En México y otros países de América Latina el contagio pasaría pronto a ser comunitario. De las medidas de contención depende el impacto del coronavirus en la región, dice la infectóloga mexicana Rosa María Wong a DW.
DW: México reporta cerca de 100 casos de contagio con coronavirus. ¿Cuál es la situación en México actualmente?
Rosa María Wong-Chew: La Secretaría de Salud catalogó el estado de la crisis en México en la fase 1. Eso quiere decir que los infectados son personas que llegaron del exterior o que tuvieron contacto con estas. Hasta este 18 de marzo había 93 casos confirmados y ninguna muerte.
¿Cree que el país se encuentra realmente en la fase 2, o sea, de transmisión entre personas que no han salido del país?
Es probable que, en efecto, ya se esté dando una transmisión comunitaria, puesto que no se están haciendo pruebas, a no ser que se cumpla con la condición de caso sospechoso, o de contacto con el caso confirmado.
¿Qué tan bien preparado está México para atender esta pandemia?
Hay que tener en cuenta que, por la gran rapidez de diseminación del virus, puede haber una gran cantidad de casos en un muy corto tiempo. Ningún país está preparado para recibir tantos casos al mismo tiempo. México se ha estado preparando; está comprando insumos. En varios hospitales se ha preparado al personal. Los hospitales están dando de alta a todos los pacientes que pueden curarse en casa. Se están reacondicionando otras estaciones para la recepción de pacientes con coronavirus.
Cálculos matemáticos de la UNAM han alertado de que en México puede haber pronto unas 10 mil personas que requieren tratamiento intensivo, debido a que a partir de este 20 de marzo los casos se dispararían. ¿Qué tanto asidero tienen estas previsiones?
En efecto, dichos cálculos fueron hechos por académicos de la UNAM. Y si ellos predicen que entre el 20 y el 30 de marzo se disparará el número de casos, entonces México entra en la fase 2 de transmisión comunitaria. Entonces llegaríamos a la situación de Italia, Francia o España, cuando se dobla el número de casos.
Muchos países han instruido sobre el distanciamiento social y la detección de casos temprana para cortar la cadena de infección cuando tienen unos 50 casos, México ya tiene casi el doble. Ya cinco Estados, universidades y empresas han introducido el trabajo desde casa para reducir el número de casos graves en un solo momento.
Por estos días se cumplieron los 100 días después de la confirmación del primer contagio en Wuhan. El infectólogo salvadoreño Jorge Panameño le dijo a DW que “América Latina está comprando tiempo”. ¿Cómo lo ve usted?
Los chinos nos dieron una gran lección de cómo sí se puede controlar la expansión. China cerró sus fronteras, impusieron el aislamiento, hicieron un seguimiento de casos. Pero como este virus tiene una gran capacidad de diseminarse, en algún momento iba a salir al resto del mundo.
¿Han aprovechado los países de América Latina esa ventaja?
Nosotros fuimos alertados por la OMS el 16 de enero sobre el alto potencial contagioso del nuevo coronavirus. Así que los gobiernos de América Latina han tenido tiempo de revisar la calidad y capacidad de sus sistemas de salud, preparar al personal, comprar insumos y pruebas de diagnóstico. Además, han podido comparar pruebas de diferentes marcas comerciales.
China anunció tener una vacuna lista. ¿Qué tan seria puede ser esa noticia, cuando los expertos calculan que los ensayos en humanos pueden durar un año?
No hay que olvidar que China ya vivió dos brotes previos: el del SARS en el 2002, que también fue un virus que mutó y de los que hubo 8.000 casos en el mundo en el transcurso de un año. El SARS, que también causa una afección pulmonar severa, tuvo un 10% de mortalidad. En 2012, fue el brote del MERS, otro coronavirus transmitido a través de los dromedarios, o personas que habían estado en contacto con estos.
