Luis Velázquez/ Escenarios
Veracruz.- UNO. Jodidez en Veracruz
Veracruz es un país. Más grande que varias naciones de América Central. Nicaragua. Guatemala. Salvador. Honduras. Y al mismo tiempo, un país pródigo en recursos naturales, habitado por gente jodida.
Medio millón de habitantes, por ejemplo, de los 8 millones, sólo hacen dos comidas al día, y mal comidas, dada la precariedad con que viven.
Lo describe así el politólogo Carlos Ronzón Verónica:
El 80 por ciento de los obreros (en total, dos millones) únicamente perciben unos cuatro mil pesos mensuales y ni siquiera, en todo caso, les alcanza para cubrir el crédito del Infonavit, si tuvieran. Y por añadidura, en cartera vencida, temerosos de que un día los desalojen.
El pago de un jornal en las regiones indígenas es ignominioso. Apenas, apenitas, 70 pesos desde antes de que el sol se derrite en el campo hasta que la luna alumbra el surco.
El comercio minorista en su dimensión estelar. Uno de cada tres jefes de familia lleva el itacate y la torta a casa con el ingreso derivado del changarro.
Y lo peor, cada vez las tienditas caminan a la extinción, devoradas y consumidas por las franquicias.
Hay tiendas Oxxos por todos lados, por ejemplo.
Dicen que el salario mínimo aumentará a cien pesos. Un aumento aproximado de doce pesos. Pero doce pesos no son nada. Apenas, y por ejemplo, sirven para comprar un periódico local, aun cuando nunca, jamás, se compraría una edición del periódico Reforma que vale treinta pesos.
Con todo, una parte de la población gana entre cien a doscientos pesos diarios.
$200 pesos al día son 6 mil mensuales.
¿6 mil mensuales para una familia, el padre y la madre, y tres o cuatro hijos, y de ñapa, los padres o los suegros ya viejitos?
La antropología de la pobreza, el libro de Oscar Lewis que estremeciera a las elites políticas del siglo pasado queda corto si se compara el relato de la miseria de la Ciudad de México con Veracruz.
Un Veracruz con 6 de los 8 millones de habitantes en la jodidez, mientras unas doscientas familias son dueñas de más del 60 por ciento de la riqueza.
Incluídos los políticos enriquecidos cada 6 años en la gubernatura y cada 4 años en las presidencias municipales.
Famoso, imborrable, el eslogan de un ex edil:
“Dejé de ser alcalde y dejé de ser pobre”.
DOS. Cada seis años renace la esperanza
Cada 6 años, la esperanza social renace en la generación política encumbrada, dueña del poder sexenal.
Por ejemplo, hay 600 mil analfabetas en Veracruz en los 212 municipios, mujeres y hombres que no saben leer ni escribir, de 14 años de edad en adelante.
Y a los exgobernadores Miguel Ángel Yunes Linares, Javier Duarte, Fidel Herrera, Miguel Alemán, Patricio Chirinos Calero y demás y demá, les valió, porque en cada sexenio la cantidad fue creciendo y a nadie ocupó ni preocupó.
Y en los veinte días del profesor strippero, secretario de Educación, titulado de última hora, dice, en tareas universitarias, ni una sola palabra sobre los analfabetos.
Y lo peor, quizá ni una idea sobre el asunto.
Y más, cuando en el pasillo público y en las redes sociales camina la versión de que el titular de la SEV se ha ocupado de repartir cargos públicos a sus cuates stripperos, incluidos los veinticinco directores de Tecnológicos nombrados esta semana.
Inverosímil, porque todos los políticos gritonean que la educación constituye el punto de partida del desarrollo humano, económico y social.
Peor si se considera que hay un millón de paisanos con la escuela primaria incompleta.
Y otro millón con la secundaria inconclusa.
Y 600 mil con el bachillerato a medias.
Y con tal nivel de analfabetismo (un total de tres millones 200 mil personas) imposible que Veracruz alcance una dimensión social estelar.
“Los jodidos, decía el antiguo secretario de Desarrollo Social, el priista Marcelo Montiel Montiel, siempre estarán jodidos.
Y si son pobres… es porque quieren”.
¡Vaya cinismo!
TRES. Un Veracruz lleno de pobres
Nada puede esperarse en un país, en un Veracruz, donde 8 de cada 10 trabajadores perciben unos cuatro mil pesos mensuales.
Y otros, peor aún, menos, como por ejemplo, gran parte de los albañiles y quienes además a veces tienen chamba y otras ocasiones pasan los días mirándose entre sí rascando la olla de los frijoles, haciendo milagros con las tortillas y el café negro las esposas, gruñendo las tripas de los niños.
Y en contraparte, otros en el sabadaba, bailando salsa cada fin de semana, fumando puros, declarándose fifís.
Más pior:
En los dos años de la yunicidad, los jefes máximos de la secretaría de Desarrollo Económico, SEDECO, formaron un club de cafetómanos para escucharse entre sí, sin alentar la creación de empleos en las zonas urbanas, y menos, mucho menos, en las regiones campesinas e indígenas.
Ahora, diecinueve días después, nadie sabe si existe el titular de la SEDECO y si está o estaría viviendo en gerundio planeando y planeando el Veracruz soñado, luego de tener meses suficientes de sobra (del primero de julio al primero de diciembre) para definir una política económica que lleve al grueso de la población a la dignidad humana mejorando y enalteciendo el diario vivir.
Por eso, la población seguirá migrando a los campos agrícolas del Valle de San Quintín y a Estados Unidos como migrantes sin papeles.
Y parte de la población femenina metida en el trabajo sexual, vendiendo su cuerpo para llevar el itacate a casa.
Y parte del grueso de la población seguirá trabajando en un changarro vendiendo picadas, gordas, tamales, tacos, tostadas, empanadas y garnachas con refrescos de cola.
Es el Veracruz real, lleno de pobres y que sirve para que los políticos “se rasguen las vestiduras” en su nombre.