•Era campesino que ganaba poquito en el campo, pero en internet lo denigran asegurando que era huachicolero: el hermano de Martín Martínez Moguel
- Padre de dos muchachos que se valían por sí solos, de Martín sólo dependía su segunda esposa
- La primera se le murió, pero como no quería estar solo se volvió a casar y ahora la mujer quedó sola
Ignacio Carvajal blog.expediente.mx para El Piñero de la Cuenca
Veracruz, México.- Martín Martínez Moguel, 70 años de edad, una de las víctimas del flamazo en el poblado de Cerritos, era campesino que ganaba poquito en el campo, pero pagador y comprometido con cada una de sus deudas, dice su hermano Arcadio, de 67 años.
Desde el poblado de Cerrito, Arcadio, a quien ya le falla la vista, condena la muerte de su hermano, pero más le molesta que “en el internet anden diciendo que era huachicolero, eso es mentira”.
Mi hermano, relata, vivía del campo y por el campo.
Padre de dos muchachos, ya hombres que se valen por sí solos, de él sólo dependía su segunda esposa.
La primera se le murió, pero como no quería estar solo, se volvió a casar hace unos tres años y ahora la señora se quedó sola, dice.
Su hermano no tenía nada que hacer esa mañana que salió del pueblo a encontrar la muerte, platica Arcadio desde el pórtico de su casa, en donde su familia lo ha sedado para que no se le alteren los nervios. Perros, pollos y totoles caminan por el patio entre niños y mujeres adultas. La casa es de madera y las láminas de materiales desgastados. Se está ante una familia humilde. El pueblo de Cerritos apenas tiene 234 habitantes, según el INEGI.
La familia le había dicho que no saliera, que disfrutara del descanso, pero Martín sentía el deber de salir a pagar la mensualidad en Coppel, semanas atrás se había endrogado con artículos para la familia, su hermano no sabe decir qué, pero sí que su carnal no iba estar tranquilo pensando en los intereses de la deuda si se trataba si quiera unas horas.
El finado se enteró que su vecino llevaría a su hijo menor a Tezonapa a tomar su clase de computación y le pidió el aventón al Coppel de la vecina ciudad de Cosolapa.
Martín es un hombre de los de antes, la palabra empeñada es el honor, y ante esa situación, no le importaba vivir en un pueblo retirado, sin acceso a líneas de transporte, menos a comunicación por fibra óptica. Su deber era ir a pagar y así lo hizo.
A las seis de la mañana ya estaba listo para emprender el viaje de aproximadamente una hora hasta su destino, hacer unas compras y regresar a casa antes del mediodía.
El destino quiso ponerle un charco de gasolina, producto de una toma clandestina no atendida a tiempo por las autoridades. El coche de su vecino pasó lentamente el charco, que contenía agua de la lluvia, y una gran cantidad de combustible derramado del poliducto Minatitlán-Ciudad de México.
Del estruendo, dice el entrevistado, todos despertaron en el pueblo.
Nadie pensó que se tratara del coche que había salido apenas hace unos minutos. La ruta normal de los que salen de Cerritos es pasando un vado por el cual corren dos ríos, pero ese día, por la lluvia de la noche, el río creció e impidió el paso. Los viajeros dieron la vuelta a la unidad y se enfilaron a la muerte.
“Dicen en el internet que mi hermano era un huachicolero, les quiero decir que eso no es verdad, que él era un hombre trabajador, honesto”.
Regularmente que Martín Martínez, desde la infancia se empleaba como peón, así sacó adelante a los dos hijos que hoy son adultos. Ahora, a su avanzada edad, seguía sosteniendo la moruna para marchar a la zafra del ingenio la Constancia.
Cada temporada se le veía partir rumbo a los cañales para trozar la gramínea ganar unos cuantos pesos para sostener a la familia. Si no había zafra, cuenta el hermano, “se iba con alguno de los patrones, a jalarle al azadón, eso es lo que andaba haciendo ahorita”.
Arcadio demanda: queremos que el nombre de mi hermano sea limpiado, él no era huachicolero.