Así que ya antes había varios equipos de científicos y empresas en el mundo que estaban desarrollando vacunas para la familia de virus corona. Cuando surgió el coronavirus ya había ocho prototipos de la vacuna. Así que una vez los chinos compartieron la secuenciación genética de la vacuna, el 12 de enero del 2020, los científicos empezaron a trabajar sobre las bases que ya tenían. Por eso, ya hay dos equipos que han iniciado las pruebas en humanos, uno en China y otro en Estados Unidos. Esperemos que funcionen y sean seguras en humanos.
¿Cuáles son las diferencias entre las epidemias del SARS, el MERS y ésta del coronavirus? ¿Por qué COVID-19 genera el pánico que nunca causaron los otros brotes?
En 2002, el SARS coronavirus afectó a 29 países. Y en todo el mundo hubo solo 8.000 casos con 10% de muertes. El cuadro del SARS era muy parecido al del coronavirus actual, solo que en el momento en que empezaban con síntomas de fiebre, los pacientes eran contagiosos. A diferencia del COVID-19, con el que los pacientes pueden no tener ningún síntoma y estar contagiando activamente a otras personas.
En 2002, cuando se detectaba a una persona con fiebre, era aislada. En estos momentos, es difícil detectar a una persona que disemina el virus porque puede no presentar ningún síntoma. Este es el gran problema con el nuevo coronavirus.
La otra dificultad es que el SARS se podía detectar con un termómetro, lo que para el coronavirus no es suficiente, pues se necesitan pruebas de mucosa de la faringe que tienen que ser estudiadas en laboratorio.
Aún así, hay reportes de China de que una persona curada que dió negativo puede volver a ser contagiosa más allá de los 14 días.
Medidas contra el coronavirus en Ciudad de México.
¿Tiene usted una referencia en cifras para tener una idea de alta potencia contagiosa del nuevo coronavirus?
Gracias a que el SARS podía detectarse más fácil, la epidemia logró contenerse. En todo el mundo solo hubo 8.000 casos en un año, mientras en apenas 100 días del brote del coronavirus llevamos 200.000 casos. Mientras el SARS llegó a 29 países en 12 meses, el coronavirus ya está en 162 en apenas 3 meses.
Si la gran mayoría se cura y en un 80% de los infectados la manifestación es muy leve, ¿cuál es el problema?
El problema es la mortalidad. Un 14% necesita hospilización, y el 5% un tratamiento con terapia intensiva. Al inicio de la epidemia se dijo que la mortalidad en China estaba entre 2% y el 3%. Pero luego de haber salido de China, la mortalidad en Irán, por ejemplo, es del 6%, en Italia del 7%, mientras que en países asiáticos baja al 1% ó al 0.5%. La capacidad de atención es uno de los factores importantes. Pero la verdadera clave está en la prevención de los contagios.
Regresando a América Latina, ¿cómo se va a desarrollar esta pandemia en la región?
No lo puedo vaticinar. Lo que sí podemos ver es cómo se ha desarrollado en el resto del mundo. Su desarrollo depende directamente de las medidas que tome cada uno de los países, como aislamiento social, detección temprana y cierre de fronteras.
Países como China, Corea del Sur, Japón y Singapur introdujeron el estricto aislamiento social y las pruebas generalizadas de detección cuando llegaron a los 50 casos. Hoy esos países asiáticos tienen, en promedio, muchos menos casos que en Italia, Francia y España, en donde se recomendó el aislamiento social y se fueron todos de fiesta. Además, la mortalidad en Italia es mucho más alta, alrededor del 7%, mientras que en China alcanzó el 3%.
Lo que vaya a suceder en América Latina depende entonces de las medidas que tome cada uno de sus gobiernos en la etapa temprana de la epidemia.
Se habla mucho de medidas gubernamentales, ¿cuál es el papel de los ciudadanos?
Es clave. Si todos participan en el aislamiento social, y todos toman conciencia de que esa es la única forma de frenar esta gran epidemia, podremos disminuir el número de infecciones y muertes.
La infectóloga Rosa Maria Wong-Chew es jefa de la Subdivisión de Investigación Clínica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Doctora en ciencias médicas, Wong es miembro de la Facultad de Medicina de dicha universidad. Además es profesora de Microbiología, Parasitología y Farmacología, y también especialista en infectología pediátrica.