- “El beneficio de la duda”
Escenarios
Luis Velázquez
Veracruz.- UNO. “El beneficio de la duda”
Una vez más, el gobernador electo en la cancha política. Ahora, gritando “a los cuatro vientos” que es un político con muchos años de lucha social.
Y por tanto, que en ningún momento es hijo de la improvisación, sino por el contrario, su trabajo al lado de la izquierda lo tonifica.
Lo mismo decía, por ejemplo, Graco Ramírez, el gobernador de Morelos que terminó imponiendo a su hijastro como candidato a gobernador y perdió.
Lo mismito decían “Los Chuchos” del PRD, Jesús Ortega y Jesús Zambrano, y terminaron como caciques partidistas.
Lo mismo alardeaba Evo Morales, el presidente de Bolivia, quien se ha reelegido por un periodo más.
De lo mismo se ufanaba Daniel Ortega, uno de los héroes sandinistas que derrocaran al presidente Anastasio Somoza, en Nicaragua, y ahora está convertido en un dictador más.
Con todo, habrá la población de otorgar “el beneficio de la duda” al góber electo en un Veracruz donde 6 de los 8 millones de habitantes están en la miseria, la pobreza y la jodidez, renovando cada sexenio la esperanza social, pero que jamás aterriza.
DOS. Copia Xerox de AMLO
AMLO habla de la cuarta transformación del país a la altura, dice, de la guerra de Independencia, la guerra de Reforma y la Revolución.
Y el góber electo, su copia xerox, de igual manera.
“Vamos a cumplir con la transformación del estado, dijo, y no le vamos a fallar a la gente”.
El mismo estribillo, sin embargo, se ha escuchado desde tiempo histórico en Veracruz.
Siempre, desde 1824 con Guadalupe Victoria el primer gobernador, la misma cantaleta.
Primero los pobres, primero los pobres, primero los pobres.
Y el resulta es aterrador. Uno de cada tres jefes de familia lleva el itacate y la torta a casa sobreviviendo del changarro en la vía pública con la venta de gordas, picadas, tortas, tacos, garnachas y refresco de cola.
Cada periodo constitucional de Veracruz se ha ido en la promesa fácil y en la palabra incumplida, dibujando un Veracruz con igualdad social y económica.
Puras patrañas.
Bastaría referir que un millón de paisanos está de migrante en Estados Unidos y en el Valle de San Quintín y que más bien es un campo de concentración de jornaleros.
Y que según la investigadora Patricia Ponce, Veracruz ocupa el primero lugar nacional en producción y exportación de trabajadoras sexuales que han de vender su cuerpo para garantizar el ingreso familiar.
Por eso, y luego de 75 gobernadores, cada ciudadano sabrá si cree y tiene confianza en el gobernador electo.
TRES. Soy honesto, soy austero, proclama
Cinco años fue maestro de primaria en Úrsulo Galván y veinte años ha sido académico en la Universidad Veracruzana y en un CBTIS, parece.
Y del aula brincó a la candidatura a diputado federal luego de que el doctor en Economía, Raúl Arias Lovillo, declinó la invitación de AMLO, vía la profesora Gloria Sánchez, para la nominación.
Ahora el góber electo dice:
“Me distingue la honestidad y la austeridad y la atención a las demandas populares”.
Y si en efecto es un hombre austero, bueno, la austeridad ha de caracterizar a la clase media media, media baja, cuando la mayoría de la población vive “de la medianía” de su salario.
Y si honesto sólo habría de recordar la frase de Adolfo Ruiz Cortines cuando dijera que nadie puede asegurar la honestidad de un político en tanto jamás haya desempeñado un cargo público donde tenga presupuesto y personal a sus órdenes.
Y si al góber electo lo caracteriza “la atención a las demandas populares”, ha de revisarse su hoja de servicios como diputado federal para ver si es así, pues nadie conoce, digamos, un pueblo de Veracruz, una colonia popular incluso, donde su mano bienhechora desparramara el bienestar social.
CUATRO. Cada sexenio el desencanto
Según el góber electo en el discurso dominical en la Plaza Lerdo, “no le fallará a Veracruz”.
Lo mismo, lo mismito, han cacareado sus antecesores y Veracruz, un estado pródigo en recursos naturales, está habitado por gente jodida.
Cada 6 años, Veracruz se reinventa. Y cada gobernador ofrece y garantiza “las perlas de la virgen”. Y cada sexenio, la población vuelve a creer. Y al final de cada tiempo constitucional, el desencanto.
Y la desilusión multiplicada a partir de que siempre, de manera invariable, en toda la historia, hacia el final del sexenio aparecen nuevos ricos y nuevas riquezas familiares.
Y lo peor entre lo peor, en la impunidad, a excepción del duartazgo con 34 políticos, jefes policiacos y policías durmiendo en el penal de Pacho Viejo.
Y no obstante, otra vez el ciudadano común renueva su esperanza para ver si ahora sí la nueva generación política le cumple.
“No les vamos a fallar” ha repetido el góber electo, quien habrá de practicar un apostolado fuera de serie para cumplir, por lo pronto, al millón 665 mil 824 ciudadanos que lo eligieron el 1 de julio.
CINCO. Cuitláhuac está feliz…
El discurso dominical estuvo lleno de triunfalismo, por ejemplo, cuando el sucesor de Miguel Ángel Yunes Linares dijo que “estamos felices porque este día se marca en la historia de Veracruz”.
¡Bravo, entonces, por su felicidad!
Pero… habría de preguntarse si el millón de indígenas y los dos millones de campesinos y los tres millones de obreros de norte a sur y de este a oeste de la tierra jarocha también están o son igual de felices.
O si, en todo caso, la felicidad sólo llega al primero y segundo círculo del poder de Morena y sus figuras públicas.
Y es que un sexenio llega y se va y otro llega y la calidad de vida de la población sigue igual de jodida, sin una chispa que alumbre la noche fatídica.
La historia de Veracruz demuestra que el paraíso terrenal sólo llega, en efecto, pero para la generación política que asciende al poder.
Muchos caminos han de recorrer todavía los pobres “y los pobres entre los pobres” para alcanzar un cachito de felicidad.
