- El músculo de la iglesia
- Veracruz, una calamidad
Luis Velázquez
Escenarios
Veracruz.- Uno. Trabón entre iglesia y gobierno
La iglesia en Veracruz sigue mostrando el puño y el músculo. Ahora, llama a rezar “por la crítica violencia”. Y al mismo tiempo, se lanza contra el llamado Plan Veracruzano de Desarrollo y que casi nueve meses después significa un manual, una guía de viaje, una brújula que para nada ha servido.
El obispo de Córdoba, el aguerrido y combativo Eduardo Patiño Leal (Jesús con el látigo en la mano lanzado a los fariseos del templo), dice:
En Veracruz “vivimos todo tipo de calamidades, desde robos hasta muertes”.
El obispo de Orizaba, Eduardo Cervantes, toca los tambores de guerra, va a una gira pastoral y resume el estado de cosas y de ánimo social:
Los feligreses, dice, se quejan y duelen de la inseguridad, el desempleo y la educación deficiente.
El arzobispo de Xalapa, el jefe de jefes, Hipólito Reyes Larios, llama a orar. Orar, como por ejemplo, rezaba ocho diarias el Papa Juan Pablo II y que, digamos, era parte de su chamba.
Y de ñapa, el vocero de la Arquidiócesis, sacerdote José Manuel Suazo Reyes, dice, de plano, que el Plan de Desarrollo (la yunicidad pagó setenta millones de pesos a la Universidad Veracruzana por su elaboración, además de que un despacho de la Ciudad de México elaboró el valedero) no sirve para nada.
“No responde a los intereses, necesidades y aspiraciones” de los 8 millones de habitantes de Veracruz.
Todos ellos, entonces, han de saber la filosofía del gobierno azul:
Ningún interés existe en el gobernador para quedar bien con los críticos.
Y si los medios critican es porque esperan la dádiva mensual y ni modo que la elite eclesiástica también extienda la mano para la limosna.
Ellos, por el contrario, tienen un apostolado. Con el puño en el aire se expresan para oponerse a la despenalización del aborto ahora cuando la bancada de MORENA en la LXIV Legislatura ha solicitado revisar la ley anti-aborto y cuando una parte de la bancada del PAN sueña con el matrimonio igualitario.
Uno y otro caso, sin embargo, han de servir para que “a río revuelto”, el góber azul suscriba alianzas con los ministros de Dios, pues ni modo que como político “deje hacer y deje pasar”.
Dos. Tramposo Plan de Desarrollo
Doble lenguaje político en el arzobispado, nomás para calibrar el juego al que están apostando.
El arzobispo reparte flores y pide a los feligreses declararse en oración.
“Tenemos demasiadas muertes. Todos los días hay ejecutados, asesinados, secuestrados, desaparecidos, y estamos pidiendo por la paz. Oren”.
Y oren por una trilogía utópica. Primero, la violencia. Segundo, el miedo. Y tercero, la inseguridad. Los tres, por cierto, en un mismo paquete, pues son causa y efecto.
En tanto, su vocero lanza patadas canijas al pesebre.
Por ejemplo, dice que el Plan de Desarrollo fue anunciado como “el punto de arranque de una nueva era” y el Congreso local (en donde uno que otro diputado participa en “borracheras, drogas, mujeres y orgías”) lo aprobó.
“Todo indica que los que lo aprobaron no hicieron una buena labor de discernimiento”.
Incluso, el vocero eclesiástico truena en contra de la Universidad Veracruzana:
“Algunos académicos de la UV indebidamente se presentaron como la voz y la voluntad de los veracruzanos y dibujaron el nuevo rostro de nuestro estado para imponer una agenda”.
Luego, resume, “redactaron un plan anti-vida y anti-familia claramente tendencioso que lejos de ayudar a resolver los problemas sólo contribuye a su descomposición”.
Tal cual, la férrea oposición de la iglesia a despenalizar el aborto y en contra del matrimonio igualitario, y de paso (y antes de que lo planten en la agenda), rechazar la adopción de hijos en las parejas gais.
Tres. Al corazón de la yunicidad
De hecho y derecho, el vocero acabó con el cuadro azul:
“Los grandes problemas de violencia, pobreza extrema, atención en el cuidado de la salud y el desempleo no ven para cuando tengan una respuesta efectiva que ofrezca tranquilidad y esperanza a la gente”.
En su descripción, y en nombre de la iglesia, y en nombre del arzobispo y de los obispos y de los sacerdotes, y en nombre de Dios, y en nombre de los feligreses (¡oh, cristeros del siglo XXI!), Suazo Reyes se va a la yugular de varias secretarías del gabinete legal de la yunicidad:
Violencia (Seguridad Pública). Pobreza extrema (SEDESOL). Salud (Arturo Irán Suárez Villa, el médico de cabecera del góber azul).
Desempleo (Desarrollo Económico). Tranquilidad social (Rogelio Franco Castán). Esperanza de la gente y para la gente (el bienio azul en su conjunto).
El Plan de Desarrollo, asegura, “francamente tendencioso, auténtica amenaza para las familias y las personas”.
Y en correspondencia, el otro vocero, de la Diócesis de Veracruz, Víctor Díaz Mendoza, también “tiró la espada en prenda” contra el bienio azul:
“Las autoridades municipales, estatales y federales han sido rebasadas por la delincuencia. Ellos tendrán que cambiar su estrategia para combatir esta situación”.
Se trata, entonces, de una declaratoria de guerra sin rodeos ni medias tintas.
Pareciera, por ejemplo, que el diálogo entre los poderes terrenal y celestial está roto. Incluso, que a diferencia del fidelato y el duartazgo, luna de miel a plenitud, jamás se habría dado ni en la campaña electoral del año anterior ni ahora ya en palacio la alianza PAN-PRD.
Incluso, la iglesia ha llevado las circunstancias a un extremo indicativo y significativo. Dice Reyes Larios y en clara referencia a las peleas de gallos:
“Ahora se cuida a los animales sin que haya una corriente para cuidar a los bebés en gestación”.
Así, y teniendo como estandarte de lucha el tema del aborto, la cúpula eclesiástica de Veracruz arrasa con los casi nueve meses de la yunicidad y alebresta a los feligreses, el ejército de Dios que también vota en las urnas.