Laura Rojas
“Lo descuartizamos y después lo metimos en un tambo con diésel, prendiéndole fuego hasta que el cuerpo se consumiera en cenizas”, ese fue el destino de Tomás Maza García, ganadero reportado como desaparecido en octubre de 2015, en Tierra Blanca.
Las fotos con su cara llegaron a varias ciudades de la cuenca del Papaloapan, pero hasta esta semana su familia se enteró cuál fue su última morada, donde yace su escénica vuelta polvo: el rancho El Limón, de Tlalixcoyan.
El gobierno federal informó el año pasado que en ese rancho dieron muerte a los cinco chicos de Playa Vicente, secuestrados en Tierra Blanca por los narcopolicías que a su vez los entregaron a una célula del cártel de Jalisco, de los que hay once detenidos, además de los ocho oficiales, incluido el delegado, Marcos Conde.
Pues esta misma célula está siendo acusada de haber secuestrado y dado muerte al ganadero que fue privado de su libertad en octubre pasado, cuando comía en una taquería del ejido Paso Coyote.
Según la carpeta de investigación, disponible en el Juzgado Primero de Primera Instancia de Cosamaloapan, Tomás Maza García fue sometido por sujetos que llegaron a bordo de una camioneta blanca, fuertemente armados, tapados del rostro, quienes comenzaron a amagar a los comensales. Después de identificar al ganadero, le amenazaron: “súbete a la camioneta porque ya te cargó la madre”.
Después, se lo llevaron con destino desconocido a Mata Redonda.
Desde entonces, la familia recibió toda clase de llamadas solicitando rescate, pero jamás se supo del destino del hombre de campo que, aparentemente, vivía sin pendientes con nadie.
En las investigaciones, que dieron como resultado la orden de aprehensión por secuestro agravado contra seis sujetos que ya están presos en Cosamaloapan por la desaparición forzada de los cinco jóvenes, se lee parte de la confesión de quienes reconocen su participación en ese evento, que después de secuestrarlo en Tierra Blanca lo llevan de inmediato al rancho El Limón.
Ahí le dan muerte de un balazo con una subametralladora Uzzi.
Para después “descuartizarlo y meterlo en un tambo con diésel, prendiendo fuego hasta que cuerpo se consumiera en cenizas”.
En la confesión, materia de la supuesta sentencia de muerte dictada contra el ganadero:
“Fue levantado por que los andaba poniendo con los soldados y dando la ubicación de los ranchos donde operaban, que todo esto lo hacía (el inculpado) porque pertenecía a un grupo de la delincuencia organizada dedicada a matar gente del grupo denominados Los Zetas”.
Así claro está que el producto fue víctima del mismo grupo de sicarios que recibió a los chicos de Playa Vicente y que ya están recluidos en diversos penales del país y de Veracruz.
En un comunicado, la Fiscalía informó este día sobre la ejecución de seis órdenes de aprehensión emitidas por el Juez Primero de Primera Instancia radicado en Cosamaloapan, contra:
Bernardo Velázquez Borbón, alias El Callado, originario de Novojoa, Sonora; Manuel Ronzón Cerda, El Dalay, de Villa Corona, Jalisco; Enrique Saldaña García, El Kike, de Guadalajara, Jalisco; José Dolores Cetina Robles, el Yuca, de Tlajomulco, Jalisco; Fito Velásque Ramírez, El Chivo, de 31 años, con domicilio en Tlajomulco, Jalisco; y Jorge Miguel Saldaña, El Cramer, de 22 años, vecino de Guadalajara, Jalisco.
Al igual que el productor de ganado, los cinco jóvenes de Playa Vicente terminaron hechos pedazos por un molino de caña, a los restos, les echaron fuego en tambos de diésel, al grado de que las autoridades sólo rescataron la gota de sangre de uno y un pedazo de hueso de otro.
El pasado seis de enero, aun año de la tragedia, los padres de los cinco de Playa Vicente expresaron que en las investigaciones aun están pendientes el análisis de cientos de restos óseos localizados en El Limón, cientos de víctimas de desaparecidos, tanto por civiles armados como por los comandos de cazadores de humanos que eran lidereados por Marcos Conde y sus huestes, que por la vía del amparo buscan abandonar el penal de Cosamaloapan, donde están acusados de desaparición forzada, pero no de delincuencia organizada, como piden los deudos de Playa Vicente.
