Luis Velázquez
Veracruz.- DOMINGO
Hijos desaparecidos
Ningún dolor y sufrimiento más terrible en Veracruz que la desaparición de un hijo.
La angustia de mirar los días y las noches caminar como una pesadilla, sin que ninguna lucecita asome en el largo y extenso y túnel de la incertidumbre, la zozobra y la inseguridad.
Los malandros secuestraron, por ejemplo, al hijo de una familia.
Y pagaron el rescate y dejaron en libertad.
Semanas después, lo volvieron a secuestrar y de nuevo enteraron el rescate y lo liberaron.
Meses después, otra vez lo plagiaron, los padres pagaron el rescate y lo mataron.
Ahora, cada vez cuando es anunciada el hallazgo de una nueva fosa clandestina, como el caso de “El arbolillo”, en el municipio de Alvarado, unas familias amigas les avisan y preguntan las razones por las cuales no siguen buscando al hijo.
“Durante dos años, por aquí anunciaban el descubrimiento de más fosas íbamos con toda la esperanza del mundo. Y nada. Entonces, ningún caso tiene seguir sufriendo”.
Con Javier Duarte se reprodujo en Veracruz la historia de los presidentes dictadores de América Latina que crearon fosas clandestinas y tiraban los cadáveres a la mitad de un océano infestado de tiburones.
LUNES
Aquí sólo crecen panteones
La pesadilla de la vida y de la muerte se ha vuelto un infierno en la tierra jarocha.
Todas las familias tienen un pariente, un compadre, un amigo, un vecino, un conocido, ellos mismos incluso, secuestrado, desaparecido, asesinado, sepultado en fosa clandestina y pozoleado con químicos para borrar las huellas posibles.
En cada hogar de Veracruz hay un dolor multiplicado con la desaparición forzada en el sexenio anterior a partir de la alianza siniestra de los políticos, los jefes policiacos, los policías y los malandros.
Lo peor: todos ellos se aliaron para desaparecer a civiles, pero también a funcionarios públicos incómodos e indeseables.
Una estrella más para Veracruz, campeón nacional en fosas clandestinas.
Según la versión oficial hay 55 municipios con fosas y al paso que vamos transcurrirán varios sexenios para rastrear la pista de todas ellas, primero, y segundo, para aplicar las pruebas rigurosas a los cadáveres para su identificación.
Lo único que aquí en el pueblo ha crecido son los panteones, pues también hemos alcanzado el primer lugar nacional en feminicidios.
En la locura de la guerra con los malandros han asesinado a niños.
“¡Bestias!” les llamó el gobernador Yunes cuando mataron a los 4 niños de 3, 4 6 y 7 años de edad, en una colonia popular de Coatzacoalcos.
MARTES
Pesadilla de ocho años
Hay familias que siguen buscando a sus hijos desde el año 2011, el primero de Javier Duarte y Arturo Bermúdez Zurita.
8 años de una angustia indescriptible, viviendo con la esperanza de que el hijo esté vivo y bien en algún lugar.
8 años de vivir pendiente de que los funcionarios públicos anuncien el hallazgo de una fosa clandestina para salir corriendo a los Servicios Periciales atrás de la identificación.
8 años de dar vueltas y vueltas en que se ha integrado en Colectivos de madres y padres con hijos desaparecidos para hacerse uno solo en la búsqueda, pero también en el consuelo.
Bastaría referir el infierno a partir de la fosa de El arbolillo, en Veracruz, donde la Fiscalía invitó a los padres afectados, las grandes víctimas de la desaparición forzada, para identificar a sus hijos entre más de doscientas prendas de vestir y 144 credenciales de elector, tendidas y expuesta en Xalapa.
La señora Victoria Delgadillo, del Colectivo de Xalapa, por ejemplo, dijo que ella busca a su hija Yunery Citlalli desde el mes de noviembre del año 2011 cuando fue desaparecida.
Y desde entonces, ninguna pista, ninguna señal, ningún indicio.
MIÉRCOLES
Políticos cómplices
Se trata del peor infierno que a nadie se le desea.
Todos los días, sentarse la familia a desayunar, comer y cenar, recordando al hijo desaparecido por culpa, entre otras cositas, de la alianza de policías y malandros, con la complicidad de los políticos encumbrados en el poder público.
Pasar un mes y un semestre y un año y mirar todos los días la ropa del hijo sin que pueda regalarse porque se tiene la esperanza de su regreso.
En cada cumpleaños quizá prender una veladora a la Virgencita rogando que el hijo regrese.
Y mientras en cada día de muertos, miles de familias llevan flores y veladoras al cementerio para los suyos, ellos, los padres de los hijos desaparecidos en la incertidumbre y la zozobra.
Si están vivos y cómo la estarán pasando. Si están muertos, dónde buscar sus restos.
Una tragedia imperdonable porque la esencia básica del llamado Estado de Derecho es garantizar la seguridad en la vida y en los bienes.
Y en el caso de Veracruz, tener la percepción de que los políticos del sexenio anterior se aliaron con los carteles y cartelitos para desaparecer personas.
Ellos, los duartistas sujetos a proceso penal por desaparición forzada que se proclamaban lo más representativo de la nueva generación política en el poder.
JUEVES
Asesinos intelectuales
El sufrimiento de los padres con hijos desaparecidos se recrudece por lo siguiente, entre otras cositas:
Todos hablan de los presuntos asesinos físicos. Nadie habla de los asesinos intelectuales.
Y aun cuando cada quien especularía, nadie sabe con certeza los pretextos, simple y llanamente, porque la autoridad ha eludido su más alta responsabilidad, como es, cierto, perseguir a los homicidas físicos, pero nadie, absolutamente nadie toca a los homicidas intelectuales.
Peor aún: el caso de los hijos desaparecidos ya casados con hijos quedados en la orfandad, una tragedia humanitaria archivada en los días y los años truculentos.
Karime Macías paseando en el Metro de Londres con sus hijos, y aun cuando están lejos del padre, encarcelado en el Reclusorio Norte de la Ciudad de México, está vivo y ella está con sus hijos.
Pero los padres con los hijos desaparecidos en el infierno más trágico de sus vidas.
VIERNES
En cada hogar se llora a un desaparecido
Hay una tragedia humanitaria en Veracruz.
Según la versión oficial han ubicado mil 178 víctimas en fosas clandestinas.
Según el Solecito de la maestra en Letras Hispánicas y políglota, Lucía Díaz Genao, hay treinta mil desaparecidos.
Según la diputada local, Marijose Gamboa Torales, hay 15 mil desaparecidos.
Según la Fiscalía que será lleva a juicio político por Cuitláhuac García Jiménez hay 3,700 desaparecidos.
Sin contar, claro, el número de niños huérfanos ni el número de mujeres criminalizadas ni el número de abuelos en el abandono social y económico.
Incluyendo, desde luego, casi ocho años de un Veracruz atrapado y sin salida en la disputa de los carteles por la jugosa plaza jarocha, desde el trasiego de drogas, los secuestros y la prostitución hasta el huachicoleo y la recompensa millonaria por datos que lleven a la captura de “El bukanan”.
Veracruz, por vez primera en su historia, golpeado, flagelado, lapidado por la insólita alianza de políticos, jefes policiacos, policías y barones de la droga.
Malandros que han sembrado el terror y el horror en la población ante un Estado rebasado por el principio de Peter.
En cada hogar de Veracruz se llora a un desaparecido.