Redacción El Piñero
Loma Bonita, Oaxaca. La luna cuelga como un foco ahorrador sobre Caborca, Sonora. Es tarde, es de noche, es la hora en que los insomnes miran la tele y los noctámbulos se pierden en el resplandor de las luminarias. Pero José González no es ni lo uno ni lo otro. José González está trabajando.
Allá, en el empaque, en La Exportadora de Caborca, entre el eco de escobas que raspan el suelo y el murmullo de los compañeros que, como él, le dan pelea a la mugre de la jornada.
José González, originario de San Benito El Encinal, Loma Bonita (nombre largo, historia más larga aún), está ahí, en la limpieza nocturna, entre cartones, entre polvo, entre los restos de lo que fue y lo que será mañana. ¡Mañana! Mañana es otro día, pero esta noche es suya, suya y de la manguera que lo acompaña.
Así que manden saludos, compartan la foto, levanten el pulgar en señal de respeto. Porque mientras la ciudad duerme, José González está despierto, sosteniendo la noche con sus manos.