Luis Velázquez /Barandal
11 de septiembre de 2019
ESCALERAS: En otros tiempos, el Sumo Pontífice de la iglesia católica hablaba y el presidente de México se estremecía. Tanto que, por ejemplo, Carlos Salinas restableció la relación política con el Vaticano.
En el tiempo de la Independencia, 1800, la iglesia era dueña de la mitad de los bienes materiales, pues la otra parte pertenecía a los dueños del Virreinato.
Y muchos años después, la iglesia de Veracruz (el arzobispo de Xalapa y uno que otro obispo) levantan la voz contra la inseguridad y es como una voz en el desierto, ni siquiera, vaya, a la altura de Jesús orando sólo en aquel yermo.
PASAMANOS: Hipólito Reyes Larios fue más allá. Por ejemplo, para referirse a los 9 meses del ejercicio del poder de Cuitláhuac describió los nueve meses de gestación de un niño.
Dijo, por ejemplo, que MORENA en el palacio de Xalapa, y AMLO por añadidura, cumplieron 9 meses, el mismo tiempo que un bebé tarda de nacer.
CORREDORES: Entonces, el arzobispo, el enviado de Dios en Veracruz, dijo que 9 meses del tiempo de MORENA eran suficientes “para dar a luz algo más organizado y más pensado”.
Y en su mirada social, sicológica y moral lo resumió de la siguiente manera:
“Por la inseguridad, dijo, ya no hay lugar seguro ni la casa familiar ni el lugar de fiestas ni la escuela ni donde se reúnen las personas”.
Quiso, digamos, evocar y convocar la matanza de Coatzacoalcos (31 muertos), la matanza de Minatitlán (14 muertos), la matanza de Mixtla de Altamirano (3 muertos, entre ellas, la alcaldesa) y la matanza de 9 meses (tiempo de gestación de un bebé) cuya resultado son más de mil 300 cadáveres, entre ellos, 180 feminicidios y 46 infanticidios.
BALCONES: En el siglo pasado, los feligreses creíamos, estábamos seguros, ciertos, de que la homilía del presbítero, y ni se diga del obispo y el arzobispo, denunciando el estado de cosas sociales bastaban para “sanar las heridas” y purificar la vida cotidiana y brincar del infierno al paraíso perdido.
Pero en los últimos 9 meses Veracruz fue, ha sido, es, el centro de una revolución silenciosa clamando la tranquilidad de otros tiempos y por más y más homilías, misas, rosarios, marchas de feligreses con el Santísimo por delante, cadenas de oración, el gobierno de Veracruz, indiferente.
No puede. Está rebasado. Le vale. No quiere.
PASILLOS: Una y otra y otra y otra ocasión, el arzobispo y los obispos leen la Cartilla Social al góber y nunca, jamás, jamás, jamás, una respuesta.
Incluso, nada fácil sería que luego de 9 meses al góber le valga tanto la iglesia católica que ni una sola ocasión se ha sentado con ellos y mucho se ignora si tampoco con los cristianos evangélicos, la religión de AMLO.
VENTANAS: Las elites eclesiásticas han perdido tanta fuerza política y social que, por ejemplo, meses anteriores, el presidente municipal de Ciudad Mendoza, Melitón Reyes Larios, hermano mayor de Hipólito, el arzobispo, levantó la mano solicitando seguridad al góber para su pueblo.
Ahora, Hipólito también se duele de que “en la zona donde vive su familia se haya recrudecido la violencia” (Diario de Xalapa, Mayra Figueiras, 4 de septiembre, 2019).
Y, bueno, cuando se llega a tales niveles significa como dice el viejito chistosito del pueblo que el arzobispo tiene “menos fuerza que un Tehuacán sin gas”.
Y cuando la iglesia es menospreciada por la elite gobernante, entonces “sólo resta rezar”.