manos, al infierno, al contagiarse del COVID-19.
Le dedico esta entrega en solidaridad con su padecimiento, por amistad, respeto y admiración personal y familiar, y por su generosidad al apoyar el XV Aniversario de la Revista Mujeres.
“Cuando salí a la gira de conciertos en Nueva York del 21 de febrero al 12 de marzo, no imaginé que esto sucediera y menos que contrajera el virus por estar en Nueva York expuesto a este”.
En otra gira en noviembre pasado –para colmo, también en NY– contrajo una ronquera repentina y una tos bastante fuerte que tardó varias semanas en quitarse.
La tos regresó a finales de diciembre por culpa de un aire acondicionado congelado en un viaje de conciertos a Cancún, y a principios de enero en Mazatlán –otro concierto– donde en una de las salas del aeropuerto irresponsable y estúpidamente pusieron el aire acondicionado a más de todo lo que daba para “secar un sillón que habían lavado”.
Eso le hizo pescar un enfriamiento y que la tos volviera. Antes de irse a NY fue de una vez por todas a quitarse la tos y su otorrinolaringólogo le recetó un antibiótico ligero y desinflamatorios, que no tomó con agrado, pues es bastante reticente a la medicina alópata y antes de probar cualquier cosa de éstas prefiere todas las medicinas alternativas posibles, pero ya había “agotado el repertorio“.
Se quería ir a Nueva York sin tos. Así fue como unos días después de su arribo en febrero a esa ciudad estaba al cien por ciento: toda su gira transcurrió con excelente salud, aunque con mucho estrés y cansancio.
El 11 de marzo, la OMS declaró Pandemia al COVID 19. Ese día le dio otro enfriamiento en un restaurante donde cenaba con su marido Arturo Plancarte, “pues abrieron la puerta y nuestra mesa era la primera, así que recibía en plena espalda y pecho el aire frío”.
No hizo gran caso. Al día siguiente era su último concierto: “coroné -y hasta con un virus- esa gira con un concierto en la renombrada Alice Tully Hall del Lincoln Center, una de las más espléndidas acústicas del mundo. Ese mismo día volvió muy ligeramente la tos”.
El jueves 12 de marzo, por la declaración de pandemia, se decretó el cierre y suspensión de actividades de todos los teatros, cines, musicales de Broadway, del Carnegie Hall y del Lincoln Center -incluidas la Metropolitan Opera Hall y la NY Philharmonic-, pero de manera milagrosa (¿o irresponsable?) su concierto se dio y fue el último de todos los eventos que tuvieron lugar hasta hoy en NY”.
Al día siguiente (viernes 13) regresó a la CDMX tras haber ido al gimnasio -que aún estaba abierto. Se sentía muy bien y solo tenía un poco de tos. Saliendo del avión ya en la CDMX les tomaron la temperatura a todos los pasajeros.
Y a partir del domingo 15 empezó a sentir un terrible e inexplicable cansancio. Ese fue el primer síntoma del COVID 19 que me había traído de suvenir de Manhattan”.
Desde el jueves 26 está en casa y esa misma noche llegaron sus resultados de COVID-19, esta vez ya positivo, como era de esperarse. También el miércoles le ayudaron enormemente con dos epidemiólogas de la Alcaldía a la que pertenece para hacerle la prueba que realiza el gobierno y que también ya dio positiva.
Hoy, relata al columnista tras una semana en casa, día con día he recuperado mucho los ánimos y la tos casi se ha ido, la fiebre desapareció y solo sigo sudando mucho durante la madrugada.
“Mis pulmones están bien y no noto diferencia alguna al tocar, cada día estudio mejor y más y la disgeusia y anosmia (pérdida del gusto y del olfato) lentamente y día con día ceden”, asegura.
El mundo debe aprender de esta época siniestra y simplemente cuidarse sin entrar en pánico. Después de esto el mundo va a cambiar, estamos en una total incertidumbre económica y el rumbo del mundo es hoy por hoy un misterio. Pero tengámonos a nosotros mismos. Seamos solidarios con quienes tienen menos que nosotros y ayudemos a quien podamos ayudar. Seamos pues, por primera vez en mucho tiempo, más humanos con la humanidad y más respetuosos con la naturaleza y con nosotros mismos.
@efektoaguila