Luis Velázquez | Malecón del Paseo
30 de julio de 2021
EMBARCADERO: El escritor Julio Cortázar vivía en París… Tiempo aquel cuando París era la capital cultural del mundo… Y cuando por allá andaba un montón de novelistas, cuentistas y poetas del planeta… Entre ellos, Ezra Pound, Gertrude Stein, Ernest Hemingway, John Dos Passos, William Faulkuner, Irene Némirosky y Francis Scott Fitgerald… Y tiempo cuando llegarían Octavio Paz, Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa… Una tarde, en un café del bulevar del río Sena, García Márquez miró pasar a lo lejos a Hemingway y salió corriendo atrás y le gritó: “Adiós, maestro”… Y Hemingway le contestó: “Adiós, amigo”…
ROMPEOLAS: Pero para Cortázar la vida era muy difícil… Únicamente vivía de la literatura y el tiempo aquel estaba lleno de vientos adversos… Nunca, por desgracia, pudo vivir de su narrativa como, por ejemplo, García Márquez y Vargas Llosa… Entonces, dejó París y se fue a vivir a Italia, por una sencillísima razón poderosa… La vida era más barata… Cortázar lo decía así… “Las ciudades con como las mujeres que se aman y sin ser promiscuo se pueden amar a varias ciudades al mismo tiempo”…
ARRECIFES: El cronopio argentino siguió escribiendo… Pero la economía apretaba mucho, demasiado… En las tardes en París, por ejemplo, solía llegar a un café a tomar un lechero durante varias horas mientras escribía a mano, con lápiz, en una libreta escolar, sin levantar la mirada, sin voltear a los lados, y con frecuencia, dejando que el café se enfriara… En el café se sentaba en la mesa más arrinconada para pasar inadvertido… Recién llegado a París, García Márquez buscó aquel restaurante para conocer y presentarse a Cortázar y llegó antes y lo esperó… Y Cortázar cumplió con su ritual, pero el Gabo quedó tan hipnotizado que nunca se atrevió a interrumpir aquel trance esotérico…
ESCOLLERAS: Cortázar hablaba cuatro idiomas… Y por eso mismo, y para sobrevivir, se contrató en la ONU, Organización de las Naciones Unidas, como intérprete y traductor… Y anduvo en misiones europeas en foros internacionales traduciendo discursos de los políticos… En otros días, cumplía el horario burocrático de 9 de la mañana a 5 de la tarde como traductor, y en la tarde/noche escribía… Eran las doce de la noche, la una de la madrugada, y en su departamento la lámpara en su escritorio seguía encendida mientras tecleaba y/o leía…
PLAZOLETA: Escribía de manera desperdigada… En el café, en la tertulia con los amigos, incluso, cuando iba al teatro… Y escribía en hojas sueltas, en cachitos del tiempo… Nunca fue un escritor de un horario fijo como por ejemplo Hemingway, García Márquez y Vargas Llosa, entre otros… Escribía, sin embargo, de una manera obsesiva y concentrada, cumpliendo vocación apostólica de arrastrar el lápiz, pero nunca, digamos, como disciplina militar… Siempre procuró vivir en medio de cosas fantásticas, como cuando una noche en el teatro descubriera que en el techo volaban unos insectos y se clavaban en algún lugar y luego seguían volando, disfrutando el concierto de jazz, que tanto le gustaba y por eso su dios en la tierra era Luis Amstrong… Aquellos bichitos voladores el mundo literario los conoció como cronopios…
PALMERAS: Nunca buscó premios literarios… Jamás tuvo en su objetivo el Premio Nobel de Literatura… Siempre vivió alejado de las tribus culturales… Su vida era concreta, específica y maciza… En la mañana, trabajar en la ONU, y en la tarde/noche, escribir, pero también, jugar con un gato, su preferido… Nunca tuvo hijos, aun cuando casó en tres ocasiones… Cada año crecía dos centímetros y era altísimo…