Luis Velázquez | Expediente 2021
16 de abril de 2021
El INEGI (instituto Nacional de Estadística y Geografía) ha exhibido a los partidos políticos. Un estudio demuestra que 8 de cada diez ciudadanos con credencial de elector desconfían de todos los institutos partidistas
Ninguno se salva. Ni siquiera, vaya, MORENA con su Cuarta Transformación.
Mayor desencanto, claro, con el PRI porque luego de más de setenta años de “La dictadura perfecta” puso a México en el primer lugar mundial de la corrupción con una república donde 6 de cada diez habitantes están en la miseria, la pobreza y la jodidez.
Pero los doce años del panismo en Los Pinos también contribuyeron a la decepción social. Los grandes negocios de los hijastros de Vicente Fox. El Ejército en las calles que así decidiera Felipe Calderón.
Palabras mayores cuando únicamente dos de cada diez ciudadanos tienen confianza en los partidos políticos.
Quizá, acaso, los ciudadanos que integran su feligresía en la capilla partidista. Aquellos, entre otros, que en cada sexenio y cuatrienio se benefician de forma directa e indirecta con las tribus en el poder público.
Más, mucho más ahora, cuando las elites partidistas lanzaron a sus candidatos a una diputación federal y local, a una presidencia municipal, entre ellos, un elevado número, a los hijos, las esposas, los primos, los tíos y las barbies en turno.
Acuerdos cupulares, cierto, pero que transgreden el corazón y las neuronas de la población electoral y dan espacio en tierra fértil para la desesperanza. Mejor dicho, para el desencanto total.
Las tribus, repartiéndose el poder entre ellos (más de dos mil cargos) como dijera el líder de MORENA en Veracruz.
Tiempo aciago, duro y rudo, sombrío y sórdido, para la población cuando los mandamases se “dan golpes de pecho” alardeando la democracia… que únicamente los beneficia a ellos.
Más aún si se considera que una cosita es la democracia electoral, y otra, mil años luz de distancia, la democracia económica, la democracia social, la democracia educativa, la democracia en salud pública y la democracia en seguridad y procuración de justicia y desarrollo humano.
Democracia, incluso, en el ejercicio de los derechos humanos.
DEMOCRACIA PARA TODOS
Democracia económica: la lucha permanente y sistemática contra la terrible y espantosa desigualdad.
Cada vez, los ricos más ricos y los pobres… más jodidos.
Por ejemplo, de acuerdo con los expertos, doscientas familias concentran más del 60 por ciento de la riqueza nacional, en tanto 6 de cada 10 habitantes de Veracruz en la miseria y la pobreza.
Democracia social: un país donde todos seamos iguales con hechos y resultados concretos, específicos y macizos.
Por ejemplo, la igualdad salarial entre mujeres y hombres desempeñando los mismos cargos públicos y privados y la misma carga laboral.
Democracia educativa: una calidad educativa de primera, igual para todos, nada de que los ricos tienen a sus hijos hasta en escuelas extranjeras, las mejores del mundo, y los jodidos en la escuela primaria del pueblito indígena.
Democracia en salud: hospitales de primera, con medicinas, enfermeras y médicos. Clínicas de salud en las regiones indígenas y rurales con suficiente medicina y personal médico.
Democracia en seguridad pública y procuración de justicia: la vida sin sobresaltos, secuestros, desapariciones, asesinatos, cuerpos desmembrados, cadáveres colgando de los árboles y flotando en los ríos y lagunas.
Por eso, la democracia electoral constituye apenas, apenitas, una muestra del gran significado de la democracia universal.
Y por eso mismo, el desencanto ciudadano con los partidos políticos pues todos, sin excepción, ejercen el poder con sentido patrimonialista para enriquecerse a la sombra del gobierno.
El estudio del INEGI resulta fatídico, lapidario y avasallante. 8 de cada diez ciudadanos están desencantados.
DUEÑOS DE LAS PELOTAS
Con todo, las tribus partidistas son las dueñas del poder público.
Entre ellas se reparten los puestos.
Ellas, con sus familias, son las únicas beneficiadas en cada periodo constitucional.
Incluso, si un pariente llega al poder y al poder donde maneje presupuesto, en automático la familia pareciera que se saca el premio mayor de la Lotería Nacional y/o el Melate.
Y a usufructuar el paraíso durante 6 años (gubernaturas y presidencia de la república y hasta senadurías (y por 4 años (presidencias municipales) y 3 años (diputados locales y federales).
Y en cada caso, con el partido en el poder, las elites, dueñas de las pelotas y las canicas, distribuyen el juego económico y social.
La fuerza y el poder de los jefes tribales en el relato bíblico, tiempo cuando no había partidos políticos, transferida ahora a los líderes partidistas.
Los Marlon, los Zepeta, los Cadena, los Guzmán Avilés, anexos y conexos, en el Veracruz de hoy repartiendo los cargos y desde luego, con la bendición de los jefes nacionales.
En el otro lado de la cancha, 8 de cada ciudadanos con credencial de elector con la confianza en todos ellos por los suelos.
Palabra del INEGI. Palabra de dios.