Luis Velázquez | Escenarios
14 de julio de 2021
UNO. Revocación del Mandato
En Nuevo León, camina la revocación de mandato del gobernador. Hay allá, como se sabe, un gobernador independiente. “El bronco” le apodan. Va de salida. El nuevo será un militante del Movimiento Ciudadano, MC, del senador Dante Alfonso Delgado Rannauro.
Mientras, aquí en Veracruz, doble discurso. Por un lado, el coordinador estatal de MORENA, Esteban Ramírez, asegurando que el góber jarocho de la 4T se sometería, por voluntad propia, a la revocación del mandato, igual, igualito, que López Obrador.
Y por el otro lado, los diputados locales de MORENA advirtiendo que, en todo caso, la revocación iría, irá para todos, menos para el jefazazo del Poder Ejecutivo Estatal.
Cada quién, entonces, “matando pulgas y chinches” como pueda y convenga.
DOS. Aval para alcaldes
En Nuevo León, los diputados locales aprobaron la iniciativa de la revocación. Durante cuatro años, es decir, un año y medio con Enrique Peña Nieto, dos años y medio con López Obrador, la iniciativa “durmió el sueño de los justos”.
Y de acuerdo con el contenido, la revocación solo fue contemplada para el gobernador, y a diferencia de Veracruz, dejaron fuera a los presidentes municipales y diputados locales.
Un legislador del MC insistió en incluir a los alcaldes y diputados, pero su propuesta fue mantenida en pausa, digamos, en la contemplación mística.
Cada parte interpretando la ley a su modo, pero también, sin duda, a sus intereses partidistas y particulares.
TRES. Rendir cuentas
El referéndum, el plebiscito, la consulta ciudadana y la revocación del mandato son figuras constitucionales nacidas en la antigua Roma y por las que los políticos se han “desgarrado las vestiduras” desde tiempo inmemorial.
Los cuatro ejercicios, digamos, democráticos, para seguir la calidad cívica de un pueblo y han de redondearse en cuatro palabras, tres conceptos, como es la rendición de cuentas.
Simplemente, los políticos han de someterse al escrutinio popular, pues seis años en el caso de gobernadores y presidentes de la república y senadores de la república y 4 años en el caso de alcaldes y 3 años de diputados locales y federales son demasiados para “ordeñar la vaca” y “meter la mano al cajón” y enriquecerse.
CUATRO. Poder concentrado
Hay teóricos y prácticos del Estado de Derecho para quienes el nombramiento del gabinete legal en cada gobernador y presidente de la república ha de someterse al Congreso, igual, igualito que la designación de los Fiscales Generales, para que ellos decidan, pues resulta inverosímil que sigamos viviendo “el país de un solo hombre” como definiera el historiador Enrique González Pedrero el tiempo de Antonio López de Santa Anna, tres veces gobernador de Veracruz y once presidente.
Se trata de la concentración del poder más canija, además de que el presidente y el gobernador están facultados para quitar y poner a cada funcionario que así deseen, y como siempre, sin rendir cuentas.
En los 33 años en el poder presidencial, Porfirio Díaz Mori repetía el siguiente lema a los suyos:
“El que da… quita”.
CINCO. Capotear al góber
En los días que caminan, el Congreso de Nuevo León emitirá el dictamen para la revocación del mandato del gobernador.
Y aquí, en Veracruz, los diputados locales van capoteando el asunto dando largas y largas para blindar a Kuitláhuac García, deseoso de que nadie perturbe sus días y noches y que de por sí anda atravesado con el oleaje volcánico de la errática política económica incapaz de alentar la creación de empleos y el desempleo creciente y el tsunami de incertidumbre, zozobra e inseguridad que tienen a Veracruz lleno de pólvora y sangre.