Veracruz.- El exgobernador priista Javier Duarte de Ochoa y su esposa Karime Macías de Duarte llegaron en la víspera de vacaciones de Semana Santa al hotel La Riviera de Atitlán. En la recepción presentaron un formato de acceso al “apartamento privado” 505 de la torre C con capacidad para cuatro personas. El personal del hotel, muy diligente, les colocó un brazalete naranja de “invitados” y no amarillo de “huéspedes” para hacer la distinción. Jamás imaginaron –dicen– que se trataba de un presunto delincuente boletinado por la Interpol y buscado en 90 países.
“En la torre C hay cuatro apartamentos con dueños los cuales son libres de prestarlos, rentarlos, mandar familiares y amigos, nosotros no nos entretenemos en quiénes son. Son clientes a los que uno tiene que recibir, si ya traen la invitación expresa. El ahora detenido sólo se presentó como Alejandro y su acompañante como Andrea”, comentan empleados del hotel Rivera de Atitlán, ubicado en la Ruta Colonial de los Volcanes y para el cual hay que transitar 140 kilómetros desde Guatemala capital, pero que en automóvil se vuelven casi 180 minutos por las curvas sinuosas y el tráfico provocado por el comercio local.
Javier Duarte se escondió entre volcanes y pueblos donde abunda la pobreza