Luis Velázquez/ Escenarios
05 de agosto de 2019
UNO. Sabía que lo iban a matar…
Jorge Celestino Ruiz Vázquez, el primer
reportero asesinado en la era Cuitláhuac, sabía que lo iban a matar.
Tocó puertas en varias dependencias oficiales
para salvaguardar su vida.
Incluso, estaba seguro de que las amenazas de
muerte y las agresiones provenían del presidente municipal de Actopan, de quien
había denunciado las anomalías en sus textos periodísticos publicados en
“El Gráfico de Xalapa”.
El primer aviso fue el 24 de octubre del año
anterior, Miguel Ángel Yunes Linares gobernador, cuando unos hombres
encapuchados llegaron en la noche enfrente de su casa y le destrozaron sus dos
coches.
El segundo, el 17 de noviembre con una nueva
agresión ahora en contra de su casa.
El 20 de diciembre, le envió una carta abierta
al gobernador, Cuitláhuac García ya, pidiendo resguardo.
Anduvo siguiendo al góber y habló. El góber se
lavó las manos y lo remitió con el Fiscal, hablando pestes de Jorge Wínckler
Ortiz.
DOS.
Hasta tiro de gracia le dieron…
Entonces, fue a la Comisión Nacional de Derechos
Humanos.
Y la CNDH lo remitió con la Comisión Estatal de
Atención y Protección a Periodistas, encabezada por la columnista Ana Laura
Pérez.
En la CEAPP tocaron puertas y la secretaría de
Seguridad Pública le asignó unos rondines en su casa, pero a destiempo.
Unas semanas efectuaron los rondines, pero de
pronto, zas, se los retiraron.
Y quince días después lo asesinaron de ocho
balazos, además del tiro de gracia.
TRES. En
su féretro, unos botines nuevos que estrenaría
Veinte años fue corresponsal de “El Gráfico
de Xalapa”, donde lo llevara su señor padre, quien era linotipista en el
periódico.
Fue asesinado el viernes 2 de agosto en la
noche.
Y el sábado 3 cumpliría años y se había comprado
una muda de ropa y unos botines de charol para comer camarones con su familia.
La muda de ropa y los botines fueron acomodados
a un lado de su cadáver en el féretro.
Le sobreviven su esposa y 4 hijos, uno de ellos,
pasante de la facultad de Leyes.
TRES. Las
gemelas siniestras y sórdidas
Con Miguel Alemán Velasco, un reportero
asesinado. Con Fidel Herrera Beltrán, cuatro. Con Javier Duarte, 19 ejecutados
y tres desaparecidos. Con Miguel Ángel Yunes Linares, cinco asesinados, entre
ellos, un hondureño, camarógrafo, a quien la muerte lo alcanzó en Acayucan,
donde se refugiaba. En los 34 años de dictadura de Porfirio Díaz, 5, 6
reporteros asesinados.
En la era Cuitláhuac, el primer trabajador de la
información ejecutado. Jorge Celestino Ruiz Vázquez, quien olió la muerte y
tocó puertas oficiales y fue inútil. Nadie le pudo cumplir el Estado de
Derecho, cuya esencia básica es garantizar la seguridad en la vida y en los
bienes, pero más, mucho más en la vida, pues los bienes van y vienen… si
regresan, claro.
Una familia más enlutada en Veracruz en el
tiempo de MORENA. Una esposa viuda y 4 hijos huérfanos. Una cruz más en el
panteón. La inseguridad y la impunidad, las hermanitas gemelas sombrías,
siniestras y sórdidas.