- Club de noctámbulos
Escenarios
Luis Velázquez
Veracruz.- UNO. Insomnio, el peor mal
La peor maldición en la vida es padecer insomnio.
Estar despierto a la una, a las dos, a las tres, a las cuatro, a las cinco de la mañana, las horas más horribles.
Un vecinito, por ejemplo, suele hablar a sus amigos y sin rodeos les dice que tiene insomnio y desea platicar con ellos pues está a punto de estallar y apretar el botón nuclear.
Unos, claro, son tolerantes, pero por unos cuantos minutos y luego, ni modo, le cuelgan, y entonces, el vecinito sigue marcando el celular de otros amigos.
Pero a la noche siguiente, cuando de nuevo el insomnio causa estragos, entonces, los amigos ya se le acabaron y comienza la angustia.
En unas ocasiones, por ejemplo, prende la tele y busca películas, pero como a cada rato las repiten, se incendia.
Unas veces le ha dado por leer, pero la mente es canija y se ocupa en otras cosas, por ejemplo, las circunstancias y hechos de cada día y para desahogarse y/o ajustar cuentas necesita hablar con alguien y otra vez fastidia la vida marcando el celular.
Por fortuna, una cosita es el insomnio y otra el Alzheimer, pues de lo contrario, igual que Ernest Hemingway ya se hubiera pegado un tiro con la escopeta que utilizaba para matar leones y tigres en África.
En un insomnio, Porfirio Díaz Mori decidió combatir a su paisano Benito Juárez y en cuatro insomnios Plutarco Elías Calles decidió imponer como presidente de la república a Emilio Portes Gil, Abelardo L. Rodríguez, Pascual Ortiz Rubio y Lázaro Cárdenas del Río.
Es decir, que el insomnio también tiene su parte buena.
DOS. Fidel Herrera padecía insomnio
Fidel Herrera Beltrán tenía fama de padecer insomnio en aquel tiempo como gobernador.
A las dos, tres, cuatro de la mañana, solía hablar al gabinete legal y ampliado y ni modo, debían aguantar porque el jefe es el jefe aun estando en pelotas y atrapado y sin salida en el insomnio.
Entonces, y como si fueran las 12 del día les daba órdenes y exigía que pronto las cumplieran y le informaron el resultado.
Incluso, hacia las 4, 5 de la mañana, ya tenía el informe de las notas principales de la portada de los periódicos de su interés y hablaba a los secretarios del gabinete para preguntarles su opinión sobre la nota, por ejemplo, de ocho columnas y/o de portada o sobre el comentario de algún columnista.
–Disculpe, jefe, no he leído el periódico. Apenas son las 4 de la mañana.
–Entonces, ¿cómo es que ya tengo el resumen noticioso del día?
–Usted es el gobernador y todo mundo le informa. Además, señor, son las 4 de la mañana.
–Bueno, al rato cuando despiertes me hablas.
Fidel, sin embargo, era feliz, porque cumplía “al pie de la letra” con su filosofía de vida de acalambrar a su equipo.
Según la fama pública, Javier Duarte fue quien más aguantó el insomnio de Fidel dando, incluso, resultados, y por eso mismo quizá habría ganado su confianza para nombrarlo candidato del PRI a la silla embrujada de palacio.
Es decir, que aun cuando el peor insomnio en la vida se deba a terceras personas, quienes lo sufren tarde o temprano son premiados.
TRES. Napoleón era insomne
Hay, claro, pastillitas para combatir el insomnio, pero a veces son insuficientes.
Por ejemplo, en una película, Robert Redford, el galán del siglo pasado, padece insomnio y cuando las grageas fracasan, entonces, le da por bailar en su departamento.
Pero el depa tiene piso de madera y entonces, baila y baila y poco a poco el ruido se multiplica en el edifico y al rato los inquilinos están despiertos.
Y comienzan las protestas.
Redford les dice que está en su departamento, pero, bueno, la sublevación popular manda y se vuelve el vecino incómodo, indeseable, odiado y repudiado.
En otra película, Resortes, el gran cómico, padece insomnio y para curarse le da por espiar a los vecinos con unos catalejos.
Y de pronto, descubre a una que otra pareja haciendo el amor y el sexo en la madrugada y todas las noches los vigila.
Luego, tomando café con los amigos les cuenta y a la semana, la mitad de los hombres del edificio hacen como que padecen insomnio y lo acompañan en la vigilia nocturna para echarse el chegaray.
Una noche en París, Napoleón tenía insomnio. Entonces, se fue a la ciudad y una esquina topó con una trabajadora sexual.
–¿Qué haces, si son las 2 de la mañana?, le preguntó.
–Trabajo, señor.
–¿De qué trabajas?, siguió preguntando Napoleón.
–Soy prostituta.
–Pero pronto amanecerá.
–Señor, disculpe, yo vivo de la esperanza para que lleguen clientes.
–Entonces, vámonos, le dijo Napoleón.
Y se fueron al motel más cercano, mientras Josefina lo esperaba en el tálamo.
CUATRO. Club de noctámbulos
Los neuróticos han formado un grupo estelar para curarse entre sí y sesionan.
Los comelones impulsivos también tienen su club.
Los insaciables en materia sexual tienen otros grupos terapéuticos.
Se ignora si exista en la ciudad un club de noctámbulos que acaso para ver si curan el mal se juntan para caminar a media noche en el cementerio, hurgar en las tumbas, sentarse en el zócalo a contar las estrellas, meterse a un bar de 24 horas, esperar a las chicas del tabledance a la salida para llevarlas a casa y/o ver películas porno y hablar a los teléfonos hot line de Estados Unidos.
Pero, bueno, sólo queda restar piedad y misericordia para quienes padecen insomnio. Se trata del peor mal escapado de la caja de Pandora.