Luis Velázquez/ Barandal
24 de agosto de 2019
ESCALERAS: El miércoles 14 de agosto, el diputado local de MORENA, José Manuel Pozos Castro, amaneció con ganas de llevarse los titulares de 8 columnas de la portada. Entonces, dueño de un secreto político lo reveló. AMLO, el presidente, dijo había ordenado a Cuitláhuac fumar “la pipa de la paz” con Jorge Wínckler.
Lo dijo así:
“El gobernador recibió la orden de coordinarse con el Fiscal”.
Conocedor, digamos, del sistema piramidal del poder donde el jefe máximo manda y siempre tiene razón, dijo:
“El jefe del Ejecutivo es quien manda y sus instrucciones deben acatarse”.
PASAMANOS: Ese mismo día, quizá se habría puesto de acuerdo con el góber de MORENA y AMLO, Cuitláhuac inculpó a los medios de haber creado la percepción ciudadana de mantener un conflicto, choque de intereses, fuego amigo y enemigo, fuego cruzado, con el Fiscal.
Pozos Castro, ex priista, ex panista, ex perredista, fue más preciso, sin nunca “amarrar navajas” con los reporteros ni tampoco lanzar cacayacas:
“El mandato del Señor Presidente se tiene que acatar y respetar y cumplir, pues creo que el presidente es el que manda en México y yo creo que su llamado es una instrucción”.
CORREDORES: Poco, sin embargo, duró el gusto, digamos, unas 24 horas.
Luego de un día, el mismo gobernador apretó de nuevo el botón nuclear en contra del Fiscal y le valió la orden presidencial revelada por el diputado presidente de la Mesa Directiva de la LXV Legislatura.
Y otra vez el hígado operando por encima de las neuronas. El coraje arriba de la cordura y la mesura. El rencor y hasta el odio, más allá de la república amorosa y la Cartilla Moral.
BALCONES: La orden de AMLO al góber de suscribir las paces con el Fiscal tiene varias lecturas.
Una: fue “una tomadura de pelo”. Pozos Castro ofreciendo una rosa roja al Fiscal, el góber sonando los tambores de guerra.
Dos: la orden de AMLO fue en los mejores términos pues la población está harta del pleito verdulero entre ambos, pero el góber la desacató.
PASILLOS: Tres: el Fiscal cabildeó en el altiplano y logró un padrino, una madrina, para llegar a AMLO y AMLO dio la orden y Cuitláhuac desobedeció. ¿Tan fregón se siente Cuitláhuac, capaz de desafiar al presidente de la república?
Cuatro: si hubo buenas intenciones para conciliar, AMLO exhibía por completo a Cuitláhuac con sus 8 meses y medio de obsesiva obsesión para destituir al Fiscal. Más, cuando en su momento Cuitláhuac pidió a AMLO su intervención. Más, si se recuerda que tanto la secretaria de Gobernación como el líder de MORENA en el Congreso federal, Martí Batres, demandó la renuncia del Fiscal. Y por tanto, antes de quedar mal (por eso inculpó a los medios de “amarrar navajas”), el góber se insubordinó a AMLO.
VENTANAS: Nadie pensaría en un acelere de Pozos Castro. Quizá, claro, le faltó conocer más el resorte sicológico del góber.
Cierto, la primera estrategia de Joseph Fouché era escudriñar al derecho y al revés los móviles sicológicos, siquiátricos, neurológicos, del hígado, del corazón y hasta del sexo de los políticos de su tiempo, y así los traía azorrillados, además de tener un expediente negro de su vida pública y privada.
Si la tregua duró solo 24 horas, entonces, Pozos Castro resbaló como “El borras”. Nadie, por ejemplo, desobedece a AMLO.
En todo caso, a sus espaldas, Cuitláhuac habría negociado con AMLO y por eso el revire.
“Que tu mano izquierda nunca sepa el juego de la mano derecha”.